COLUMNISTA

Safo, honores a pesar de ser mujer

por Héctor Silva Michelena Héctor Silva Michelena

Θέλω ακόμα να κρατήσω τη δουλειά μου

¿Quiero guardar todavía mi doncellez?

La frase es de Aristóteles. Deja traslucir que la gran reputación de Safo es debida tanto a su género como a su talento como poeta amatoria. En los orígenes de la literatura occidental, Safo se yergue como la única escritora que sobrevive a los siglos transcurridos desde que en Grecia, Lesbos, se hicieron aparentes artistas, poetas, escritores y juglares. La poeta ha ejercido una intensa y duradera influencia en la imaginación occidental. El interés en Safo, en la tradición académica, ha reflejado con frecuencia una fascinación voyerista con respecto a la “rareza” de una mujer que escribe poesía, en la cual los hombres son “relegados a un papel periférico, no intrusivo”. A lo largo de las centurias, la curiosidad sobre Safo ha sido encendida por la condición fragmentaria de sus poemas, por la falta de información concreta sobre su vida (aparte de lo ya dicho), y por las implicaciones de homoerotismo de su obra.

Como ejemplo, léase este fragmento de un poema atribuido a Safo [Fr. 31 P].

Me parece que es igual a los dioses / el hombre aquel que frente a ti se sienta, /y a tu lado absorto escucha mientras / dulcemente hablas y encantadora sonríes. Lo que a mí / el corazón en el pecho me arrebata; / apenas te miro y entonces no puedo / decir ya palabra / Al punto se me espesa la lengua / y, de pronto, un sutil fuego me corre / bajo la piel, por mis ojos nada veo, / los oídos me zumban, / me invade un frío sudor y toda entera / me estremezco, más que la hierba pálida / estoy, y apenas distante de la muerte / me siento, infeliz.

Safo era hija de una familia rica y acomodada, y hermana de altos cargos sociales de Lesbos. No se sabe si realmente estuvo casada o no con un tal Cércilas, al que la escritora no nombra jamás en sus poemas, a diferencia del resto de sus familiares que tienen un papel muy importante en su obra. Si el matrimonio fue real, no había dependencia económica de ella con su marido. Se cree que tuvo una hija, Cleis, a la que dedicó bellos poemas.

Escribe Anahí Keizman, profesora de Arte y Filosofía en la Universidad de Barcelona, que la poesía fue para la Grecia arcaica una herramienta muy amplia y muy poderosa. Era, de alguna forma, compañera de todo aquello que fuese bello e incitase a la reflexión y al crecimiento interior, por lo que el arte y, específicamente, la poesía adquirieron un carácter sagrado. La poesía en todas sus múltiples formas (homérica, elegíaca, la yámbica y lírica) era empleada en las festividades populares, que la mayoría de las veces eran fiestas religiosas, estableciendo un claro y estrecho vínculo entre la poesía, las festividades y lo sagrado.

Debemos ubicarnos en una época en que la estética de las cosas era su perfume mismo, y que si algo no era bello en su forma no podría ser considerado bello en su contenido.

Las obras más antiguas que se conocen de Grecia son todas poéticas (Ilíada, Odisea, Teogonía, Trabajos y días). Una obra de arte poética se consideraba conclusa cuando se la había dinamizado, representado en un auditorio y acompañado de instrumentos. Una puesta en escena que era acogida por la sociedad como un evento popular, una fiesta de la que participaban todos los ciudadanos.

Lesbos, su isla, fue un importantísimo centro de prosperidad en la gran colonización de los siglos VII y VI a. C. Orientada hacia Lidia, el más importante puerto de Lesbos, Mitilene, estableció una buena comunicación con la avanzada cultura oriental. Los rústicos griegos de entonces descubrieron nuevas ideas filosóficas, científicas y artísticas que transformaron su cultura, dando una nueva perspectiva al conocimiento, en el que todas las formas de arte, ciencia y filosofía apuntaban a una misma sabiduría.

