La propuesta del régimen de incluir con “plenos derechos” a Alex Saab en la ronda de negociaciones en México constituye una provocación insolente, dentro del más ortodoxo estilo cubano y ruso, tan en boga en Venezuela durante las dos últimas décadas. Es un desafío que compromete seriamente el destino del acercamiento entre el grupo de Nicolás Maduro y la oposición agrupada en la Plataforma Unitaria de Venezuela, con el acompañamiento del Reino de Noruega y otros países interesados en que la crisis venezolana se resuelva pronto y de forma pacífica.
Se trata, esa, de una petición inaudita porque resulta imposible de satisfacer para las partes que intervienen en la operación. Para Noruega es inaceptable admitir en una mesa que ellos coordinan la presencia de un señor acusado de lavado de dinero, que ha pasado por todas las instancias judiciales –entre ellas la Sala Constitucional– a lo largo de más de un año que ha durado el proceso que podría conducir a su extradición a Estados Unidos. En cada una de ellas el Poder Judicial de forma autónoma ha ratificado que existen suficientes indicios para mantenerlo detenido y deportarlo. Esto, a pesar de la fortuna que ese, hasta hace poco tiempo, modesto y quebrado empresario colombiano, ha gastado en los cuatro bufetes que lo defienden. Uno de ellos, el dirigido por el exjuez Baltasar Garzón, quien ha demostrado que no puede ver un euro cerca porque se le lanza con ferocidad caníbal.
La oposición tampoco puede hacer nada eficaz en ese terreno. Haría el ridículo si pidiese la liberación de Saab y, por añadidura, contravendría sus propios principios republicanos. El comunicado de la Plataforma Unitaria lo señala con claridad: se trata de un “proceso judicial entre dos países con separación de poderes y democracia, cuyos órganos jurisdiccionales siguen un proceso de extradición”. Allí no hay que entrometerse.
Lo que para una nación como Noruega y para la oposición democrática constituyen barreras infranqueables, para Maduro y su gente son refinamientos burgueses. Pretenden relacionarse con el Poder Judicial de ese pequeño país que es Cabo Verde, como si se tratase de Maikel Moreno y los demás amanuenses que tienen colocados en el TSJ.
El punto crítico de la impudicia gubernamental reside en que si insiste en exigir la presencia de Saab en la ronda de negociaciones, podría dinamitar ese esfuerzo. Existe un antecedente cercano y similar que permite mantener un optimismo razonable frente al requerimiento de Maduro. Como también lo recoge el documento de la Plataforma Unitaria, en 2012, en medio de las negociaciones entre el gobierno de Colombia y las FARC, estas trataron de incorporar a la delegación que negociaba la paz, al guerrillero Juvenal Ovidio Ricardo Palmera Pineda, alias Simón Trinidad, quien se encontraba preso en Estados Unidos. El propósito era obtener su liberación. La demanda no fue aceptada. Simón Trinidad nunca se unió al grupo. Sin embargo, esa negativa no fue óbice para que las conversaciones se desarrollaran y concluyeran en la firma de los acuerdos de paz algunos años más tarde.
Habrá que esperar a ver cómo Maduro asume el fracaso de su artimaña. Si la provocación fue montada con la explícita intención de acabar con las negociaciones de México y asumir sin frenos el camino autocrático de su colega Daniel Ortega, el nuevo ensayo habrá encallado. El país se hallara frente a una nueva frustración. Las elecciones de noviembre se realizarán en medio de una atmósfera signada por el escepticismo y la desconfianza. Las posibilidades de convocar el referéndum revocatorio el año próximo se habrán esfumado, y la situación global de Venezuela se hará aún más sombría porque las sanciones contra el régimen serán implacables. A los imperios no les agrada que se burlen de ellos, aunque sean imperios blandos como es Estados Unidos desde hace algún tiempo. Ya Joe Biden incluyó a Venezuela en la lista de los países con mayor tráfico y producción de drogas.
Por el contrario, si entiende que los éxitos y los fracasos forman parte de la eterna lucha por el poder, la ronda de México continuará y el clima de cierta distención que ha prevalecido durante los meses recientes, se mantendrá. Sería interesante conocer la opinión de los sectores más moderados del régimen, siempre paralizados por el miedo que le tienen a la cúpula que controla el mando.
La Plataforma Unitaria hasta ahora ha mantenido una postura ecuánime. Publicó un sobrio y firme comunicado en el cual “ratifica a los venezolanos y a los países acompañantes su compromiso de avanzar en la agenda de negociación para procurar soluciones al país… No nos vamos a distraer de nuestra agenda central del proceso en México: los venezolanos necesitamos un Acuerdo Integral que nos regrese la democracia y la posibilidad de salir de la inmensa crisis social, económica y política que nos afecta a todos.”
Así hablan los dirigentes políticos que piensan primero en Venezuela.
@trinomarquezc