Sin agua, sin luz, sin comunicaciones, así pasamos los venezolanos la mayoría de lo que el madurismo llama es vida para el pueblo y por el pueblo.
Sin agua, sin luz, sin comunicaciones es una penuria que confronta casi el 100% de los venezolanos en los lugares más distantes del país, pero también en las ciudades más pobladas como Caracas, Maracaibo, San Cristóbal, Valencia o Puerto La Cruz, pero los maduristas aseguran que ellos trabajan para el pueblo.
Sin agua, sin luz, sin comunicaciones están todas las instituciones educativas públicas y privadas de Venezuela, pero los maduristas se jactan sobre tal realidad diciendo que tenemos una “educación de máxima calidad”.
Sin agua, sin luz, sin comunicaciones se encuentran prácticamente todos los centros públicos de salud, los cuales no tienen insumos asistenciales y menos medicamentos. A pesar de esa realidad, los maduristas aseguran que tenemos el “mejor sistema de salud del mundo”.
Sin agua, sin luz, sin comunicaciones están todas las empresas “gerenciadas” por el régimen, así como la mayoría de las empresas privadas. No obstante, los maduristas dicen que cuando éstas no pueden trabajar se debe por un sabotaje imperialista, o incluso por alguna afectación de ondas “electromagnéticas”.
Sin agua, sin luz, sin comunicaciones pareciera que deben girar en lo sucesivo las malogradas actividades del país. Ante semejante realidad, el hecho de que la cúpula madurista nos pida “comprensión” ante una desgraciada realidad que ellos mismos generaron, no sólo resulta hipócrita, sino que la ironía se conjuga en máxima expresión al ver cómo los culpables de esta situación, ahora sí prometen “arreglar”, lo que nunca fueron capaces ni siquiera de mantener en condiciones mínimas de funcionamiento.
Sin agua, sin luz, sin comunicaciones se encuentran las sedes policiales y militares, en las cuales los superiores obligan a las tropas y oficiales subalternos a tener que buscar el vital líquido en los ríos o manantiales adyacentes, mientras otros preparan fogatas que les permitan generar luz ante la oscuridad, o en su defecto, el fuego necesario para cocinar los tubérculos o leguminosas que serán su almuerzo o cena, porque el desayuno en el mejor de los casos se limita a una taza de café con un pedazo de casabe.
Sin agua, sin luz, sin comunicaciones es la constante en un número importantes de locales y centros comerciales de los diferentes estados. Así vemos que avisos improvisados con las leyendas: “baño cerrado por falta de agua”, “sin luz”, “no hay punto de venta”, no sólo son una permanente en el quehacer laboral, académico, sanitario o comercial de cualquier espacio de servicios en la alicaída infraestructura del país, sino que con la mayor perplejidad posible, el madurismo reconoce que esa forma de vida continuará con “administración de carga”.
Sin agua, sin luz, sin comunicaciones son parte de las razones por las cuales se originan protestas en diversos escenarios de la geografía nacional. Por ello, el que veamos de manera regular cómo las comunidades trancan calles o avenidas, cacerolean, o hasta generan tendencias en las llamadas redes sociales – en éstas cuando se les presenta la oportunidad – porque tienen horas, días y hasta meses sin tales servicios, en sus residencias o sitios de trabajo, es la única vía de reclamo que le queda a una ciudadanía, ante un régimen quien asegura que en Venezuela todo funciona de manera “absoluta”.
Sin agua, sin luz, sin comunicaciones se encuentran edificios, urbanizaciones, centros poblados o zonas periféricas ante un grupo de usurpación política que controla Miraflores y la Fuerza Armada, sobre quienes poco les importa que un país haya llegado a tal nivel de depauperación social.
Sin agua, sin luz, sin comunicaciones tiene que enfrentarse a diario una población que ha sido humillada, vejada, mancillada y violada en sus derechos más fundamentales, sin que exista autoridad de la llamada “defensoría” del pueblo que aunque sea levante la voz en favor de los ciudadanos, porque simplemente ésta es la defensora de los funcionarios del madurismo, es decir, que lo que tenemos los venezolanos en una anti-defensoría de nuestros derechos.
Sin agua, sin luz, sin comunicaciones y sin posibilidad de mejorar tales condiciones de vida pareciera que el único futuro que les queda a los venezolanos, quienes además deben subsistir con salarios que en el mejor de los casos llegan a los 5 dólares mensuales para afrontar una escalada de precios que supera los 2.000.000% al año. Pero el madurismo dice que vivir de esa manera es “vivir en socialismo” y para la “revolución”.
Vivir sin agua, sin luz, sin comunicaciones es la condena que deben pagar los venezolanos bajo el régimen madurista. De eso ya no existen posibilidades de decir lo contrario. Aun así, todavía la senilidad mental y biológica que les apoya asegura que con el “madurismo” todos somos felices. Es posible que para ellos, el hecho de no tener electricidad aunque sea para planchar la ropa, tener agua para cepillarse los dientes o lavar la ropa, o cuando menos tener la posibilidad de comunicarse por algún mensaje de texto, son acciones propias de oligarcas y seres que no han entendido que vivir en revolución madurista implica hacer esos “sacrificios” mientras los hijos de la cúpula madurista se sacrifican por nosotros viviendo en el exterior.