No son estos los momentos más indicados para perder el tiempo, el poder que aún pretende detentar el régimen usurpador mantiene al país bajo el terror.
La utilización del desasosiego y la emergencia permanente producen la sensación de una alarma que impide pensar en el futuro. Solo puede uno concentrarse en la supervivencia y así logra el usurpador establecer una relación de dependencia que pretende una especie de síndrome de Estocolmo social.
La asfixia de los medios de comunicación, la ausencia de prensa, el encarcelamiento y amedrentamiento de periodistas y comunicadores, pretende ser sustituida por anuncios de falsedades, como que ya llega la desaparecida energía eléctrica, o que la falta de medicinas y alimentos no es sino una invención mediática y cuanta ocurrencia se les pasa por sus agitadas mentes para contrastar la trágica realidad con su mundo imaginario del hombre nuevo y el mar de la felicidad.
Mas el régimen usurpador no se para en eso, y se aferra con los más sanguinarios y contundentes métodos de una represión que marcan con muertes, torturas y encarcelamientos a quienes patrióticamente y valientemente reclaman la evolución de los derechos tiránicamente usurpados a todos los venezolanos.
El alma democrática de nuestros ciudadanos ha explotado con un entusiasmo y la voluntad férrea de recuperar el bienestar y prosperidad que nuestra patria nunca ha debido perder y solo un nivel de corrupción y canallesca inimaginable han podido perpetrar.
Pero ¿cómo se puede destruir ese Leviatán si solo se cuenta con la voluntad y deseo? Solo el entusiasmo se enfrenta a esa fuerza feroz del aparato represivo, aparato bien alimentado por otros sátrapas como los cubanos y rusos. No es suficiente el entusiasmo y la voluntad, es imprescindible organizar la unión y marchar en forma compacta, como uno solo, por ello alguna vez dijo el genio maléfico, padre de la revolución rusa, Lenin: “La revolución no se hace, sino que se organiza”
La plataforma ya está hecha, nuestra Asamblea Nacional ha demostrado su cabal responsabilidad para conducir esta lucha. Ahora toca a los ciudadanos participar íntegramente para asegurar el triunfo de la democracia sobre la corrupta tiranía.
No hay justificación posible para prolongar este régimen del hambre, de la sangre y de la muerte, basta de barbarie e insensatez. Harto comprobado está la incapacidad de los usurpadores para recuperar la salud de la nación, es por ello que no se debe cejar en la lucha y unir todos las voluntades bajo la conducción de una dirigencia, la única y legitima representación de la voluntad popular, nuestra Asamblea Nacional.
La declaración de la usurpación engendró el mayor movimiento de protesta hasta ahora vivido, salvo las fuerzas armadas y los colectivos todos los venezolanos exigen la renovación de los poderes.
No se debe dudar de la ruta que nos conducirá al triunfo, no se debe perder el tiempo escuchando los cantos de sirenas. La única voz que debe prevalecer es la del bravo pueblo; sí, el tiempo apremia y es tiempo de luchar unidos.