Dijo Aristóteles: “Si no quieres estar en política o en el ágora, y prefieres quedarte en tu vida privada, luego no te quejes si los bandidos te gobiernan”. Es la perversa estupidez de la indiferencia.
¿Se repite la historia? Una vez como tragedia y la otra como farsa. Es ya conocida la expresión de que «la historia se repite». Esta tesis fue propuesta por Hegel (1770-1831) o, al menos, es a él a quien se la atribuye Marx. ¿Se repite la historia del comunismo en Venezuela? En un ámbito superior al individual, el histórico, también tiene su déjà vu, es la repetición de la historia como tragedia o como farsa.
Hurguemos la memoria del olvido. Los fracasos de la política económica comunista soviética tuvieron sus conciencias más trágicas en la colectivización de la agricultura y la industrialización forzada, o acumulación terrorista de capital. Fueron incapaces de proporcionar la abundancia, la igualdad, confundida con igualitarismo, y la libertad. A esto lleva la abolición de la propiedad privada, puesto que los derechos de propiedad constituyen la barrera más efectiva frente a los abusos del Estado. Son evidencias históricas.
Ríos de sangre derramó la revolución. Stéphane Courtois, editor del El libro negro del comunismo (Robert Laffont, 1997, París), calcula el número global de víctimas entre 85 y 100 millones de personas, 50% más que las causadas por las dos guerras mundiales. Por torpeza demencial, Maduro y su pandilla militar se empeñan en imponerlo en Venezuela. Confirman la definición del filósofo español George Santayana (1863-1952): los fanáticos son aquellas personas que redoblan sus esfuerzos después de haber olvidado el propósito de estos. Desencadenaron orgías de brutalidad cada vez mayor, y generaron caudales de emigrantes y cadáveres que fueron en aumento al pasar de Lenin, a Stalin, y luego a Mao, Pol Pot y Fidel Castro.
¿Y el Gulag? Es decir, Dirección General de Campos de Trabajo Correccional y Colonias, era la rama del NKVD que dirigía el sistema penal de campos de trabajos forzados y otras muchas funciones de policía en la Unión Soviética. El término coloquial para un preso del Gulag era zeká, zek. En ruso, «preso», «encarcelado». Venezuela es, hoy en día, un Gulag de 916.445 km². ¿Por qué?
La persecución política contra los principales partidos la oposición (AD parece escapar), varios de los diputados de la AN elegida popularmente (el caso más vergonzoso es el de Juan Requesens, drogado al modo nazi), la arremetidas de la GNB y la policía contra las marchas, la vigilancia del DGCIM, y las embestidas del Sebin, el robo del revocatorio, elecciones ilegales y fraudulentas.
Socialmente, el gobierno de Maduro y su capilla han impuesto políticas de muerte progresiva. Una suerte de exterminio progresivo, por pobreza, hambre, enfermedades, controles de precios y cambios. Veamos los resultados sociales sobre la población venezolana. Nos basaremos en Encovi 2017, realizada por la Universidad Católica Andrés Bello, la Universidad Central de Venezuela y la Universidad Simón Bolívar. Advertimos que el 8 de julio de 2018, el segundo vicepresidente de la Asamblea Nacional y miembro de la Comisión Permanente de Finanzas y Desarrollo Económico, diputado Alfonso Marquina (Unidad-Lara), informó que la inflación del mes de junio de 2018 es de 128,4%, superando en 18 puntos la inflación registrada en el mes de mayo.
Que la inflación acumulada de enero a junio del presente año, el parlamentario indicó que alcanzó la cifra de 4.684,3%, mientras que la inflación interanual de junio 2017-junio 2018 es de 46.305%. Respecto a la inflación que se registra en Venezuela diariamente la cifra se ubica en 2,8%; “es decir, que en Venezuela hay una inflación todos los días superior a la inflación de Chile de todo el año y a la inflación en Colombia”. Que el FMI prevé en Venezuela una inflación hasta de 1.000.000% para finales de 2018, y advirtió que este año se espera una contracción del PIB de 18%, en gran medida por la “significativa reducción en la producción de petróleo”. La hiperinflación diluirá los salarios, aun ese demencial salario mínimo de 1.800 bolívares soberanos, que regirá a partir del primero de septiembre próximo.
Veamos. Pobreza, porcentajes: (las cifras citadas en primer lugar corresponden al año 2014 y las segundas a 2017): Total: de 48,4 a 87,0 Extrema: de 23 a 61,2. Reciente: de 33,1 a 56,2. Crónica: de 6,1 a 30,4. En 2017, las misiones desaparecen para dar paso a las cajas/bolsas CLAP. Más de 13 millones de hogares declararon ser beneficiarios, pero Barrio Adentro atendió a menos de 200.000 personas, y vinculadas al carnet de la patria 69,2% de los hogares.
Alimentación, porcentajes de hogares: 1) Ingreso insuficiente: 89,4; 2) Insuficiencia de alimentos: 70,8; 3) Recorte de comidas: al menos, una vez, 63,2; 4) Ha comido menos: Sí, 79,8; 5) Ha comido menos por la escasez: 78,1; 6) Se acostó con hambre: Sí, 61,2; 7) Variación de peso 2017: perdió peso 64,3; es decir, 11,4 kg frente a 8 kg en 2014. 8) 80% de los hogares sufre de inseguridad alimentaria.
