Es algo presente siempre, a toda hora y en todo sitio, que dirige su vida totalmente. Desde el lugar y hospital donde nace, la vivienda donde tendrá que habitar, los alimentos que debe ingerir y en cuál cantidad, los medicamentos que le permiten consumir si existen, con sus precios exactos ya establecidos, el aula donde puede cursar materno-infantil, primaria, secundaria y otros rangos educativos cuyos programas son redactados por alguien que determina lo que usted puede leer, saber, conocer, investigar, divulgar, cómo, por dónde y hasta cuándo.
Luego tiene que ser soldado raso, civil o militar, obedecer en silencio cada orden sin límites de tiempo ni espacio los mandatos de superiores uniformados que le indican cómo vigilar, delatar, apresar, torturar, ajusticiar, masacrar, a quien se le señale como enemigo. Si cumple al pie de la letra esas reglas indiscutibles, usted, hombre o mujer, niño, adolescente, joven, adulto, anciano, puede ser seleccionado para jerarquías de teniente, coronel, alcalde, gobernador, general, diputado, senador, ministro, embajador, presidente del país, representante oficial de un protectorado cuyo poder central se encuentra en otra nación imperial que manda y distribuye la existencia de cada siervo doméstico y externo, a su saber y entender.
Si no tuvo tamaña buena suerte, con la promesa de recibir raciones diarias de alguna comida y albergue seguro, usted será destinado a fronteras nacionales con sus alcabalas, puertos y aeropuertos donde puede mejorar su situación diaria y futura comerciando en directo y mirando para otro lado mientras entran y salen cargamentos que contienen cocaína, oro, diamantes, gasolina, armas bélicas, drogas nocivas en paneles empacados con marcas de diferentes mercancías, entonces usted automáticamente recibe el grado de confiable guardia nacional o patriota colaborador bajo un lema en letra roja: patria o muerte.
En otros países por ejemplo donde las fronteras son solo el mar abierto, usted es enviado a distintos continentes y regiones para defender los intereses de sus superiores bajo una consigna: el valiente hombre nuevo es el único y mejor salvador nunca antes inventado y por eso usted tiene listo su destino para esa misión. Se le otorga un carnet estatal que sustituye a su partida de nacimiento, su cédula de identidad y su pasaporte.
Si protesta o no cumple al pie de la letra esta Constitución, sus leyes y reglamentos, usted es un traidor, ficha del imperio, escuálido, patricio, basura y será tratado como corresponde: maltrato físico y mental, aislamiento absoluto, hambruna y enfermedad planificadas hasta que desaparezca sin huellas ni siquiera dactilares.
Póngale usted nombre y los apellidos, si puede. El miedo es libre, el terror no.
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