Para condicionar un diálogo no era obligatorio viajar ¿o sí? ¡Claro que no! La credibilidad de los voceros de la coalición opositora, bastante disminuida por cierto, terminó de derrumbarse con ese viaje que no tiene una lectura distinta a la del placer.
Haber asistido a la reunión preparatoria o exploratoria en República Dominicana es en sí misma una autoflagelación de la alianza opositora. No era necesario asistir, ni siquiera por cortesía, como quieren hacerlo ver dizque para cumplir a la invitación de algunos mandatarios de otros países. Desde luego, el régimen hizo lo que sabe hacer muy bien, jugó duro y se encargó de hacer públicos algunos detalles de ese acercamiento para desacreditar, aún más de lo que está, a la MUD.
El régimen apuesta por la desunión.
No tenemos por qué dudarlo, al régimen le conviene apostar por la falta de unidad sincera dentro de la oposición, y desgraciadamente la MUD no hace absolutamente nada para evitarlo; por el contrario, al tener posturas ambiguas, al manejarse con un sospechoso secretismo de frente a los ciudadanos promueve que la mayoría de la población con sobradas razones desconfíe de ella.
Es una realidad que nadie puede ocultar, por un lado está el régimen oxigenado por el receso en las protestas que, quiéralo o no, fue provocado por la MUD al aceptar una aproximación para volver a dialogar; por el otro está un sector de la MUD que con o sin ingenuidad piensa convertirse algún día en poder, pero por otra parte está la inmensa mayoría de los venezolanos que no cree en el régimen ni tampoco en la MUD, pues a ambos los consideran caimanes del mismo pozo. Desde luego, la MUD y el PSUV juegan el mismo juego, mientras que los espectadores muchas veces no entendemos lo que hacen.
¿Qué ocurre entonces? Crece la necesidad de insurgir ante esos dos equipos que se han encargado de destruir a Venezuela. La MUD y el PSUV sí se entienden, los que no los entendemos somos los ciudadanos que queremos vivir en un país de oportunidades. Ambos han demostrado que son populistas y que juegan con las esperanzas del pueblo, no les importa mentir con tal de ganar afectos. El fraude es su fuerte.
Ya basta de mentiras, es necesario construir o reagrupar el verdadero sentir venezolano. Nuestro país no puede continuar siendo un escenario donde la discusión política sea del quítate tú para ponerme yo. No, nada de eso. La política debe construirse con programas realizables, creíbles y desarrollados por gente sensata y no por encantadores de serpientes.
Aferrado al honor.
La coherencia es fundamental para crear conciencia colectiva, para comenzar a generar confianza y credibilidad. Nadie puede entender que un día se desconozca a un presidente y a la semana siguiente lo llamen señor presidente, cómo explicarle a la comunidad internacional –que la necesitamos así digan lo contrario– que hagamos un maravilloso plebiscito para desconocer la asamblea nacional constituyente, pedirle a la FAN que cumplan su papel constitucional, nombrar nuevos poderes, conformar un gobierno de unidad para después hacer un llamado a elecciones generales, pero luego salgamos con aceptar unas elecciones para designar gobernadores que no gobernarán. Esa decisión significa enviar un muy mal mensaje a quienes desde el extranjero han apoyado nuestras luchas, porque les hemos dicho que estamos en dictadura, y aquí y en la Conchinchina se sabe que dictadura no sale con votos, y menos si esos votos serán para supuestamente elegir gobernadores que no tendrán presupuesto ni siquiera para pagar la abultada nómina que heredarán.
La política no puede ser para mentirosos. Por pensar de esa manera es que estamos en el peor de los deterioros. Un estadista tiene que decir las verdades así moleste a los gobernados o a sus militantes. Quien gana votos a fuerza de mentiras no merece ningún respeto, porque son los que hacen de la política su negocio para fines personales. Bien sea para satisfacer egos o lucrarse con el erario público, mientras el gobernado se empobrece cada día más.