Ante esta cámara de hambre, enfermedades y diáspora, Maduro lanzó un plan de “prosperidad”. El muy calificado economista venezolano Leonardo Vera, profesor titular de la UCV e Individuo de Número de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, en un notable ensayo en Prodavinci del 21 de agosto de 2018, pregunta:
¿Adónde nos llevará el plan Maduro si los resortes de la sociedad no se activan?
El plan Maduro es falaz, infundado, retorcido y quimérico, pero también adolece de un componente esencial que requiere la economía venezolana para poner en marcha un programa de estabilización exitoso: financiamiento externo.
Como no hay fondo líquido y abundante de reservas en dólares, su plan se decanta por una devaluación que pone el valor de la moneda nacional, incluso, por encima de la cotización del mercado negro. Esa cotización es consistente con una economía que solo importa recursos por el orden de los 10.000 a 12.000 millones de dólares al año y que la ha llevado a un equilibrio en “estado de postración”, pero para nada refleja el equilibrio de una economía que 6 años atrás importaba más de 55 millardos de dólares al año y que crecía al 5,5% anual. Peor aún, como el tipo de cambio único y oficial no pudo ser colocado por debajo de la tasa del mercado negro (por la ausencia de un fondo de abundantes recursos en divisas), la posibilidad de que las empresas financiaran algún tipo de aumento salarial con los recursos liberados por la baja en el costo en las importaciones, se ha desvanecido. Por el contrario, el escenario para las empresas es trasladar a los precios los inmensos incrementos en la estructura de costos salariales y de los costos de las importaciones o, en su defecto, cerrar.
Más mortalidad empresarial agrava la crisis productiva venezolana, ya de lejos la peor observada en la región en décadas. Aquellas unidades empresariales y comerciales que sobrevivan lo harán empujando precios y lidiando con el maravilloso esquema de represión económica que, de seguro, ya está ideado.
Desde luego, el incremento de precios será algo no visto ante esos ojos reservados y tristes de una población que aseguraba haberlo visto todo en materia de inflación. La recaudación en términos reales de esas minucias tributarias que Maduro pretende rasguñar se desplomará. No quedará más recurso que pagar las abultadas, pero fugaces nóminas públicas y otras promesas devaluando aún más o recurriendo a la máquina de impresión.
Aún después de semejante devaluación inicial, como la que Maduro ha anunciado (en 2.300%), no podía anunciar entonces un sistema de tipo de cambio fijo, pues no tiene cómo defenderlo. El BCV escasamente recibe divisas del sector petrolero y no tiene reservas defensivas. Así que sin una oferta profunda y continuada de divisas, ese mercado cambiario fluctuante que ahora Maduro anuncia, quedará, por las presiones fiscales o por las presiones financieras de la economía, a merced de los ajustes de precios, lo que llevará ulteriormente a las autoridades monetarias a aceptar la espiral devaluación-inflación o a controlar y racionar una vez más la asignación de divisas.
El lector ya habrá percibido claramente que estamos ante un estrepitoso fracaso del plan. Nadie y solo el gobierno va a vender divisas inflavaloradas a la tasa petro/dólar. El mercado negro estará una vez más campeando a cualquier tasa bolívares soberanos/dólar.
La crisis fiscal, cuya faceta más visible para la población se revela crudamente en el déficit y la pésima calidad de los servicios públicos, no hará sino empeorarse. En su desesperación, Maduro ha exonerado a las empresas petroleras del impuesto tradicionalmente más recaudador y progresivo que tuvo Venezuela en la década de los años setenta y ochenta (el ISLR petrolero), y ahora intenta trasladar la carga hacia el menguado y casi destruido sector privado no petrolero. Por un lado, dicta generoso (como solían hacer en sus decretos los emperadores romanos) aumentos de ingresos salariales que ya sabemos se habrán diluido en solo horas y, por otro lado, increpa por recursos a sus asesores que solo pueden ofrecer más rasguños a los desintegrados bolsillos de los sobrevivientes, y más impuesto inflacionario (por la vía monetaria o cambiaria). La realidad es que su gobierno perdió el acceso a los mercados financieros internacionales, no tiene capacidad para financiarse y la recaudación fiscal de origen petrolero (aquello que llamamos la renta) es un recuerdo. Y aun así el presidente tiene el descaro y la desvergüenza de prorrumpir: “¡Déficit fiscal cero!”. Pero las armas uniformadas dicen: ¡Viva el emperador! ¿Por qué será?
Léase el texto completo de L. Vera en: https://prodavinci.com/el-plan-maduro-un-paquetazo-y-una-farsa/
Y un riguroso análisis de Alejandro Grisanti Capriles en: http://runrun.es/la-economia/357148/plan-maduro-o-viernes-rojo-por-alejandro-grisanti-capriles.html
Complete con la excelente conferencia del economista, diputado y profesor UCV, José Guerra: https://www.youtube.com/watch?v=W8HfQs-buYA