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Venezuela: antes y después del apagón

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Todos los pronósticos emitidos por expertos con relación a un posible colapso eléctrico se cumplieron. La situación del país se estaba tornando insostenible y sigue bajo esa connotación trágica y lamentable ahora en mayor dimensión después del apagón nacional que se presentó a partir del jueves 7 de marzo,  con una duración de 5 días, aunque todavía hay zonas del Distrito Capital y del interior del país las cuales se mantenían sin energía eléctrica hasta finales de la pasada semana.

El país entero colapsó en todos los ámbitos, las comunicaciones se interrumpieron, los puntos de venta no funcionaron, lo que acentuó las limitaciones para poder acceder a lo más esencial como agua,  alimentos y medicinas. El dólar fue la moneda que prevaleció para realizar las compras más vitales, evidenciando que en nuestro país no hay el suficiente  dinero efectivo que alcance para poder sobrevivir.

Venezuela es otra después de este colapso, la vida de la mayoría cambió drásticamente, más de lo que estaba, pero esta vez marcada por la incertidumbre, inseguridad y riesgo a que estamos sometidos diariamente debido a la gran vulnerabilidad de un sistema eléctrico deteriorado y precario con la consecuente crisis de agua que se suma a todo este escenario construido por un régimen corrupto y totalitario al que no le importa la mala calidad de vida que pueda tener la mayoría de los ciudadanos de este país y de lo cual es el único culpable.

En Venezuela se estaban presentando paulatinamente las fallas eléctricas, mucho más en ciudades del interior del país; el racionamiento de agua ya era costumbre, sumada a la mala calidad con la cual llega a los hogares y peor aún a los centros de salud. El deterioro de la calidad de vida de los que tratamos de sobrevivir en nuestro país se profundiza cada día más. Solo unos cuantos privilegiados o “enchufados” y los que “gobiernan” de manera ilegítima viven con todos los placeres y comodidades aun en días de penumbra, tienen todo al alcance de la  mano para poder hacerlo y el pueblo que se reviente  o se las arregle.

Era de esperarse lo que iba a suceder en los hospitales de todo el territorio nacional, ya la Encuesta Nacional de Hospitales llevada a cabo por la organización Médicos por la Salud había cuantificado desde noviembre de 2018  hasta febrero de 2019 un total de 79 fallecidos por fallas eléctricas en los centros de salud. Las plantas eléctricas de emergencia en la mayoría de los hospitales no tienen la suficiente autonomía y capacidad para mantener en funcionamiento áreas vitales como unidades de terapia intensiva, quirófanos, emergencias y unidades neonatales.

Durante la falla eléctrica general que se registró hace casi dos semanas, igualmente dicha organización emitió el reporte de 26 fallecidos a escala nacional, de los cuales 60% fueron neonatos.

Codevida informó el fallecimiento de 20 pacientes que esperaban  por diálisis. Quisiera anexar con relación al sistema eléctrico en los hospitales que el prestigioso grupo integrado por varios especialistas en la materia perteneciente a la Unidad de Tecnología y Gestión en Salud de la Universidad Simón Bolívar realizó un proyecto en 2002, apoyado y financiado por la comunidad europea, para el “gobierno” que estaba presidido en ese entonces por el fallecido Hugo Chávez. Dicho trabajo demostró que 95% de los hospitales tenía fallas en el sistema eléctrico. Entonces presentaron un plan de recuperación y contingencia. Por supuesto, el régimen deplorable hizo caso omiso a esa información tan importante y se llegó a estos extremos.

A esta situación de colapso se le sumó  la falla total en el suministro de agua potable. Vimos con asombro las imágenes de personas que de manera desesperada llenaban baldes de agua de un manantial que caía al río Guaire. Es de esperarse el repunte de enfermedades por el uso de agua contaminada o no apta para el consumo humano, como por ejemplo la hepatitis A, y de la cual ya se estaba registrando un brote importante de casos antes de este evento dramático.

Si ya teníamos una Venezuela caótica antes del apagón, en estos momentos debería esperarse una luz en la conciencia de la mayoría de todos los venezolanos, sin diferencia de clase social, para darse cuenta de que la salida de este régimen es absolutamente necesaria. Es conocido el profundo deterioro del sistema eléctrico nacional por falta de mantenimiento. No podemos seguir viviendo con el miedo y la angustia de otro apagón, el cual no se descarta si no se materializa el  cambio de este nefasto modelo político que sigue aferrándose al poder.

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