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Retos para la transición energética latinoamericana

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Solo a modo de resaltar: España planteó ante el Consejo de Energía de la Unión Europea nuevos objetivos considerados ambiciosos en materia de renovables para 2030, aunque esto debe venir acompañado de medidas tanto en eficiencia energética como en electrificación de demanda final que permitan la incorporación eficiente de nueva potencia renovable junto con obligadas subvenciones estatales e inversiones privadas. De todas formas, los planteamientos apuntan a desfosilizar la economía, ejemplo que debe servir para que gobiernos latinoamericanos tomen cartas en el asunto.

La transición energética consiste en la sustitución progresiva de combustibles fósiles por uso de energéticos menos contaminantes. La transición de fósiles a gas natural y a renovables aún está muy complicada para América Latina, que claramente enfrenta retos en eficiencia energética, en generación, distribución y consumo de electricidad cuya fuente sea baja en carbono.

Si bien es cierto que América Latina tuvo avances importantes en la producción de energía renovable (eólica y solar) en los últimos años, no es menos cierto que el uso de fósiles no redujo en el mix de consumo energético.

Las mejores formas de desfosilizar la economía son: desfosilizar el transporte urbano masivo, mejorar uso de electricidad vía solar/renovables o gas de la industria y mejorar políticas de eficiencia en uso de calefacción/acondicionador de aire.

Por supuesto que se necesitan inversiones y regulación, aspecto que siempre vengo señalando en cuanto evento participo y en donde vuelvo a ratificar que el gas natural es un elemento indispensable para la transición de fósiles a renovables.

Los Estados latinoamericanos tienen que seguir invirtiendo en energías alternativas, seguir con la atracción de recursos privados, continuar buscando y afianzando mercados energéticos, sin descuidar que debe haber, de igual forma, un mix de inversiones: en gas natural y en renovables.

Algunos ejemplos del mix energético latinoamericano: República Dominicana dominada por fósiles con 76%, Bolivia en su mix con uso de gas natural 85%. Destaco que en República Dominicana hay una regulación específica que establece que para 2025 la generación renovable debe ascender a 25%. En Bolivia no se tiene tal regulación de promoción de renovables, en el marco del mix de utilización de gas.

Los líderes en la captación de inversiones privadas en renovables para la transición son Brasil y México (2017) unos 6.000 millones de dólares cada país según datos de Irena y la Agencia Internacional de Energía.

La reforma energética mexicana de 2014 permitió inversiones en petróleo, gas y generar nuevos escenarios para el mercado eléctrico, con mix de renovables.

Un gran reto en la transición es descarbonizar o desfosilizar los sistemas de transporte urbano masivo. Brasil lleva el liderazgo en programas de esa naturaleza. Destacamos el caso brasileño de la ciudad de Curitiba que tiene un programa de transporte con autobuses eléctricos.

Algo que debe motivarnos a la reflexión y que es un hecho de preocupación: el director de la AIE, Fatim Birol, alertó que la eficiencia energética retrocedió en el mundo en 2017.

La mayoría de los países de América Latina todavía no están bien preparados para afrontar la transición energética (informe Foro Económico Mundial en el que se analizan 114 países, entre ellos varios latinoamericanos).

La transición energética, la eficiencia y la desfosilización de algunos sectores de la economía, así como el uso intensivo de gas natural, en regiones latinoamericanas, va a permitir “remediar la situación de 1.000 millones de personas en el mundo que actualmente carecen de electricidad”, según el Foro Económico Mundial. De manera que son tareas que deben afrontarse a la brevedad con mayor inversión y regulación.

Lo “ideal” –según algunos expertos– es que el carbón desaparezca del mix energético para 2030, situación que podría no ser posible dado que China es consumidor de carbón.

Mecanismos de integración latinoamericana deberían seguir empujando planes compartidos en integración energética, promoción de inversiones conjuntas para la transición y mejora de porcentualidades en el mix energético de consumo entre fósiles, gas natural y renovables.

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