Si bien es cierto existen varios organismos especializados en el hemisferio en apuntalar una real integración energética, no es menos cierto que es un proceso en construcción permanente.
La idea central es cooperación, intercambio de experiencias, consolidación de regulaciones internacionales y formación de mercados más o menos regulados y organizados en energía (conceptualmente electricidad, gas y petróleo, además de renovables).
Integración tiene que ver con generar mecanismos de mejor uso y aprovechamiento de recursos energéticos, generando además políticas públicas combinadas entre países del hemisferio en generar mayor uso de renovables, generar mejores contribuciones al desarrollo que hace el gas natural como elemento de transición entre renovables y fósiles y tener políticas similares en oil y gas, dando mejores oportunidades a inversores privados del hemisferio y fuera de él en invertir en el mercado de la energía.
Siempre es importante ir derribando barreras que impiden la integración del sector: barreras económicas y principalmente políticas que no le hacen bien al sector y alejan la posibilidad de generar mecanismos de integración.
La integración energética debe salir del discurso y hacerse presente en la infraestructura.
La idea de integración tipo Petrocaribe no fue de las mejores porque allí había grandes diferencias entre miembros de esa organización: países como Venezuela que aportaban todo el petróleo y otros, como algunas islas del Caribe, que solo recibían el petróleo.
La Organización de Estados Americanos (OEA), organismo ya de prestigio global, podría liderar una nueva cruzada de integración energética continental y latinoamericana, con participación de Estados Unidos y Canadá especialmente en esta nueva etapa en que está comprobado que el uso de la energía es vital para el desarrollo y el mix: petróleo, gas y renovables va a caminar juntos por un buen tiempo. Tanto América Latina necesita de Estados Unidos cuando Estados Unidos, de todas formas y pese a su nueva independencia energética gracias al fracking va a necesitar, de todas formas, de América Latina. Hay sinergias irrenunciables. En este hemisferio está Estados Unidos, el país del mundo que más hidrocarburos consume a diario, aproximadamente 20 millones de barriles, el doble que China, entre su poderosa industria, vehículos, su parque militar y de aviación: esos datos muestran que Estados Unidos siempre va a necesitar energía, aun cuando hayan dominado la técnica del fracking, que, como dijimos en otros comentarios anteriores, coloca a Estados Unidos hoy como principal exportador mundial de combustibles refinados (gasolina y diesel), gran exportador de LNG con producción de crudo de más de 10 millones de barriles por día.
Una eficiente y real integración energética latinoamericana podría poner el hemisferio en mejor posición para generar un escenario de inversiones multimillonarias en energía en los próximos 25 años, pudiendo ser el hemisferio muy apetecible para economías agrupadas en OCDE, Davos, G-20, OMC y otros espacios que permanentemente buscan mejores posiciones globales donde empujar el capital.
Alianza del Pacífico y Mercosur de igual forma, junto con la OEA, podrían crear un organismo internacional hemisférico de coordinación en integración y interacción energética continental para la complementariedad. Gas, petróleo, renovables y electricidad son las llaves de esa interacción entre países. Líneas de transmisión y gasoductos/oleoductos que cruzan líneas transfronterizas son muestra clara de que la integración empezó y no se va a detener, restando siempre dar mejores condiciones desde los Estados para que fluyan capitales, innovación tecnológica e ideas en negocios compartidos.
Para el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo la región se plantea hoy la necesidad de resolver un dilema fundamental: ¿quién será su principal socio comercial en el futuro: Estados Unidos, Europa o China? En temática de energía podría ser Estados Unidos. Un elemento a no descuidar: China está penetrando América Latina cabalmente en negocios relacionados con petróleo, particularmente en Venezuela y Bolivia; urge por ello se consolide el bloque energético continental donde se tenga una institucionalidad fortalecida con reglas claras para inversiones externas, separando definitivamente el petróleo y el gas del mundillo político, huelgan los comentarios del surgimiento de regímenes latinoamericanos financiados por petróleo y gas.
La temática de la integración e interacción debe estar centrada en oil, gas, energías renovables, la interconexión energética y la construcción de infraestructura, con profundo compromiso a reducir efectos sobre el cambio climático.
América Latina tiene mucho qué ofrecer en comercio, industria y con energía a bajo coste se puede generar crecimiento y oportunidad.
Recojo en este párrafo varias frases de dos expertos del área legal en energía e hidrocarburos que señalan que debemos dar pasos concretos para responder la interrogante que subyace en expertos del área legal y normativa: ¿Es posible pensar que la integración regional podría conducir a la armonización del derecho?, como se preguntan los expertos Ramón José́ Medina y Gustavo Tarre Briceño que ayudan a generar una amplia y positiva discusión de lo que tendría que ser un marco legal de la industria de los hidrocarburos como paso fundamental en la evolución de los sistemas legales continentales del sector energía con capacidad para atender las nuevas circunstancias y las nuevas realidades de un negocio marcado por los avances en materia de tecnología, las exigencias de la demanda, las presiones de la competencia, la dinámica de la economía y, cada vez más, las consideraciones de orden ambiental.
Siempre indiqué que la energía no puede estar supeditada a la ideología, me sumo al coloquio latinoamericano de generar marcos legales de complementariedad y mecanismos de integración y subrayo la necesidad de que la OEA pueda crear un organismo técnico multilateral que coadyuve a la integración.
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