COLUMNISTA

Venganza

por Leopoldo López Gil Leopoldo López Gil

Pocas veces los creyentes en los principios y valores de la justicia, el imperio de las leyes y los derechos humanos se han ocupado de un tema como la venganza. Esta acción la define nuestro diccionario de la RAE como la orientada a reparar un daño o agravio, pero realmente queda fuera de esa explicación la motivación que la genera.

Hombres sabios como Francis Bacon sí fueron más allá de definir la venganza como una acción para compensar algún perjuicio y nos dejó en sus ensayos un escrito sobre esa terrible inspiración humana, que resalta precisamente lo más animal de nuestra naturaleza. Dice Bacon: “La venganza es una especie de justicia salvaje, que mientras es más recurrida por el hombre, más se hace necesaria la ley para extirparla”, y más adelante, “porque aquel que vive en la venganza mantiene sus heridas abiertas, que de otra forma hubiesen sanado”.

Es lamentable que hoy haya sido invocada esta abominable inspiración como la justificación de nuestra horrible realidad revolucionaria; que se haya mencionado esa palabra como la razón, al menos para algunos, de generar las penurias y miserias en la población de toda una nación porque en el pasado su familia sufrió injusticias.

No parece ni racional ni sano un pensamiento como ese, pero afortunadamente hay en el altísimo gobierno quienes dedican su vida profesional a sanar a los alienados y recomendar su reclusión cuando su libertad pone en peligro el bienestar social.

Intentar generar bondad a partir de la maldad es imposible, tal como lo afirma Shakespeare, nada puede producir la nada y el mal solo generará más maldad. Es algo altamente preocupante que deberían estudiar los psiquiatras y psicólogos sociales si la realidad venezolana no es producto de una absoluta incapacidad para gobernar o si más bien corresponde a un protervo diseño que algunas mentes prepararon para, mediante el sufrimiento de tantos, poder sentir saldado el dolor que alguna vez sintieron por una inaceptable operación policial.

El imperio de la ley es y será el único recurso que se debe utilizar para saldar agravios o diferencias, la fuerza de las instituciones debe prevalecer sobre la destrucción del edificio de la justicia. La verdad es la que es y no la que resulte de comisiones ni de funcionarios serviles. Ahora recordamos el Léxico de la mentira del monje Pio Rossi, que dice: “Desdichado el mundo, si los grandes pudieran autentificar sus calumnias con el único pretexto de haberlas proferido. No habría bondad que no fuese relegada a la sombra y presentada como rea ante el tribunal de la muerte”.

La hostilidad que genera el propósito de venganza deforma no solo la verdad, sino que también estimula la generación de odios y revanchas, impide la tolerancia y por tanto imposibilita la paz.

Saque usted sus conclusiones, yo ya saqué la mía.