Lamentable. El Parlamento ha perdido el foco de los temas que afectan al país y a la vida de los venezolanos, al desviar la atención hacia una discusión cuya desafortunada consecuencia es mostrar a una oposición dividida y a una Asamblea Nacional metida en dificultades.
Es inaudito que una parte de la alternativa democrática, en medio de las calamidades sociales y el recrudecimiento del talante autoritario del régimen, privilegie como acción estratégica “quebrar a la oposición para que se caiga Maduro”. Dios nos agarre confesados, pero la eficacia y supuesta superioridad moral de esta política es altamente cuestionable y me atrevería a decir que irracional.
Hemos pisado la trampa que ha fracturado un bastión democrático construido en 2015, voto a voto, con esfuerzo y unidad. Una fuerza con la que el régimen no ha podido acabar, pero sin duda ha logrado minar. Ahora atravesamos una situación crítica, por falta de una política unitaria y la influencia de quienes alientan una intervención armada desde Miami, Nueva York y Madrid, de tertulia en tertulia en gratos cafés y sin la cortesía de por lo menos comprarse unas botas militares o siquiera una gorra verde oliva. NO, otros invadirán, otros matarán por ellos para que puedan, plácidamente, ser desembarcados en Miraflores. Que alguien explique la factibilidad de estos delirios bélicos.
Es cuestionable desde el punto de vista del valor y el honor, así como desde la ética, promover que “otros” tomen las armas para que “otros”, protagonistas de redes sociales, lleguen a gobernar.
Por supuesto, estimados lectores, no me siento animado a participar en esta “unidad”, cuyo destino es la frustración y el afianzamiento de Maduro, en su juego geopolítico con Rusia, Cuba, China y Turquía. Mucho cuidado, el camino al infierno está lleno de buenas intenciones.
La unidad sí es posible y esta debe funcionar en torno a la estrategia que contemple el mayor consenso posible sobre cómo lograr el cambio político en Venezuela, sin violencia.
Al uso de adjetivos y descalificaciones entre opositores debe ponérsele fin. Un pacto entre fuerzas políticas y sectores que generarían la oportunidad y la garantía de minimizar estos episodios.
En este camino a la unidad, es necesario dirigir un discurso a las Fuerzas Armadas, a los organismos policiales y a la administración pública en general, donde quede claro que ellos no son los enemigos del cambio político, sino que pueden ser aliados y protagonistas de un cambio democrático, pacífico e incluyente. Pero mucho más importante es que desde la oposición unida debe dirigirse un mensaje simple y claro a una población diezmada cada día más en su capacidad de cubrir sus necesidades básicas: no es posible mejorar la calidad de vida del venezolano bajo este régimen, y nosotros, la alternativa democrática, tenemos una respuesta a este caos.
Hay que saber dónde colocar el acento. No se deben seguir modelos de polarización y caos que buscan crucificar al de pensamiento diferente, al incluirlo en una nueva “lista Tascón”.
La unidad debe estar basada en una sola diplomacia. La comunidad internacional está aturdida con tantos mensajes disímiles, cuando debería ser simple: la unidad debe estar enfocada en articular la presión interna con la externa.
Debe abonar, además, el fortalecimiento de la Asamblea Nacional como institución legítima y democrática reconocida internacionalmente. Es un error de incalculables consecuencias buscar destruir la AN para imponer un pensamiento sobre otro, aunque esto no implica que no haya diferentes visiones o criterios en una sociedad plural.
De esos desencuentros es que debe rescatarse un ideal en común y aupar la verdadera unidad que logrará el restablecimiento de un país de progreso, con el aporte de cada uno de los que creemos en la democracia. La inmensa mayoría del país está a favor de una amplia unidad opositora. Los actores políticos y sociales estamos obligados a dejar a un lado las posiciones particulares extremas y buscar un mínimo de consenso que maximice la presión interna, la presión externa y ofrezca un proyecto alternativo de país para materializar el cambio político. Decía el asesor político de Bill Clinton: la economía estúpido, la economía. Hoy hay que parafrasearlo: unidad estúpido, unidad.
El adversario es el régimen, el hambre, la miseria, la destrucción de nuestro país. No verlo y actuar en consecuencia es altamente costoso para el futuro de nuestros hijos.
@carlosvalero08
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