COLUMNISTA

No son tontos, son perversos

por Carlos Blanco Carlos Blanco

Por fortuna, los que volteaban el paquete de Maduro por abajo, de lado, en forma diagonal y con aproximación sinalagmática, para encontrar sus bondades, eso que llaman sus “aspectos positivos”, ya renunciaron a tal faena. Algunos “empresarios”, asesores de las medidas, también han salido descalzos de Miraflores para que sus pasos de huida no se perciban en medio de los cólicos del alto gobierno. El buenismo una vez más derrotado.

Desde luego, cada cual puede hacer de su capa un sayo, pero en lo que todas las almas santas que apostaron un cambio se equivocan es en que no entienden la naturaleza del régimen. Los rojos no están extraviados. No; no es ausencia de explicaciones sobre cómo A influye en B, y B determina C. Es que solo están dispuestos a poner más aceite en la maquinaria que tritura, pero no a impedir el crimen que comete.

Para que haya dólares en Venezuela tiene que incrementarse la producción petrolera; pero no puede ocurrir porque Pdvsa está destruida. Otra vía es incrementar el endeudamiento externo; tampoco se puede, porque ya no hay nadie que quiera prestarle a la banda presidencial. También podría pensarse en exportaciones no petroleras; lo sentimos mucho, pero no hay nada qué exportar porque se ha arruinado la industria nacional. Tal vez podría apelarse al espíritu emprendedor de los nacionales que podrían traer sus dólares colocados en el exterior; imposible, nadie se arriesgará a traer un dólar que no sea para el mantenimiento de la familia, allegados o conservar la empresa con respiración asistida. Quizá, entonces, agresivos empresarios extranjeros se animarían; falso, nadie trae un dólar sin que se respeten derechos de propiedad, contratos y las reglas mínimas del Estado de Derecho.

No hay dólares, por consiguiente, no hay respaldo del bolívar. Eso del anclaje al petro es economía ficción en su grado de demencia. Es como si usted hiciese un esfuerzo con su brazo derecho, se agarrase la camisa por el lado de la nuca y tratase de levantar su cuerpo entero halando durísimo. O como si le diera un valor a los cachivaches del baúl de la abuela y sobre el total que usted le atribuye, comenzara a emitir “vales” o “títulos”: “Mira, Epaminondas, este papelito tiene un valor de 200 dólares por lo que yo calculo que hay en el baúl, ¿me lo aceptarán en Aruba?”.

Ellos saben todo esto. ¿Por qué lo hacen? Porque no tienen grados de libertad para hacer más nada. Quieren que la gente que les molesta, se vaya. Quieren que los que no se puedan ir, bajen la cabeza. Ese es el verdadero paquete. Solución: su salida.