Un año que apenas finaliza y los venezolanos siguen sumidos en la mayor crisis humanitaria que haya tenido país alguno en la región. Nuestra Venezuela, rica en petróleo y dotada de muchas otras riquezas, llegó a ser uno de los países de América Latina con un gran potencial de desarrollo en todos los aspectos; tristemente, en los actuales momentos nos encontramos con una Venezuela arruinada por la mayor corrupción en su historia republicana durante los últimos 20 años; además, secuestrada prácticamente por quienes han sido totalmente incapaces de dar respuesta a la grave emergencia humanitaria compleja que está causando un impacto negativo en la población venezolana. No sabemos si disponen de los recursos para enfrentarla o si estos son insuficientes y son utilizados de manera arbitraria e inútil, no precisamente para garantizar los derechos humanos más fundamentales para la población. Ofrecen “bonos” o “beneficios” que son pan en el momento y hambre para mañana. Así se mantienen en el poder, a base de la miseria, hambre, control y dependencia del pueblo ante el “gobierno”.
El balance de salud del año 2018 pudiéramos catalogarlo de alarmante y caótico desde el inicio de esta grave crisis de salud en el año 2013. La crisis hospitalaria rebasó los límites de grave y alto riesgo con relación a la funcionalidad e infraestructura, escasez de medicamentos e insumos básicos, falta de funcionamiento de un gran porcentaje de equipos de diagnóstico en imagen y de laboratorio clínico aunado a la falta de reactivos para los correspondientes exámenes, deterioro de las unidades de emergencia, terapia intensiva, terapia neonatal. En fin, las condiciones desde el punto de vista sanitario que requieren los establecimientos de salud para su funcionamiento prácticamente no están presentes en la mayoría de los hospitales y ambulatorios en Venezuela, situación evidenciada en la reciente Encuesta Nacional de Hospitales realizada por la organización Médicos por la Salud con cifras basadas en una adecuada metodología de recolección de la información, de manera que la verdad nunca se podrá ocultar.
Para la prestigiosa organización Médicos Unidos de Venezuela el año 2018 ha sido el peor desde que inició este “gobierno”, en lo que compete a la medicina venezolana, y esto se refleja en las precarias condiciones de salud caracterizada por el abandono y la falta de respuesta a los pacientes, además del deterioro galopante de las estructuras hospitalarias y ambulatorios como resultado de las inexistentes políticas de salud centradas en los pacientes.
Es importante resaltar, junto a lo anteriormente descrito, una problemática que se suma y que se ha vuelto emblemática en este año, y es lo relacionado con la migración forzada del personal de salud, por lo que el déficit de recursos humanos en los centros de salud se agravó de manera alarmante. Esto afecta toda el área de salud y causa inoperatividad de los servicios; en lo que respecta al personal médico, se está evidenciando que médicos especialistas de alto nivel como aquellos recién egresados e incluso jóvenes estudiantes se han visto en la necesidad de emigrar para lograr un futuro mejor.
También expertos y activistas en la defensa del derecho a la salud han mostrado su preocupación por las represalias que ha venido ejerciendo el “gobierno” contra el personal de salud, y que se ha exacerbado este año, contra médicos y enfermeras solo por denunciar las condiciones precarias de los servicios de salud.
No podemos dejar de mencionar el dramático balance relacionado con la atención pediátrica en este año caracterizada por la falta de medicamentos pediátricos, escasez de vacunas con la acentuada disminución de la cobertura de vacunación, el aumento de las enfermedades prevenibles por vacunas como difteria y sarampión, la desnutrición, la cual sobrepasó los límites para considerarla una alerta humanitaria, todo esto ha llevado a un aumento de la mortalidad infantil en Venezuela. Mencionamos igualmente el incremento de fallecimientos de pacientes crónicos por la falta de medicamentos de alto costo; este año también fue marcado por todos estos lamentables acontecimientos. No podemos dejar de lado la expansión de las epidemias ya conocidas aunado a la grave omisión de la información epidemiológica por parte del Min Salud.
Sin duda, el balance de salud 2018 pudiera ser catalogado de catastrófico, y el reflejo de las consecuencias de no garantizar el acceso a la salud es el daño físico y mental que se produce en la población venezolana y que ocasiona muertes que van en ascenso. La respuesta del “gobierno” ante esta situación evidencia cada vez más su estirpe totalitaria. Es necesario y urgente para este año 2019 el cambio de modelo político, económico y social. En caso contrario, el derecho a la vida, tal como reza en nuestra carta magna, continuará sin ser garantizado en Venezuela.
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