La primera artista de occidente: Safo es la artista más antigua que recuerda la cultura occidental. Nació en el último cuarto del siglo VII a.C., siglo en el que las antes fuertes y resistentes civilizaciones se desploman, pero cuyos frutos serán las semillas que fecundarán y darán vida a las nuevas sociedades. La jovencísima y armónica cultura griega crecerá y se irá formando. La belleza que más tarde la caracterizará irá inundando el espíritu incipiente de la época.

Safo vivió antes de los grandes escultores, pintores, arquitectos y filósofos clásicos más conocidos. Es por eso por lo que hay una gran neblina de desconocimiento que envuelve a esta dama, por la cantidad de siglos que nos separan de ella, y no nos han llegado documentos de primera mano sobre su vida. La única información real de la que se dispone sobre Safo es aquella que otros escribieron sobre su arte y su obra.

A ella dirigen gran cantidad de elogios artistas y filósofos: Estrabón calificó a esta mujer de “la más grande poetisa lírica”, y le atribuyó el bello nombre de “El Milagro”. Cristina de Pizán, poetisa medieval francesa, dice: “Todo en sus maneras era dulce y placentero”. Por su parte, Sócrates la llamaba “La Hermosa”. Su contemporáneo poeta Alceo califica a Safo de “venerada”. Antíprato la calificó de “musa mortal” y Platón, el filósofo pilar de toda la civilización griega la llamó la “décima musa”. Precisamente así ha sido recordada en la historia, por el inmenso halago del gran filósofo Platón.

Safo asume para la mujer un rol importantísimo: se convierte en educadora. Transmite la idea de que es la mujer la que debe comprender los arquetipos ético-morales y enseñarlos con su propio ejemplo, consiguiendo plasmarlos en la sociedad. Esa fue su labor, su rol en su sociedad.

Safo recomendaba a la mujer volcarse hacia dentro de ella misma, y a no temer lo que en ella encuentre. Sostuvo que una doble fuerza anidaba en la mujer, y que esta debía conocer esa doble potencia. La animaba a explorar su ternura, su pureza, su generosidad, su dedicación, su perseverancia, su capacidad de entrega por lo que ama, sin por ello perder la también intrínseca virtud de la valentía, la fuerza, la capacidad de resistencia, de lucha y de avance, que también anidan en la mujer. Safo no lo consideraba incompatible.

Dicen los que la recuerdan que al subir a las tarimas a recitar, su entrega por lo que sentía, su defensa y lucha era tal que todo su cuerpo se compungía. Plutarco dijo sobre Safo: “Su voz se extingue, su cuerpo arde, se apodera de ella la palidez, la turbación y el vértigo”.

Lesbos juega un papel decisivo en la génesis de una nueva poesía, ya que los poetas lesbios ponían la poesía al servicio de sus propios intereses con la única finalidad de transmitir sus emociones y deseos a un reducido círculo de amigos, en fiestas y banquetes. A sus buenas condiciones climatológicas hay que sumar lo privilegiado de su posición geográfica, que convertía a la isla en un lugar de paso obligado entre la voluptuosa y radiante civilización occidental y el por entonces incipiente mundo griego.

Recado político

Votaré por Henri Falcón. Propongo transición a lo Adolfo Suárez, después de Franco. Antes de La Gran Transformación, igual sugiero, como medidas inmediatas: 1) liberación de todos los presos políticos; 2) suspensión de la ANC; 3) restituir la legitimidad y la dignidad del Poder Legislativo; 4) reconocer el Tribunal Supremo de Justicia en el exilio como legítimo Poder Judicial; 5) equilibrio político en el CNE; 6) cambiar todo el Poder Ciudadano de acuerdo con la Asamblea Nacional legítima; 7) ayuda humanitaria inmediata; 8) aceptar ofertas de ayuda financiera prioritarias: abastecimiento y agroindustria. Sobre La Gran Transformación, me ocuparé después. La política se hace con lo que se tiene a mano, no con hipótesis ni abstencionismo.