Se puede decir que la discriminación de la mujer siempre ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad. Sin embargo, en la actualidad ha disminuido considerablemente, pues las féminas siguen conquistando sus propios espacios en diferentes ámbitos: laboral, político, educativo, entre otros. Hoy en día, aún se logran identificar algunos síntomas de estas discrepancias. Todavía prevalecen ciertos estereotipos que mantienen esa mentalidad social, donde la mujer no ha podido alcanzar la igualdad plena.
Entre algunas de las razones más importantes que han generado estas diferencias históricas se encuentra la necesidad del hombre o de la pareja, quien debe cumplir con su papel de proveedor en la familia, mientras que la mujer se dedicaba a las tareas domésticas y a la crianza de sus hijos. Por esta razón, a las féminas se les asignó el papel de cuidadoras del hogar y a ellos, la obligación de desarrollar actividades económicas o laborales para lograr el sustento. Igualmente, la mujer quedaba sin acceso a la educación ni a la posibilidad de generar ingresos propios, por lo que se convertía en una persona dependiente. En este sentido, vive una lucha continua para lograr su igualdad educativa y mejorar sus oportunidades de trabajo.
Existen sociedades donde el nacimiento de una mujer significa un castigo, pues saben que llevarán una vida de resignación y sometimiento, ya que serán continuamente discriminadas. También hay países donde las relegan como una fuerza laboral secundaria y marginal, utilizadas para disminuir los costos de producción, sin acceso a los sueldos, al descanso, a la capacitación y demás derechos civiles, debido a su baja calificación y poca experiencia, que las obliga a trabajar con beneficios marginales, pues de alguna manera deben ayudar a sus familias, que afrontan carencias extremas.
Por otro lado, todavía en algunas naciones, prevalece la falta de políticas referidas a la protección de la mujer y a su salud reproductiva, que baje el índice de mortalidad a consecuencia de los abortos, ya que estos, representan las causas más frecuentes de muerte materna, afectando mayormente, a los sectores necesitados, quienes no tienen educación ni recursos para acceder a técnicas anticonceptivas que les dé mayor independencia en cuanto a su sexualidad. Así mismo, experimentan violencia, violaciones o incestos en el ámbito doméstico, factores arraigados por patrones antiguos discriminatorios, que las hace víctimas, pues son oprimidas, violentadas sexualmente y muchas son sometidas a agresiones, ofensas y descalificación.
Es relevante cultivar desde la familia los valores de tolerancia con respecto a la personalidad de la mujer, a sus derechos, a la equidad y a su independencia como individuo. En la misma medida, se debe fomentar su autoestima y que los padres no hagan diferencias basadas en el género en sus expresiones de amor, pues, sin duda, esto sembrará desde ahora en los niños y jóvenes el respeto que se debe demostrar hacia las féminas, para que la igualdad realmente se consolide en cada rincón del mundo.
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