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Sálvese quien pueda

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Aplaudo la iniciativa del ex diputado y ex embajador Walter Márquez por denunciar a Nicolás Maduro ante la Corte Penal Internacional, debido a su política de exterminio contra la población venezolana, por haber generado una profunda crisis social y humanitaria, sin precedentes, con la terrible escasez de alimentos y de medicinas, además de la devastación y paralización del aparato productivo que ha convertido al país en un despojo y ha llevado a millones de venezolanos, golpeados por la hambruna, a huir como si lo hicieran del mismo infierno.

Es el mismo planteamiento que expuse en mi último artículo de los miércoles en este periódico: “Una política de exterminio”. Márquez pide que se establezca la responsabilidad personal del presidente de la República, Nicolás Maduro, quien entre otras acciones vetó la ley de solución a la crisis de la salud y negó el canal humanitario, lo que constituye un crimen de exterminio.

Maduro es un genocida que debe ser enjuiciado como lo exige Márquez por matar de hambre y negar la salud a los ciudadanos. Por ser el responsable de este holocausto.

El chavismo-madurismo dejó la pobreza al desnudo: la indigencia, los niños y ancianos muertos a causa del hambre, el abandono de familias enteras, el drama humano devastado por la corrupción de la clase dirigente salta a la vista de todo aquel que quiera mirar. La Venezuela sodomizada por Nicolás Maduro es hoy un vertedero de basura en el que se están construyendo hábitos de consumo y de sumisión. Lo peor de todo es que poco o nada podemos hacer para remediar o al menos suavizar esta situación, porque estamos metidos dentro del engranaje y ya nadie puede salvarse solo.

El “sálvese quien pueda” es un grito viejo que no tiene valor alguno. En Venezuela no solo hay ganas de comer, también de consumir todo aquello que el gobierno no considera indispensable proporcionar al pueblo, como la libertad y la paz, derechos conculcados por una dictadura dispuesta a matar, encarcelar, reprimir o torturar a cualquier discrepante que de inmediato es acusado de traidor a la patria.

El miedo puede convertirse en una forma de vida. Más de un centenar de oficiales y efectivos han sido detenidos en las últimas semanas acusados de una supuesta conspiración militar, algunos escaparon a través de nuestras extensas fronteras antes de ser capturados, desaparecidos o torturados. Circula por la redes un escalofriante video de un guardia nacional que trata de arrancar una confesión o una delación torturando a un hombre con una cabilla por el ano. Esbirros desalmados que superan en maldad y ensañamiento a los de la Seguridad Nacional de Marcos Pérez Jiménez. La justicia internacional los espera.

Pretenden mantenerse en el poder al precio que sea porque saben que no serán intocables en caso de tener que huir a otros países. Por eso la presidente de la írrita asamblea nacional constituyente, Delcy Eloína Rodríguez, afirma: “Más nunca vamos a entregar el poder”, la misma con la que se sentaron a dialogar en República Dominicana.

Se entiende que no lo harán por las buenas, es decir, en unas elecciones confiables y transparentes. Tampoco se rendirán jamás. Aun así, la dirigencia cómplice y colaboracionista está dispuesta a legitimar la dictadura votando por un candidato travestido como el sargento técnico de tercera, Henri Falcón, que viene de perder la gobernación en su estado y reconocer que perdió en buena lid ante la almiranta Carmen Meléndez, tal como hará lo propio el próximo 20 de mayo, cuando afirme que Maduro le ganó limpiamente y entonces habrá cumplido su compromiso como el satélite del chavismo que nunca dejó de ser.

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