Quizás no nos hemos dado cuenta, inmersos en tantos dimes y diretes, en las protestas y persecuciones, pero mañana podría ser una fecha trascendental para la historia política venezolana: en Sochi, ciudad turística de Rusia, el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, se reunirá con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y con el canciller de ese país, Serguéi Lavrov.
La vocera del Departamento de Estado, Morgan Ortagus, confirmó que el secretario de Estado llegaría el domingo 12 de mayo y permanecerá hasta este martes 14 “en una visita de trabajo para negociar todos los problemas bilaterales y multilaterales”.
La agenda tiene como tema principal a Venezuela, aunque también se hablará sobre Siria y Ucrania.
Pompeo y Lavrov tuvieron un primer acercamiento el 6 de mayo en Rovaniemi, Finlandia.
Trascendió además que el canciller ruso conversará hoy con su homólogo chino, Wang Yi, también presente en Sochi, por lo que representantes de alto nivel de Estados Unidos, Rusia y China coincidirán entre hoy y mañana en un mismo espacio geográfico.
Dada la magnitud de la crisis venezolana, que repercute en toda América y Europa, podemos esperar cualquier cosa de este encuentro, desde decisiones trascendentes que faciliten la tan ansiada salida de Nicolás Maduro del poder, hasta la negociación de apoyos y complicidades.
Es aquí donde realmente se juega nuestro futuro. Las grandes potencias son las que van a validar qué pasos deben darse, aunque no nos guste o pensemos que todavía somos el ombligo del mundo.
Maduro podrá patalear todo lo que quiera contra el imperialismo, llamar a los colectivos e increpar a los militares, pero sus próximos días dependen de si Putin lo considera aún como una ficha clave para preservar los negocios de Rusia en Venezuela. Si Pompeo lo convence de lo contrario o le ofrece nuevas opciones, mucho más beneficiosas, sus días estarán contados.
También podría ser previsible el final de Guaidó o de cualquier emergente opositor si rusos y chinos o incluso los mismos gringos no ven viable seguir el tránsito por la ruta del cese de la usurpación trazada desde enero. La molestia de la Casa Blanca con las estrategias fallidas de Voluntad Popular son cada vez más evidentes y un cambio de rumbo no sería ninguna sorpresa.
Está clarísimo que los venezolanos no podemos solos contra este esperpento y que, llegados a este punto, la ayuda extranjera llegó en forma de diplomacia pura y dura. El sufrimiento de unos y el abuso de poder de otros podría llegar a su fin si hay acuerdos en Sochi y eso lo sabe tanto la cúpula chavista como la de oposición, por lo que la mirada está puesta en las decisiones que se tomen en Rusia. Cojan palco y compren cotufas, que esto se pone bueno.
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