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Unidad para salir de la depresión

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Hoy nos encontramos en una encrucijada, donde los caminos que nos ofrece son cada vez más difíciles. Por un largo tiempo nos ha preocupado el problema de la conducción política de la oposición, en el cual debo incluir la necesidad de atenuar las vulnerabilidades emocionales. Luchar contra este régimen es hacerle frente a sus campañas de terrorismo psicológico. Sin contar con la descomunal cantidad de violaciones del precepto constitucional, o de cualquier norma o regla acordada que vaya en contra de sus intereses.

En muchas oportunidades se ha planteado la reestructuración de la llamada Mesa de la Unidad Democrática, punto necesario para poder retomar la credibilidad del ciudadano y continuar direccionando todas aquellas acciones que nos lleven a la realización de cambios en el país, y aunque se han realizado algunos, pareciera, por los resultados obtenidos, que van en sentido contrario al éxito.

En este momento nos enfrentamos a la toma de nuevas decisiones que involucran seguir el camino para combatir de manera democrática a un régimen totalitario que le dio la espalda al pueblo. Así que el asunto no es ir o no ir a elecciones –de por sí, un problema–, sino enfrentar los efectos que una u otra decisión generan hacia el interior de la oposición unida; sobre todo cuando los partidos no deliberan y mucho menos aquellos personajes que aspiran a la Presidencia de la República. Dependiendo de la postura –favorable o no– ante los comicios venideros, las emociones que este tema ha generado en la población son más rabia, desesperación, desesperanza, decepción, desilusión y hasta depresión en las cercanías del posible fracaso, por no decir eminente y parecer derrotista.

¿Cómo tratar esa rabia inmensa, esa depresión monumental, sin importar la decisión que se tome? Hay expertos desoídos que refieren una solución o recomiendan un tratamiento, pero no son escuchados por los sacrosantos líderes de una unidad que todavía debe probar que es unidad. Se puede estar en medio de la peor tempestad, pero los buenos capitanes no huyen como cobardes, ni soslayan la angustia de la tripulación o se esconden tras frases gentiles. Los buenos capitanes toman firmes el timón y transmiten seguridad, confianza, aplomo y empuje.

¿Con cuántos psicólogos sociales o clínicos contamos? ¿Qué dicen los psiquíatras de todo esto? Lamentablemente, los expertos ya no emiten opinión; muchos de ellos se han ido buscando nuevos horizontes o una mejor vida, que básicamente se resume en cubrir necesidades básicas sin pasar penurias como las que pasan los que se encuentran en el país, los que quedan no son escuchados, o no emiten opinión política, por sentir que han sido excluidos por la política de este país.

Para seguir en el combate, o para algunos la lucha, debemos reconstituirnos como unidad y cambiar en la población esa imagen desgastada y desprestigiada, producto de tantas inconsistencias en las decisiones y en el actuar contra el régimen. Debemos siempre recordar que los países no se acaban. Pasa el tiempo y los dirigentes, y por más que se haya intentado la destrucción total de un país siempre podrá surgir como el ave fénix desde la cenizas, porque convencidos estamos de que nuestro carácter y convicción democrática son más fuertes que cualquier pseudoideología. Venezuela no se rinde.

@freddyamarcano

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