Para sacarnos de encima esta pesadilla y hacer que la democracia vuelva, debemos articular y organizar a la inmensa mayoría de venezolanos que quiere salir de esta tragedia socialista. Vamos hacia un desastre aún mayor y no podemos seguir esperando por invasiones extranjeras, tampoco aguardar alguna decisión de un tribunal oficialista ni, mucho menos, alzamientos militares.
Hay que actuar desde las comunidades, acompañando a los ciudadanos a organizarse para enfrentar las enormes dificultades que padecemos, con programas de acción social permanente, sin descanso, sin lamentaciones ni mucho menos capitulando. ¿Que hacen trampa? Sí. ¿Qué dictadura realiza elecciones completamente pulcras y está dispuesta a soltar el poder? Sabemos bien que ninguna. ¿Que abusan y atropellan con todos los recursos y el poder del Estado? Por supuesto. ¡Todo eso y más! Pero, seremos los ciudadanos, con ideas bien claras, articulados y organizados, que acabaremos este prologando capítulo final. Abandonar el voto, refugiarnos en la abstención, solo traerá desarticulación y derrota.
Eso sí, olvídense de caudillos populistas, al igual que de esos politiqueros corrompidos financiados por empresas que asaltan al Estado; rompan definitivamente con esos fanáticos de ideas socialistas que, para agradar, se autodefinen de “izquierda”, y solo quieren cambiar “nombres” y no el sistema. ¡Hay que hablar claro y con la verdad! Somos cada uno de nosotros, dando lo mejor de sí mismo, con valores y principios firmes, y teniendo a la educación –sí, a la educación– como el estandarte de la nueva Venezuela, quien logrará el cambio.
Ese país que anhelamos vendrá, pero hay que decirlo con claridad: no será “quitándote tú, para ponerme yo”, sino produciendo grandes transformaciones. Y todo comenzará con: 1) la privatización de la industria petrolera y toda esa inmensa chatarra de empresas estatales; 2) la reducción, a la mínima expresión, del monstruoso Estado venezolano, poniéndolo a ocuparse exclusivamente de lo que realmente debe; 3) la libertad económica y de la economía; 4) la asunción del dólar como moneda; 5) el incentivo de la inversión privada, nacional y extranjera; 6) la descentralización del poder a las regiones y municipios y, lo más importante, ¡que toda la política social esté centrada en la educación!
Puede que en la Alianza del Lápiz seamos grandes románticos y soñadores, sí, pero nadie nos detendrá. En cada rincón de Venezuela, utilizando todos los medios de los que dispongamos, seguiremos llevando nuestro programa social Casa del Lápiz para formar líderes y emprendedores dispuestos a trabajar, desde las bases, en la reconstrucción moral y ética del país. Nosotros tenemos una ruta muy clara y se llama “Venezuela educadora”.