Creo que las declaraciones de la ciudadana Delcy Rodríguez compiten con bastante frecuencia con el radicalismo trasnochado de Diosdado. En algunos momentos es difícil identificar cuál es la peor, pero finalmente ambos surgen de una mezcla peligrosamente explosiva: la ignorancia apoyada en el poder, con la importante limitación de falta de contrapesos a su procaz audacia.
Asumir la catástrofe nacional desde una perspectiva nihilista, además de las implicaciones personales en cuanto a salud mental de los personajes que las expresan, resumen un importante error de apreciación de los sucesos políticos y militares desarrollados desde la oposición de izquierda en la década 1960-1970, hechos de importancia que no deben ser banalizados mediante comentarios que califican en forma equivocada lo acaecido.
Unos cuantos años después, casi la totalidad de las organizaciones participantes en los conflictos armados de los sesenta han reconocido el profundo error cometido al haber conducido las diferencias políticas a esos niveles de violencia. Nunca existieron suficientes razones para hacerlo, generándose una situación extraordinariamente negativa para el campo crítico, cuyas capacidades para soportar las respuestas represivas al desafío eran pocas.
Además, hoy se trata de asumir desde el gobierno o desde la oposición democrática una política de Estado destinada a la recuperación de la nación, capaz de avanzar en la superación del deterioro de la economía nacional, rescatando las posibilidades productivas de la República, rescatando a la población de la desesperanza y del desorden inducido desde el poder del Estado, reconquistando además nuestra autonomía y soberanía hipotecadas a los intereses del Estado cubano
Tanto en 2014 como en 2017, las Fuerzas Armadas de la República han participado en la contención violenta e incluso asesina de la oposición, muy particularmente del universo juvenil partícipe en las movilizaciones, actividades convocadas por el Ejecutivo y con el pleno respaldo del Alto Mando Militar, convertido en un instrumento represivo de las políticas públicas del gobierno. ¿Qué hacemos con esos muertos Delcy, son tan importantes y heroicos como los del pasado guerrillero?
No debe lavarse la cara la ciudadana Delcy, pero tampoco las manos con sucesos históricos cuya interpretación, además de ser muy discutible, es muy diferente a lo que padecemos hoy en la nación; hechos que no deben ser utilizados para hacer apologías personales destinadas a confundir a la sociedad. Asuma su responsabilidad en primera persona y deje los muertos tranquilos, ellos equivocados o en lo cierto asumieron su compromiso.
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