Don José Pisano y otros, según lo que he leído a los entendidos, hicieron posible que desde el sábado tengamos la película Roma de Alfonso Cuarón en el cine Trasnocho del Paseo Las Mercedes de Caracas. Desde acá mi agradecimiento a todos ellos por permitirnos admirar este filme que sin duda formará parte de los clásicos del cine iberoamericano. Cuarón nos permite recrear muchos aspectos de nuestra realidad civilizatoria desde el tiempo específico de los años setenta en México. Es una mirada que supera la ya trajinada perspectiva de odios sociales y resentimientos ancestrales. Tampoco es una visión idílica, es un drama que nos afecta y especialmente a los que nacimos en este continente. La vida de una humilde y joven doméstica (Cleo) que trabaja fija en la casa de una familia de clase media de la Ciudad de México sirve como perspectiva para mostrar múltiples realidades de su tiempo, en especial las relaciones con los niños de la casa. Con la influencia del neorrealismo italiano, el cine japonés –especialmente del gran Yasujiro Ozu (1903-1963)–, el cine mexicano; pero sin caer en trilladas imitaciones, sino generando una muestra original que no dudamos de calificar como obra maestra.
Al comenzar a ver un filme tiendo a usar algo que he llamado “la norma de los primeros cinco minutos”, la cual consiste en evaluar si la misma me logra atrapar o no en ese tiempo. En esta ocasión fue “amor al primer cuadro”, en especial sus planos generales y la cámara que va recorriendo cada uno de ellos, los encuadres tienen a Cleo (Yalitza Aparicio) como centro, pero muestran los espacios de la casa y sus personajes, al igual cuando sale a los espacios abiertos y usa los planos panorámicos. El sonido es todo el que puede existir en dichos lugares, por lo que no posee banda sonora musical. Las imágenes lograron meterme dentro de la historia y casi tocar cada objeto y persona. La escena en la playa hizo que las olas me mecieran. Técnicamente es perfecta, y nos permite emocionarnos a través de las imágenes.
En el transcurrir de la película me dije: ¡Yo viví eso! ¡Yo fui un niño de clase media, aunque vivía en apartamentos, por lo general, que hasta mis 11 años siempre compartió con domésticas que dormían en casa y veían la TV en la noche con nosotros! Nunca fue una sola, pero a algunas les tomamos un gran cariño y este fue recíproco. La escena que muestra la azotea como el lugar para lavar y secar al sol la ropa me recordó mucho a la casa de mi abuela materna, porque era así y hasta un tragaluz parecido tenía. Sé de muchísimas familias que en el pasado tuvieron domésticas que al final se integraron de algún modo siendo un miembro más. En la primera hora del filme dicha relación no está muy clara, y la vida de Cleo se ve como algo frustrante y con tendencia a un claro servilismo. Pero poco a poco ¡no haré spoiler! surgen crisis que cambian esta visión. Se nos muestra la marginalidad y la violencia que padece la clase social a la que pertenece Cleo, pero nunca sufre racismo o discriminación por parte de la familia “empleadora”; aunque el machismo (“las mujeres siempre estamos solas”) se hace presente en todos los ámbitos. Las “señoras de servicio” que trabajaban en las casas siempre tuvieron un papel especial a lo largo de nuestra historia, y considero que Cuarón ha hecho un hermoso homenaje que sirve para mostrar un rasgo de nuestra identidad latinoamericana sin pacaterías, cursilerías o exagerados conflictos. Al final se da una reformulación y síntesis nada hollywoodense (¡gracias a Dios!) pero que ofrece sentido en la vida de la gran familia.
Nota importante: la semana pasada nos ha impactado y preocupado una triste noticia. Nos referimos a la despedida ¡por poco tiempo, Dios mediante! de la edición impresa de nuestro admiradísimo y querido periódico El Nacional, debido a la negación del régimen para facilitarle la adquisición del papel. Rogamos a Dios y a todas las personas de buena voluntad para que pueda seguir resistiendo aunque sea en digital, hasta lograr una vez más volver a nuestras manos. Desde acá expresamos nuestra solidaridad ante tal atropello, siempre agradecidos por permitirnos ser parte de tan digna prensa.