Pocas cosas me han impactado tanto en tiempos recientes como la comparecencia de los dirigentes obreros de Guayana en el programa Vladimir a la una. Por lo menos dos cosas me golpearon: los tablazos contra los salarios y convenios de los trabajadores y la ruina de las industrias del estado Bolívar, de ese importante esfuerzo por salir de la petrofilia.
Se respiraba una combinación de compromiso y amargura, de un conflicto que necesitaba triunfar. De la exigencia de una unidad esencial.
En este contexto, de fracaso de las últimas pataleadas del último programa de recuperación del gobierno, de la crisis general y las graves presiones internacionales, se habla otra vez de diálogo.
Si uno diseña el propio comportamiento a partir del chisme y el qué dirán, lo más posible es que agregue a su fracaso la vergüenza del propio extravío.
No es fácil la cosa, la mediocridad del gobierno puede haber sido contagiosa y se cae en esa trampa. Los líderes de la oposición parecieran estar entrampados en el qué dirán potenciado por las redes.
Se acepta de boquillas el concepto de que la política es negociación. Pero el chisme es más poderoso que esa definición.
La política es un juego de poder, no una contienda de orgullos y prepotencias, así que no se puede abandonar ningún ring, hay que meterse en todas las contiendas. Participar incluso sin estar invitado, porque colearse puede ser un despliegue de inteligencia.
El ambiente internacional aporta un grande apoyo que quiere salir de este incómodo y doloroso lío que es Venezuela. Lo internacional no quiere vías violentas y nosotros tampoco, así que hay que sentarse, incluso a sabiendas de las características falsarias y corruptas del gobierno. No esperes que el gobierno deje de patear y morder. Es su manera de ser y causa de su necesario cambio.
Uno siente el chantaje de la soberbia caballeresca y el temor al costo político que sentarse tiene, pero hay que hacerlo, hay que traer al gobierno a la proximidad para poder acertarlo con todos los golpes. ¿Es esto raro?
No, eso es Maquiavelo, tal vez el mejor teórico de la filosofía política, quien nos dice que la política poco tiene que ver con la pureza.
@perroalzao