He escrito sobre este libro con anterioridad. Se titula Entendiendo el conflicto y la guerra y consta de 5 volúmenes. El volumen 2 se titula La hélice de conflicto y tiene 35 capítulos. El capítulo 19 se titula “La naturaleza fundamental del poder”. El autor es Rudolph Joseph Rummel, con grado, maestría y doctorado (Ph.D) en Ciencias Políticas, profesor emérito de Ciencias Políticas en la Universidad de Hawai y fallecido en 2014, a la edad de 81 años. Rummel dedicó su vida a estudiar datos sobre la violencia colectiva y la guerra a fin de encontrar soluciones para resolverlas o eliminarlas.
Este capítulo 19 se inicia con la siguiente cita perteneciente a El sofista, obra de Platón que data probablemente del 367 al 362 a. C.: “Mi idea sería que cualquier cosa que posea algún tipo de poder para afectar a otra, aunque sea por un solo instante, por más trivial que sea la causa y por más leve que sea el efecto, tiene existencia real, y sostengo que la definición del ser es simplemente poder”.
Seguidamente Rummel escribe que “el poder es productivo en efectos” y procede a suministrar algunas definiciones de poder, concretamente 10 definiciones, de las cuales citaré solamente una y el lector se dará cuenta luego del porqué.
Según el politólogo Robert Dahl (The Concept of Power, 1957, p. 202): “Mi idea intuitiva sobre el poder es esta: A tiene poder sobre B en la medida en que puede conseguir que B haga algo que de otra manera no haría”.
He citado la anterior definición porque es la misma que evoca Moisés Naím, de manera expresa, en el enfoque práctico en que enmarca su libro El fin del poder (2013, Random House Mondadori). El libro de Naím tiene el propósito de entender lo que hace falta para adquirir poder, conservarlo y perderlo. Para Naím, el poder es la capacidad de dirigir o impedir las acciones actuales o futuras de otros grupos e individuos. En sus propias palabras: “O dicho de otra forma, el poder es aquello con lo que logramos que otros tengan conductas que, de otro modo, no habrían adoptado”.
En opinión de Naím, tal definición no solamente es operativa y clara, sino que evita indicadores engañosos como la asociación del poder con el tamaño, los recursos, las armas o el número de votos. Sin embargo, también afirma que es necesario elaborarla un poco más y a tal efecto la complementa con la, así llamada, taxonomía del poder de Ian MacMillan (1978, Strategy Formulation: Political Concepts) en la que el poder se expresa de cuatro formas principales o canales a través de los cuales se ejerce: la fuerza (coacción), el código (obligación), el mensaje (persuasión) y la recompensa (incentivo).
Un asunto clave aquí es que los efectos de A sobre B pueden ser vistos por B de cuatro maneras: dos en las cuales el resultado es visto como mejora (recompensa y persuasión) y dos en que el resultado es visto como una no-mejora: la coacción (violencia y represión) y la obligación (el deber legal, las nuevas leyes que limitan el cúmulo de opciones conductuales posibles colectivas o individuales).
El caso es que el poder puede cambiar la situación o cambiar la forma como la situación es percibida. Ante la imposibilidad de caminar por la primera, la segunda es la senda de doble vertiente que transita el gobierno de Nicolás Maduro con el uso de la fuerza para reprimir y la creación fraudulenta no de una asamblea nacional constituyente, sino de una asamblea nacional paralela cuya vigencia sería proporcional a su utilidad para anular la Asamblea Nacional elegida en contraste de manera lícita y democrática, dar de baja a la oposición y asegurar las conductas deseadas en los ciudadanos. Uno concluye que, como mínimo y desde esta perspectiva, el gobierno tiene una estrategia y tiene una táctica.
El segundo asunto clave aquí es la pregunta que le hago a usted, amigo lector: con la economía y el ámbito internacional en contra del gobierno, con una oposición anulada, perseguida, sin estrategia ni táctica, continuamente subestimando al gobierno, ¿logrará el gobierno, mediante la fuerza y el código, que los ciudadanos adoptemos la conducta que desea?
¿Tiene realmente poder el gobierno?
c.e.tinoco.g@gmail.com