Al momento de escribir estas líneas se suceden dos protestas –de sectores vitales para la vida nacional– como lo son los paros de la Federación de Profesores Universitarios y de enfermeras de la red de salud pública. Los paros se producen simultáneamente exigiendo al régimen el aumento de salarios y la entrega de recursos a estos sectores que, como el resto del país, están siendo barridos por la profunda crisis que atravesamos.
Crisis que el régimen agudiza con una serie de políticas nefastas que evidencian su modelo destructivo, implementado únicamente para sostenerse en el poder manteniendo al pueblo en el empobrecimiento y la dependencia. Crisis provocada por un modelo destructivo que estas protestas evidencian de forma palmaria, como se demostró terriblemente esta semana cuando, en respuesta a las exigencias del gremio de los enfermeros en el Hospital Universitario, el Ejecutivo se limitó a enviar tres gandolas con cajas CLAP.
Todo esto sucede en medio de un ambiente cada vez más conflictivo en el que a diario se registran cientos de manifestaciones en diversos lugares del país por la exigencia de servicios básicos como comida, medicamentos, agua, electricidad o gas o en protesta por la violación de derechos humanos por parte del Estado.
Esta protesta es atomizada, en muchos casos espontánea. Bajo el control de medios del régimen muchos de estos eventos se minimizan o son de plano desconocidos por la opinión pública. No están articuladas entre sí y no son acompañadas desde lo político sino de forma ocasional, estando delimitadas en sus necesidades particulares e inmediatas. En algunos casos el régimen da una respuesta superficial y momentánea y en otros, la mayoría, reprime ferozmente.
A pesar de esta atomización cada día es más incuestionable que estas protestas manifiestan el malestar y rechazo generalizado que no puede expresarse por otras vías democráticas e institucionales, secuestradas por la dictadura. Convergen en ellas incluso sectores ligados al gobierno, como se vio en las manifestaciones de la semana pasada en Miraflores del personal de la salud de la Misión Barrio Adentro. Todas estas protestas en su diversidad y sentido responden a la misma crisis sistémica de colapso y caos que sacude al país. Todas expresan clamor mayoritario por un cambio inmediato y urgente de modelo.
Es necesario que la sociedad en su conjunto se vincule y apoye la protesta, desde la articulación y la solidaridad. Debemos ser conscientes de que la búsqueda de beneficios y la solución de problemas a la que aspiran los sectores que se manifiestan –como por ejemplo los profesores universitarios y las enfermeras– redundan en el beneficio y el alivio de las necesidades de todos.
Para el liderazgo político la articulación de la protesta implica el involucramiento con problemas que vienen sucediéndose desde larga data, la creación de vínculos de confianza con individuos y comunidades afectados, el reconocimiento y apoyo a liderazgos sectoriales y locales, y la continuidad en el apoyo a la solución de la problemática antes, durante, y después de la manifestación.
En nuestro Movimiento Mi Convive en el municipio Libertador hemos desarrollado esta visión de solidaridad en el trabajo en las comunidades, con el apoyo y formación de liderazgos locales. Nos hemos involucrado con las personas, construyendo vínculos convivenciales de respeto y confianza, con una nueva concepción de lo político que se enfoca en el empoderamiento local y el logro de soluciones palpables y significativas para la gente desde la solidaridad.
En los encuentros de líderes comunitarios que realizamos continuamente se producen articulaciones espontáneas entre liderazgos de diferentes sectores del municipio. Las personas comparten experiencias y conocimientos, producen y toman responsabilidad de proyectos mancomunados y generan lazos de confianza que se sostienen mas allá de lo inmediato.
Esta nueva visión de lo político, que incluye la posibilidad de cambio desde el encuentro y la articulación para la solución de problemas comunes, es de vital importancia en el actual contexto de colapso y caos, de exclusión y fragmentación, que el régimen profundiza para mantenerse en el poder en detrimento de todo el país.
La escala de la crisis generada es de tal tamaño que es imposible que únicamente un grupo o sector pueda hacerle frente. Solo unidos y en solidaridad podemos. La tarea básica que enfrentamos en estos momentos es la de establecer vínculos y articularnos de manera efectiva y sostenida. Solo así podremos generar una nueva oportunidad de cambio para todos y emprender la reconstrucción del país.
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