COLUMNISTA

Ruines hasta los tuétanos

por Julio César Arreaza Julio César Arreaza

La pandilla arruinadora intenta en vano sus últimos zarpazos, desde enero son abiertamente usurpadores ante el mundo. No tienen salida, su estulticia le impide un momento de sensatez, continúan los asesinos irredentos disparando tiros a la cabeza de la savia joven e incontaminada, comprometida por amor a su patria, en la construcción de un nuevo país, deseando sacudirlo del narcotráfico, terrorismo, latrocinio y del cohecho.

El régimen escribe con sangre un nuevo capítulo de una represión brutal y dantesca. El usurpador del Zulia uniforma de negro a maleantes para que arremetan contra el pueblo. Se sabe que las órdenes son de disparar, tienen carta blanca y sin justicia los asesinatos quedan impunes hoy. A los heridos no les permiten recibir asistencia y los golpean a patadas.

La pandilla es cruel y asesina, pero la ausencia de un mínimo de institucionalidad le hace cada día más pesado, penoso y difícil mantenerse en el poder. La autoelección ficticia arrastra al ilegítimo al precipicio. Nadie duda de un pronto desenlace, porque son incapaces de resolver los problemas de la gente. Su obra ha sido planificar y arruinar el país para hacerlo depender de ellos.

Los miembros de la FA se resisten a las órdenes de unos altos mandos que en el fondo desconocen, por saberlos protagonistas y cómplices del crimen organizado, responsables del hambre y quiebra del sistema de salud; sin moral alguna.

Los corruptos no pueden reconstruir a Venezuela, hicieron de las empresas insignias unas lavadoras perfectas del dinero sucio. Los altos mandos envueltos en toda clase de negocios, como la explotación del oro. Rinden su lealtad a la corrupción y a sus negocios particulares, endeble es su lealtad hacia el usurpador.

Las  manifestaciones del oficialismo se redujeron a una mera concentración militar, a juro, de soldados con un puñito de civiles. El usurpador hoy no tiene control siquiera de una negociación, otros lo hacen. Se rompieron los mandos. Nadie confía en nadie. Allí no hay orden y los cubanos grabando a todos en el aquelarre.

Se va perdiendo el miedo, porque más miedo da seguir viviendo dentro de esta situación límite.

La responsabilidad de proteger es un deber ante una situación de violación sistemática de los derechos humanos. Señora Bachelet aquí no hay partes, aquí hay una tiranía matando y del otro lado víctimas de esa tiranía.

El presidente interino representa la institucionalidad. El orden del día es continuar la lucha de calle. Sigamos empuñando el arma poderosa de la esperanza. Las soluciones vendrán con el cese a la usurpación, no es hora de perder el ímpetu. Mantenemos los cursos de acción: Ir a Miraflores, actuación militar institucional, huelga general y apoyo efectivo e irreversible de la comunidad internacional. El fin de la tiranía es Irreversible, tengamos conciencia del momento histórico.

¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!