El cambio es un aspecto presente en las experiencias de los individuos como parte natural de su desarrollo. Muchas veces se presenta de manera involuntaria, aunque sea difícil entenderlo. Por esa razón, las personas deben aprender a aceptar estas transformaciones para que puedan reaccionar de la mejor manera ante lo nuevo y distinto a lo acostumbrado. Lo ideal es demostrar una actitud que genere fortalecimiento ante situaciones desconocidas. En ocasiones, hay temor emocional a equivocarse, a ser criticados o a no tener el control.
Todas las personas tienen su propia forma de afrontar estos cambios. Algunas, se resisten frontalmente, otras adoptan una actitud de víctimas o pueden llegar a sabotear esos procesos de transformación que pudieran traducirse en excelentes oportunidades. Sin duda, lo mejor es aceptarlo con una actitud positiva, de manera natural, considerando si es necesario modificar esa conducta o forma de pensar limitadora, tomando en cuenta que esa postura demostrada es una elección individual que debe basarse en el análisis, buscando una respuesta que permita crecer y avanzar.
Cabe destacar que el cambio representa siempre una situación difícil y exigente, pues obliga al individuo a dar pasos a ciegas, sin ninguna certeza de encaminarse en la dirección correcta. Además, con frecuencia los individuos no son conscientes de ese temor, no se atreven a romper los esquemas para enfrentar lo desconocido y, por el contrario, crean una coraza protectora para no asumir, a veces por simple comodidad, lo que esto pueda implicar, como, por ejemplo, responsabilidades o la opinión de otras personas.
Igualmente, será determinante atreverse a tomar decisiones oportunas en el momento justo, en lugar de posponerlas o alejarlas, por no enfrentar las consecuencias y por temor a equivocarse. Cuando se desea avanzar, es importante asumir estos riesgos, pues existe la real posibilidad de cometer errores. Las dudas, las equivocaciones y los fracasos, también representan un aprendizaje y deben tomarse como esas experiencias útiles o parte de una etapa más, que permitirá alcanzar los objetivos finales a mediano o largo plazo.
Finalmente, es relevante que exista un verdadero deseo de cambiar, como un primer paso, que permita asumir riesgos, renunciar a aquellas costumbres que limitan y mantienen la motivación dormida ante nuevas iniciativas. El cambio no puede llegar como algo impuesto por los demás, sino por convicción propia, de manera auténtica, adoptando una forma distinta de actuar y de ver las cosas.