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Unilateralismo y Caso Venezuela

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Entre los nuevos temas de la Agenda Internacional el unilateralismo de Estados Unidos ha ido ganando terreno considerablemente bajo la presidencia de Donald Trump.  El inicio de dicha política lo observamos en la retirada de la mesa de negociación del Pacto Mundial para las Migraciones, del Tratado de Misiles Nucleares Intermedio con Rusia, del financiamiento a la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos y más impactante aun, del Consejo de los Derechos Humanos de Naciones Unidas.

Esta decisión de Estados Unidos de actuar en solitario dentro del concierto de naciones no es nueva toda vez que ha tenido antecedentes en diferentes situaciones históricas –Caso invasión a Irak– cuando el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se mostró más disfuncional que nunca e igualmente ha sucedido en la Organización Mundial de Comercio por la misma razón. En su momento ha habido sectores influyentes que han llegado a proponer el retiro de Estados Unidos de la ONU. Jesse Rifkin publicó  un artículo con gran repercusión en la revista de política internacional The Foreign Affairs  el 10 de mayo de 2018 en el que reflejó la »posicion del senador Mike Rogers –Alabama– sobre el tema, argumentando este que la contribución de su país con 22% del presupuesto de la organización frente a los escasos logros en su política exterior justificaba el retiro, todo ello bajo la propuesta del Acta de Restauración de la Soberanía Norteamericana.

Hay dos elementos que reafirman lo dicho en el ámbito americano: desde el punto de vista político la Doctrina Monroe que rechaza la intervención de potencias foráneas en los conflictos del continente y desde el comercial y financiero la famosa y ampliamente rechazada Ley Helms-Burton por su carácter extraterritorial.

Ahora bien, ¿toda esta orientación política en qué afecta a nuestro país, o mejor dicho, al gobierno calificado de usurpador?. Evidentemente que en mucho. Frente al conflicto que mantienen el gobierno de Trump y Nicolás Maduro y su entorno, después del reconocimiento del presidente Interino Juan Guaido y el rompimiento de relaciones, la diplomacia norteamericana se ha manejado en este asunto tanto de manera multilateral como unilateral. Multilateralmente: en el Consejo de Seguridad de la ONU Estados Unidos ha impulsado tres reuniones sobre el caso Venezuela con resultados predecibles, debate estéril de por sí debido a las posiciones inflexibles e interesadas de Rusia y China que quizá sirvan en un futuro como excusa para tomar líneas de acción en solitario en materias que competen a dicho consejo. El otro caso, la OEA y en particular el Consejo Permanente, bajo la presidencia rotatoria norteamericana –¿Happy coincidence?–  de manera sui generis desalojó a la representación de Maduro en favor del designado por la Asamblea Nacional Gustavo Tarre Briceño. En cuanto a su falta de participacion en el Grupo de Lima deducimos que obedece a un aislamiento comprensible toda vez que es dificil imaginar un consenso entre esos países y Estados Unidos para emitir declaraciones como las que hemos venido observando. 

Unilateralmente las medidas han sido mucho más efectivas y demoledoras para el señor Maduro y su entorno; confiscaciones de cuentas cuyos montos desconocemos, sanciones contra empresas que comercien oro con Venezuela, a los transportistas de petróleo, confiscación de activos, sanciones al BCV, etc. Todo esto se complementa con dos expresiones que nos son harto conocidas ya: “Todas las opciones están sobre la mesa” y “Estados Unidos no necesita ni a la ONU ni a la OEA para actuar”.

Los desacuerdos de Estados Unidos con la ONU y las tensiones de este país con China  y Rusia en torno a la situación venezolana pareciera que juegan a favor del primero. Este es un asunto que se debe manejar con mucha prudencia por el presidente interino y la Asamblea Nacional. Las declaraciones sobre la materia deberían provenir con la asesoría de funcionarios con experiencia en materia de política exterior que estoy absolutamente seguro estarían dispuestos a apoyar este proceso de transición en el cual hemos depositado nuestra confianza y esperanza.

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