La difícil tarea de llamar a la abstención.
Abstenerse en dictadura es oponerse al tirano y a sus colaboradores, en ningún caso la abstención debe ser considerada como una afrenta a los ideales democráticos, al contrario. Tampoco es de “tontos” abstenerse, como algunos sesudos analistas han tratado de hacerlo ver como para ridiculizar a quienes promovemos la abstención consciente. Tontos son los que votan creyendo que lograrán debilitar a la dictadura, cuando la realidad es otra. Votar en dictadura es fortalecer al dictador y espantar la ayuda internacional, que la necesitamos. Algunos dicen “si no votamos, el 16 amanecemos con las 23 gobernaciones en manos del PSUV. Bueno amigos míos, eso es lo peor que le puede ocurrir al régimen, pues, ya las tienen en la práctica, porque las 3 que están en manos de la oposición están atadas de manos y en ruinas y, sin poder quejarse porque los inhabilitan o encarcelan.
Nicolás Maduro, está ávido de repartir su ineptitud deliberadamente con más gobernaciones para que su irresponsabilidad y maldad quede distribuida. Más gobernaciones en manos de la oposición bajo este esquema de gobierno dictatorial generarán mayor desesperanza.
El asunto es saber promover la abstención o la no participación. Expresar desde el mismo día de las elecciones que en dictadura no convalidaremos al tirano con nuestro voto. Pero, además, seguir implorando de la comunidad internacional la conformación de un verdadero bloque que rompa el cerco de la mal llamada soberanía. Esto es, que se permita el ingreso de la ayuda humanitaria: de alimentos y medicamentos.
Desgraciadamente, aquí, voceros opositores han preferido participar en algunas corruptelas gubernamentales y embaucar al sector opositor en ese sainete llamado elecciones regionales en lugar de oponérsele con gallardía. Ni rechistaron cuando fijaron las elecciones, ni siquiera se les ocurrió pedir que mientras exista un preso político aquí no habrá elecciones. ¡Qué va!, ellos no quieren que los dejen afuera en el reparto de lo que piensan es un botín.
Ojalá puedan guardar este escrito para que se acuerden de mí. Es muy probable que se ganen varias gobernaciones, pero la decepción será muy grande y se hará sentir en muy poco tiempo. Contra gobernadores oficialistas y opositores se volcará el ciudadano a buscar le resuelvan los problemas ocasionados por Nicolás Maduro y por toda la podredumbre que él representa y recuerden: desde el 16/O muchos opositores se convertirán en cómplices del desastre.
La unidad es el camino.
Es correcto concluir que contra la dictadura no hay un camino distinto al de la unidad, pero no para compartir con las instituciones del tirano, a la unidad a la cual me refiero es para acabar con la pestilente gangrena que ha horadado todas las instituciones, y eso no se logrará, entiéndanlo bien: participando en unas supuestas elecciones regionales y, peor todavía, subordinadas a un mugriento organismo que le han dado el nombre de asamblea nacional constituyente.
Sé, porque me consta, que muchos en la calle votarán porque ingenuamente piensan que no hay más nada que hacer y utilizan el voto como válvula de escape porque sienten que no corren ningún tipo peligro, a ellos solo me queda decirles, no los condeno, pero necesariamente debo advertirles que esa ingenuidad es de la cual se aprovecha el tirano para seguir poniéndole la bota en el pecho hasta definitivamente esclavizarlos.
Desde esta trinchera, no pierdo mis esperanzas de continuar luchando por un país libre, sé a lo que me expongo. Lamentablemente, algunos supuestamente del mismo equipo me atacan y otros, seguidores de la dictadura, ni se diga, a ellos les ratificaré lo que siempre he dicho: jamás hipotecaré mis convicciones y principios por conveniencias pasajeras o amenazas de ningún dictador. ¡Libertad o nada!