La usurpación se encamina presurosa hacia su fatal destino y se desvanece. Nadie duda de que la satrapía selló su suerte el 10 de enero de este año, cuando llegamos a la fecha de inicio de período sin presidente electo. Hoy Guaidó es más presidente que Maduro, no solo de manera constitucional que es mucho decir, sino en el ámbito nacional. Aparte de que más de 50 países lo han reconocido.
Una cosa hemos alcanzado: nuestro grito de libertad al fin retumbó en los oídos del mundo, y voltearon hacia acá unánimemente, y convertimos a Venezuela en centro de atención, con lo que sucede a unos nacionales que sufren las crueldades de una tiranía. Es impresionante constatar el respaldo mundial expresado cabalmente en el concierto en la frontera y la ayuda humanitaria concretada. Venezuela hace historia de la buena. Se revalida lo dicho por Betancourt: nacimos para hacer historia.
Hace 200 años nació la república, y entre ires y venires marchamos hacia la consolidación de la república liberal democrática. Resulta emocionante validar que la Gran Colombia está más viva que nunca, se trata de dos naciones hermanas que entendieron que su destino es vivir unidas y solidarias, como la mejor forma de afirmar sus genésicos principios y valores que asegura la viabilidad de países independientes. El mundo le canta a Venezuela y no se queda en puro bello canto, sino que la apoya decididamente para recuperar su democracia y libertad.
El rey está desnudo, si siempre lo llamaron mentira fresca, ahora la eurodiputada Beatriz Becerra declara que el usurpador no dice la verdad ni a su médico. Fíjense, en un momento dado, consecuencia de sucesivas frustraciones, le cogimos temor a la esperanza y hoy el mundo escucha con atención y responde con solidaridad a nuestro grito de dolor, hambre y sobre todo de renacida esperanza. La tiranía al decretar y auspiciar la inhumana diáspora le creó también un problema a otros países, y aquí se rompió el conjuro de la receta cubana.
Por y con Venezuela se lanza el reto y desafío de establecer el hemisferio más democrático, así será Dios mediante, lo que señala que las acciones próximas se orientarán hacia Nicaragua y Cuba, para liberarlas de la ignominia que las tiene secuestradas. Maduro insiste en apostarle a la receta del desgaste, pero este país está cundido de una definitiva esperanza y no abandonará la presión democrática hasta ponerle cese a la usurpación.
El impresentable Alto Mando pasó por encima de las víctimas conformadas por los jóvenes asesinados, los enfermos crónicos y el pueblo que muere de hambre y enfermedad. Chávez desarticuló la Fuerza Armada para que no lo tumbaran, ahora la mayoría de los oficiales opuestos a la entrega de la soberanía a Cuba y al saqueo más grande de la humanidad optan por desobedecer al usurpador. El objetivo es doble: desalojar al tirano y el desmontaje de un Estado criminal.
¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!