En este mes de junio se lleva a cabo el Mundial de Fútbol, suceso que unifica a los países del orbe, por lo que una gran mayoría de venezolanos estamos pendientes de tan magno evento y nos hemos olvidado de otros escenarios, como por ejemplo del aspecto territorial del país, en específico del Esequibo. Hoy hay una importante convocatoria a La Haya, donde se tratará el tema de ese importante espacio geográfico o como lo puedan ver otros, ese territorio que ha estado en reclamación durante más de un centenar de años. Ahora bien, la mismísima Cancillería venezolana intenta curarse en salud al publicar la convocatoria para acudir al Tribunal Internacional y sentarse con Guyana. No dice si va o no, pero es de presumir que lo hará.
No hemos sabido absolutamente nada del asunto. La convocatoria del Estado fue remitida y ni se habla sobre el caso del Esequibo. El canciller Arreaza se concentra más en hacer el ridículo en la sede de la OEA cuando apeló a las antiquísimas consignas de Fidel, en lugar de afrontar el trabajo real que debe hacer en la Casa Amarilla; la misma Casa Amarilla que sirve a Delcy Rodríguez para sus actos con los presos o rehenes políticos.
No se han reunido con la oposición para tocar un tema que es de Estado, ni se reúne el gobierno mismo para ver cómo se desembaraza de un problema que el propio gobierno ha ocasionado, por dejar a un lado el tema de la defensa de nuestro territorio, y hablar de un falso nacionalismo en defensa de personeros que han sido sancionados por haber desangrado a la nación. Simplemente, este gobierno no ha probado que se reúne y que trabaja sobre la materia territorial y eso se hace –simplemente– reuniéndose. No hay otro modo de probar su trabajo para generar confianza.
A mi modo de ver, el papel de Venezuela en La Haya este lunes 18 de junio es el de invitado de palo. Se preguntarán la razón, la cual es obvia: la Asamblea Nacional declaró inaplicable la remisión del caso por el secretario general de las Naciones Unidas, por haberse excedido en sus atribuciones. Gústele o no a Maduro, la oposición seria y responsable tiene razón. Entonces, ¿por qué no reconocerlo?
La dirigencia opositora, en lugar de enguerrillarse y canibalizarse entre sí, debería hacer un alto, señalar una tregua para atender este gravísimo asunto. Son muy escasas las voces que proponen alternativas y dan testimonio de preocupación y angustia sobre el caso. Entonces, ¿no hay siquiera una tregua “esequibana” para darle una mirada de fondo a uno de los problemas fundamentales del país? ¿No hay posibilidades de unirse para realizar aportes sólidos y funcionales?
Por cierto, el 6 de febrero de 2018 la Asamblea Nacional nombró una Comisión Mixta sobre el Esequibo, la cual amargamente brilla por su ausencia. Al momento de escribir estas notas, no ha dicho nada sobre la materia, ni siquiera ha intentado orientar a la opinión pública. Vemos con tristeza y asombro la desidia de todos los involucrados. Ni la oposición ni el gobierno han tomado las previsiones del caso a tiempo, por lo que es perfectamente predecible que los actos procesales avancen de la misma manera. Entonces, ¿no son corresponsables también los diputados miembros de esa comisión que, en cuatro meses, nada real han hecho?
Otra cosa que tampoco se puede pasar por alto es la retórica vacía del madurismo, quienes, en el comunicado de la Cancillería con el cual se avisa de la reunión del próximo lunes, invocan a la unidad nacional. Evidentemente, es un mero ejercicio para intentar lavar su cara al utilizar esa posición hueca, pues siempre se les ha advertido que la materia debe obedecer a una política de Estado que ha brillado por su ausencia en estos 20 años. Que sepamos, no se ha reunido el Consejo de Seguridad de la nación para algo tan específico, como lo planteamos varios parlamentarios en 2014 y 2015. Venezuela pagará con creces por la falta de una posición gubernamental sobre el tema, la ineficacia de una oposición dormida y la inexistencia de un trabajo constante y efectivo por ambas partes políticas.
@freddyamarcano