Como cayó el precio del barril de petróleo, cayeron las importaciones venezolanas a Cuba y en 2016 el régimen de los Castro tuvo que ingeniárselas para buscar 100 millones de dólares adicionales para pagar combustibles que dejaron de fluir de Venezuela.
Ni el níquel ni la azúcar, de producción cubana, son suficientes para sostener la economía de la isla, dada su casi nula actividad en gas y petróleo.
Cuba tiene potencial gasífero y petróleo en el golfo, junto con México y Estados Unidos, pero ello requiere grandes volúmenes de capital privado de inversión, de tecnología y de recursos humanos que la isla no tiene en la actualidad.
Otro que está “desangrando” el petróleo venezolano es Rusia por culpa de Hugo Chávez y sus acuerdos de “producción conjunta” de petróleo en la poderosa zona geográfica denominada Faja del Orinoco, donde Rusia y Venezuela mantienen la empresa de capitales mixtos Petromiranda, además de acuerdos de operación en el lago de Maracaibo y un proyecto en el golfo de Paria.
El petróleo venezolano sirve de colateral (garantía) al “apoyo financiero” (avance de dinero) que Rusia brinda al régimen de Maduro que encuentra en Rusia y China sus únicos financistas para que Venezuela pueda comprar alimentos y medicinas, que casi no los produce por la caída de la industria privada nacional. No olvidemos que la principal fuente de sostén de la economía venezolana no diversificada es el petróleo, como lo es de Bolivia, otra economía no diversificada, el gas.
Varios expertos internacionales denunciaron, incluso, que Venezuela firmó un millonario crédito con Rusia poniendo de garantía nada menos que la compañía venezolana que opera en territorio estadounidense, Citgo.
En sus operaciones comerciales en el complejo mercado petrolero global la petrolera rusa Rosneft revende en el mercado internacional petrolero más de 225.000 bpd de crudo venezolano lo cual equivale a casi 15% de las exportaciones totales.
Algunos datos de preocupación adicional sobre el petróleo –bendito, sea– de Venezuela: internamente en Venezuela hay una subvención del Estado venezolano correspondientes a la diferencia entre costos de producción y precios de venta regulados de los combustibles de motor y diesel en el mercado nacional por aproximadamente 5,7 millardos de dólares. Según expertos internacionales, la estatal petrolera tendría en el área de exploración/producción pérdida de aproximadamente 5 millardos de dólares y en área de refino otra pérdida de 5,7 millardos de dólares. Copio la cifra de las pérdidas que, según algunos colegas venezolanos, sería el “boquete” financiero visible de la estatal petrolera en una cifra que ronda los 11 millardos de dólares, cosa grave teniendo en cuenta que Venezuela es una de las 5 potencias más grandes del mundo en producción y reservas petroleras. Significan esas cifras que el manejo discrecional y el despilfarro son absolutamente notorios.
Si bien es cierto que la caída de precios en el barril de petróleo afectó economías de países petrolero y gasíferos, no es menos cierto que el régimen de Maduro y Chávez tuvieron, al menos, una década para construir un “colchón” financiero como hizo Noruega, Arabia Saudita o los Emiratos.
El mensaje final: nuevas generaciones de amantes de la libertad van a reconstruir el Estado venezolano y van a devolverle en el sitial que tuvo: eje de la economía de la energía en el hemisferio, van a recuperar el petróleo dilapidado –el dinero dilapidado producto de la venta del petróleo– y van a renegociar con esos países a los que envió y continúa haciéndolo mejores contratos y recuperación de costos. Las nuevas generaciones de latinoamericanos creemos que se debe salvar el petróleo venezolano de piratas y Estados abusivos que van “colonizando” el mundo succionando recursos naturales.