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Sin falsos nacionalismos

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Olvídense del tema electoral. Venezuela no saldrá de la crisis por vías convencionales. Hablar de elecciones es la coartada perfecta del régimen para hacer creer que la oposición tendrá algún chance de llegar al poder votando.

No pretendo desanimar a nadie, lo que sí deseo es ubicar a los ilusos. Esto es una tiranía que jamás aceptará entregar el poder por las buenas. Entiéndase bien: el poder no solo es Maduro, sino todo lo que él representa, eso abarca el Tribunal Supremo de Justicia, la Fiscalía General de la República y el Poder Legislativo que en 2015“ganó” la oposición mediante elecciones, pero se lo dejó arrebatar “judicialmente”. Es un cuadro cerrado lo que existe entre los distintos poderes para que se cumplan las órdenes de la tiranía.

Sin presión no hay solución

La presión debe ser continua en lo interno y también desde lo externo. El malestar debe hacerse sentir en las calles mediante las protestas, siempre de manera pacífica pero organizada. Por ejemplo, cuando se proteste en Táchira también debemos hacerlo en Carabobo y en otros estados. Eléxito de las manifestaciones se materializa cuando se extienden en todo el territorio nacional. En Caracas es vital que se escuchen los gritos de la molestia ciudadana.

Nunca exponerse más de la cuenta, esto es llegar hasta donde el sentido común lo permita. Susurrarle a los oídos al sector militar indistintamente al componente que pertenezcan. Explicarles muy bien que el socialismo es miseria, hambre y corrupción, que además acabará con ellos y con sus familiares.

El socialismo del siglo XXI corroe a la sociedad hasta convertir a los ciudadanos en esclavos alimentados de las dádivas del régimen. Los enferma y los humilla. Ese es el destino que nos espera si seguimos tolerando a los bárbaros rojos.

Necesario que lo sepan: no estamos bien ni tampoco vamos por buen camino. Esto cada día se pone peor. Al que le guste esto que se quede callado y asuma su barranco; pero el que esté inconforme debe saber que con el silencio no habrá cambios. Pues entonces, no hay otro camino que la organización para desobedecer al opresor. No esperemos que otros lo hagan por nosotros. La tarea es de todos. Desde luego, la cosa no es así de simple. Abajo trataré de explicar lo que propongo.

¿Unión multinacional?

Si me van a hablar de elecciones les advierto que conmigo no cuenten. Estoy en la onda de asumir el compromiso ciudadano de recorrer distintos sitios a los que nos invitan y a los que por iniciativa propia visitamos, explicando por qué la salida no será electoral.

En efecto. Imposible desalojar del poder a “gobernantes” que no creen en los derechos humanos, esto pasa por no respetar las normas elementales de los sistemas democráticos. Para ellos las mayorías no cuentan para nada si estas no los respaldan. A las mayorías se les silencia con la artillería de los cuarteles.

Lo preocupante es que en algunos “opositores” ha calado el discurso ese de que el voto es la única arma con la que cuentan. Tal aseveración sería cierta si estuviéramos en democracia, pero como no lo estamos, el voto no es un arma de los ciudadanos sino un salvoconducto del cual goza la tiranía para seguir cometiendo sus desmanes.

Entonces ustedes preguntarán: ¿si no es mediante elecciones, díganos cuál es la manera? La solución tiene que venir desde afuera. Ya está bueno de caer en el chantaje de los falsos nacionalistas que pretenden hacernos creer que somos agentes superpoderosos capaces de imponer la decisión mayoritaria y sacar a la cuerda de malandros que están atornillados en el poder. A ellos los desalojaremos el día que se sientan amenazados por otra fuerza, igual o superior a la que poseen.

Nosotros tenemos la escritura y el gañote aderezados con pancartas y pitos que exhibimos en las protestas, que dicho sea de paso: a ellos eso les resbala. Tan es así que cuando les da la gana nos encierran o nos disparan. Nos encarcelan o nos matan. Esa lucha es desigual.

Desde ya tenemos que diseñar la hoja de ruta. Yo tengo una que he expuesto en varios foros y asambleas. No propongo a ningún líder para dirigir la salida sino las ideas que nos harían encontrar el camino de la prosperidad.

Por eso no me queda duda de que todo cambio en Venezuela, tal como están las condiciones actuales, requiere la conformación de una unión multinacional que vigile y garantice la transición del narco-Estado violento hacia una verdadera República. Este asunto es igualmente urgente para la región, pues la mayoría de las naciones vecinas tienen sus propios y agobiantes problemas de pobreza, desempleo, que se han agravado con el éxodo masivo de venezolanos que todos los días cruzan las fronteras en autobuses marchándose a países tan cercanos como Colombia o lugares tan lejanos como la Patagonia chilena o argentina.

No más populismo

Lo primero que debemos tener claro es la erradicación del populismo en cualquier acción gubernamental. Que la gente trabaje y con el producto de su esfuerzo pueda adquirir los bienes para vivir y progresar. Quien más trabaje tiene derecho de ganar más. Basta del Estado benefactor. Hasta cuándo regalar bolsas de comida u ofrecer casas. Quien acepta un regalo del gobierno es presa fácil de la esclavitud.

Tenemos que garantizar la inversión privada, tanto nacional como extranjera. Hoy no está garantizada, ni por los tribunales ni mucho menos por los controles comunistas. En Venezuela la primera ley que se debe respetar es la Ley de la oferta y la demanda. Ningún precio lo puede fijar el gobierno porque eso se traduce en escasez e inflación. Indispensable es abrirle las puertas a los capitales. Nadie invierte en Venezuela porque no hay seguridad jurídica. Repito, no puede haber seguridad en un país cuyo sistema de gobierno no es democrático ni respeta las libertades económicas.

Socialismo es miseria

En Venezuela nada funciona porque el régimen así lo ha decidido. Son políticas deliberadas para lograr la indigencia colectiva. Tener a los habitantes pasando trabajo y viviendo en la miseria. ¿Cómo explicar el hecho de que han destruido todo? La industria petrolera, los acueductos, los sistemas eléctricos. Expropiaron y confiscaron empresas y haciendas que antes eran productivas para convertirlas en chatarras en ruinas y abandonadas. La devaluación del bolívar es astronómica. Urgente desmontar el control de cambio que se ha convertido en la principal fuente de corrupción de enchufados. La grosera diferencia que existe entre el dólar preferencial de 10 bolívares y el del mercado negro a 82.000 bolívares es más que suficiente para darnos cuenta del interés de las mafias rojas rojitas en mantener ese control.       

Sin ayuda internacional no hay salida

No tengo ninguna duda que la ruta de la prosperidad jamás podrá implementarse sin el apoyo internacional. En tal sentido, es menester tender los respectivos puentes internacionales y elaborar el manifiesto que contenga las bases para la liberación de Venezuela. Exigir la cooperación de fuerzas civiles y militares para ponerlas en práctica. Establecer un cronograma para ejecutar las acciones que conlleven a la recuperación nacional y para ello debe constituirse un gobierno de transición.

Ningún diálogo es productivo cuando las partes están en desigualdad. Hoy el régimen se nos presenta fuerte porque posee las armas, por eso quienes nos oponemos a este modelo requerimos de una fuerza militar seria y no que no esté sumisa al tirano, que garantice el cumplimiento de lo que se acuerde en cualquier negociación.

Mientras no recuperemos las instituciones y la economía del país es necio hablar de elecciones. Si Maduro quiere, puede seguir siendo el presidente; pero eso sí, debe cumplir lo que se establezca en las negociaciones, de lo contrario las fuerzas armadas multinacionales se encargarían de hacerlas respetar.

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