La preocupación de los gobiernos democráticos del mundo por la situación de Venezuela ha devenido en demanda de una pronta y pacífica solución democrática: tarea de los venezolanos en la que se reconoce el necesario complemento del apoyo exterior. Sanciones, impulso a negociaciones serias y elecciones regionales son tres aspectos en los que se manifiesta como nunca antes la atención internacional.
En lo que va de este año, las sanciones comenzaron el pasado 1° de abril con la medida de suspensión de Venezuela del Mercosur; seguida, el 3 de abril, por la calificación de la situación venezolana por el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos como de “ruptura inconstitucional del orden democrático”, siguiendo al pie de la letra la Carta Democrática Interamericana. A partir de julio, en el marco de la Ley de Defensa de los Derechos Humanos y la Sociedad Civil, el gobierno de Estados Unidos ha decidido cuatro tandas de sanciones que se han materializado en restricciones de visado y financieras –aplicadas también las sanciones iniciales por Colombia, Panamá, Canadá y México– que afectan individualmente a unas cuatro decenas de altos funcionarios, incluidos vicepresidente y presidente. Entre agosto y septiembre se sumaron otras dos modalidades de sanción, una sobre operaciones financieras y otra, en aplicación del llamado veto migratorio, de restricción de ingreso de funcionarios vinculados con el sistema de control de identificación. Focalizadas en individualidades han sido también las anunciadas luego por el gobierno de Canadá, del mismo tenor de las que estarían en proceso de consideración en la Unión Europea.
De mayor importancia por el mensaje político que lo acompaña y sus consecuencias prácticas ha sido el expreso desconocimiento de la asamblea nacional constituyente por medio centenar de países, que solo reconocen a la legítima Asamblea Nacional. También a comienzos de agosto, a partir de un muy franco diagnóstico y disposición a actuar ante el agravamiento de la situación en Venezuela, fueron anunciadas iniciativas diplomáticas por los doce países americanos del llamado Grupo de Lima, ratificadas en septiembre en su segunda declaración.
Capítulo aparte merecerían, con más espacio y paciencia de los lectores de estas líneas, las decisiones restrictivas de varias instituciones financieras transnacionales y nacionales que han alegado riesgos reputacionales, de seguridad y económicos, así como derivados de la opacidad e incumplimientos del gobierno venezolano. Anotados quedan, junto al conjunto de diagnósticos, preocupaciones y sanciones, como parte del cuadro en el que desde la comunidad internacional se alentaron y acompañaron los encuentros en República Dominicana en procura de una negociación seria, significativa, que conduzca a un acuerdo que permita “salvaguardar la democracia y los derechos humanos en Venezuela”, como sostuvo el secretario general de las Naciones Unidas.
La necesidad de esa negociación, tanto como lo que de ella se exige, está presente en todos los mensajes internacionales. Así lo expuso en su más reciente declaración el Grupo de Lima: “Dichos acercamientos deben ser desarrollados con buena fe, reglas, objetivos y plazos claros, así como garantías de cumplimiento, para lo que resulta esencial el acompañamiento internacional de este esfuerzo”. Esa ha sido la posición de quienes desde el exterior han promovido los contactos que, dada la actitud y actos de un gobierno que los obstaculiza y les resta credibilidad, fueron argumentadamente suspendidos por la representación de la oposición.
Mientras tanto, el proceso electoral regional ha seguido su muy accidentada marcha. Está llena de obstáculos que sin disimulo va imponiendo el gobierno, en un contexto internacional en el que abundan precisos y detallados diagnósticos sobre la decadente situación venezolana, las responsabilidades del gobierno en ello y la importancia de hacer seguimiento cercano a lo que aquí sucede. La efectiva voluntad de participación de los venezolanos en las elecciones regionales, la defensa de sus resultados y el aprovechamiento de sus consecuencias serán piezas claves en este cuadro.
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