Empieza a surgir en algunos círculos de economistas y encuestólogos del campo contrario al madurismo la afirmación de que Nicolás Maduro seguirá usurpando la Presidencia de Venezuela. El valor que asignan a su salida varía entre 20% y 30%, lo que significa en términos cualitativos una posibilidad baja.
Este valor podría ser por la caída del liderazgo de Juan Guaidó en las últimas encuestas –ha registrado una pérdida de 30 puntos con respecto al día que se juramentó ante el pueblo de Caracas– o por la ausencia de un plan B –una amenaza creíble de fuerza o uso de fuerza– por parte de Guaidó y sus aliados.
Pareciera que estos especialistas están viendo un mercado bajista (bear market) en cuanto a las acciones de Guaidó. Además, observan que el mayor tenedor de las acciones, Estados Unidos, está entrando a un “callejón sin salida”. Las sanciones no producen aún el efecto deseado: el desconocimiento de la cúpula militar a Maduro como presidente constitucional de Venezuela.
Para los que están en esta tendencia bajista, Maduro permanece en el poder a toda costa, utilizando la corrupción, el terror y el miedo, y sacrificando la economía –caída de 25% del PIB–, el petróleo –desplome de la producción en 300.000 barriles diarios– y el bienestar de la población –inflación de 10.000.000%–. Y Cuba es un ejemplo de éxito.
Debido a que la capacidad de Guaidó se ha limitado a la resistencia no violenta, porque no la tiene para tomar el poder por la fuerza o a través de una intervención humanitaria.
En este sentido, ayer arribó a Maiquetía el primer cargamento de ayuda humanitaria que será distribuida por la Cruz Roja en “28 hospitales del país y en 8 centros de atención primaria”. La ayuda entró una vez que Maduro aprobó su ingreso.
El Grupo de Lima en su XII reunión en Chile tuvo un comportamiento distinto. Fue “bullish” en cuanto a Guaidó. Solicitó el aislamiento internacional de Maduro y criticó a China, Cuba, Rusia y Turquía por apoyar su régimen. Además, exhortó al secretario general de Naciones Unidas, a la Asamblea General y al Consejo de Seguridad a tomar medidas para evitar el deterioro la seguridad en Venezuela y a brindarle una “urgente asistencia humanitaria a la población”. Y condenó a la que describen como una “sistemática violación de los derechos humanos” por parte del régimen de Maduro.
La misma acción “bullish” la efectuó el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, en su reciente visita a Chile, al señalar que “el financiamiento de China al régimen de Maduro ayudó a estimular y alargar la crisis” en el país. Porque los préstamos que China ha entregado a Venezuela por más de 60.000 millones de dólares han servido para alimentar la corrupción, reprimir la resistencia no violenta a favor de la democracia y financiar programas sociales para la coerción social.
Adicionalmente, Pompeo resaltó que China y otros países están haciendo un llamado hipócrita a la no intervención en los asuntos internos de Venezuela. “Sus propias intervenciones financieras han ayudado a destruir ese país, al sostener a Maduro en el poder”.
También, Canadá mantiene un comportamiento “bullish” con respecto a Guaidó. El lunes sancionó a otros 43 funcionarios del régimen de Maduro, incluido su canciller Jorge Arreaza, así como los ministros de Economía, Simón Zerpa, y de Petróleo, Manuel Quevedo.
Mientras que los países del Mecanismo de Montevideo sostienen la posición de Guaidó y tratan de cuidar el capital político al defender la democracia y el Estado de Derecho en Venezuela. Proponen un diálogo-negociación para realizar una elección presidencial.
Hasta ahora, Maduro ha usado la negociación como una herramienta para ganar tiempo en el poder. Solo negociará de buena fe si tiene una contraparte igual de peligrosa que amenace la supervivencia de su régimen.
Por ahora, Maduro y sus apoyos piensan que los actores que están “bullish” no tienen la intención de usar todas las opciones. Además, saben que los seguidores de Guaidó tienen hambre, por lo que están impacientes, buscando una solución a corto plazo. Lo que hace que jueguen con posiciones a mediano plazo. Además, las operaciones financieras de Rusia e Irán son a pérdida. Buscan desestabilizar las Américas y en consecuencia a Estados Unidos.
Por lo tanto, los principales actores que apoyan a Guaidó deben generar confianza en el mercado y empezar a dar ganancias para motivar al resto para tener un “bull market”. De lo contrario, Maduro seguirá usurpando la Presidencia.