Dice el diccionario de la RAE que “apagón” es una interrupción brusca y pasajera del suministro de energía, y tal y como van las cosas en nuestra pobre nación, la mal llamada revolución bolivariana está sufriendo una tremenda y prolongada languidez de todo tipo de energía que ha llevado en cuatro lustros a la agonía casi comatosa a una población que se vanagloriaba al decir con gracia que el mundo entero era una ganga, “tá barato dame dos” y ahora no tenemos ni para comer.
Esta pantomima de socialismo inventado bajo la sombra de un frondoso y venerable samán aragüeño vino a traicionar todas y cada una de las promesas populistas que, como canto de sirena, atrajo a un pueblo decente e ingenuo que hoy se encuentra transterrado añorando lo perdido y susurrando: “Cuando éramos felices y no lo sabíamos”.
La robolución bolivariana supuesto movimiento popular, plasmó su formulación política y jurídica en la Constitución de 1999, hoy claramente burlada e irrespetada, tanto en su letra como en su interpretación.
La robolución se vendió como el mejor campeón contra la corrupción. Tardaron poco en superar no solo a los gobiernos anteriores, sino en ser un referente mundial de los excesos y abusos que en los últimos cinco siglos ha visto la humanidad.
La robolución prometió ser un proyecto transformador en beneficio de la mayoría; pero no ha hecho sino convertir a los pobres en miserables y a los ricos en pobres. Dicha transformación es una de las notas que mayor carcajada produce cuando a algún gerifalte rojo se le ocurre mencionarlo.
La robolución en su génesis militar quiso hipnotizar con la prédica de la falta de soberanía de la nación, de una supuesta entrega al alucinado imperio. El triste resultado es que hoy casi que colonia cubana somos. No hay Esequibo, no hay Pdvsa y, lo más grave, no hay fuerza armada nacional.
Hoy, al parecer, surge una nueva prédica, la robolución está inconclusa, hemos de ser pacientes hasta ver la promesa hecha realidad. ¿Habrá cuerpo que resista llegar a Jauja, morirán de mengua o contemplarán desde tierras extrañas lo que fue la generosa Venezuela?
Al perder el valor de cinco ceros a la derecha, nuestro bolívar entra en un reconocimiento súbito de pérdida que, a fin de cuentas, no es más que otro apagón robolucionario, que nos lleva a paso de perdedores en espantosa deserción de las promesas traicionadas.