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Un retorno desesperado

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Rafael Correa debió interrumpir sus vacaciones en el reino de Bélgica y volvió a Ecuador el pasado sábado 25 de noviembre. Según él lo hizo para retomar las riendas de su partido, Alianza País, ante “los duros momentos que pasa la patria y la revolución“ debido a la “traición” del actual presidente de Ecuador, Lenín Moreno, quien  a la vez preside el mencionado partido, cargo este del que los correístas pretendieron sacarlo por vías irregulares.

Correa, quien gobernó Ecuador durante  diez años (2007 a mayo de 2017), fue recibido en el aeropuerto por unos cientos de sus seguidores y fieles como el “salvador” del “proyecto izquierdista” y para librarlos de la contrarrevolución encabezada por Moreno; en “alianza con la derecha”, por supuesto. Otros cientos de personas también fueron a recibirlo, pero al grito de “delincuente” e “hijo de puta”.

 Lo que el presidente Moreno ha hecho desde que asumió en mayo pasado fue  revelar y denunciar la crisis económica y la muy difícil situación en que Correa dejó al país. (Correa lo sabia, se la venía venir y por eso “largó la Presidencia”). Moreno inició un diálogo con la oposición, va flexibilizando – de a poco– una serie de normas restrictivas del régimen anterior y ha llamado a una consulta popular con siete preguntas, entre ellas una referida a reformas para mejor combatir la corrupción y otra para eliminar la reelección indefinida impuesta por Correa en 2015 siguiendo los modelos de sus colegas y amigos  Evo Morales, Daniel Ortega y Nicolás Maduro. Se trata, ello, de una especie de “monarquia autoritaria, continuada y sin limite de tiempo” similar a las que en su época impusieron los Trujillo, Somoza y Strossner, entre otros, y la que ha sido “recuperada” por varios gobiernos populistas del presente pero mejor maquillada: izquierda, progresismo, socialismo, bolivarianismo, a elegir.

 La justicia ecuatoriana, además, ha puesto  preso al vicepresidente de la República, Jorge Glas, imputado  de “asociación ilícita”. Este ya fue vicepresidente en el pasado ejercicio y era el “hombre de confianza que Correa dejaba”. Ahora se le acusa de recibir “coimas” o sobornos de Odebrecht por 14 millones de dólares.

 A todo lo dicho es a lo que Correa llama “contrarrevolución”, “traición” y “entregarse a la derecha”.

 Moreno advirtió en las últimas horas que no le “temblará la mano para limpiar al país de la corrupción”. “Seguramente hemos decepcionado (¿a Correa?) a los que pensaban tener en las altas esferas del Estado a cómplices y encubridores. En buena hora, esos son ahora la nueva oposición”, afirmó el presidente ecuatoriano.

“En estos últimos días vivimos de nuevo actitudes y escenas de un estilo de hacer política basado en la confrontación, la descalificación y el irrespeto. Un estilo que ya no va más en nuestro país. No importa a quienes se agravie, todos hemos terminado siendo víctimas de la virulencia, del autoritarismo y de la mentira” (¿de Correa?), afirmó  Moreno. “Una vez más –prosiguió– les invito a hacer política con valores. A que ayudemos a que la verdad se imponga sobre cualquier tergiversación y mentira. A que aprendamos a vivir en democracia, rechazando y evitando el autoritarismo. A que desterremos la prepotencia (¿de Correa?) de aspirar a perpetuarse en el poder, por cualquier medio que sea”.

En un congreso de Alianza País convocado por sus fieles para el 3 de diciembre, Correa espera poder sacar a Moreno de la presidencia partidaria, como un primer paso. Habrá que ver cuántos van a ese congreso y si efectivamente representan al partido.

El hace sus jugadas. El ex presidente no es tonto y vio que tal como viene la cosa no podía seguir “echado para atrás” en el reino de Bélgica. Vio que debía seguir el camino de sus también colegas y amigos Lula y Cristina Kirchner,  que tratan por la vía de la política –ser candidato a presidente o al Senado– evitar  someterse a la justicia, como ocurre con el resto de sus conciudadanos,

 Correa, como los dos citados, es denunciado por varios delitos. Es más, hay un reclamo ante la justicia –del denominado movimiento de Unidad Popular– para  que se le impida la salida del país.

En una de esas consigue ir “manejando” o postergando el tema, como aquellos dos, pero también es posible que la fórmula Correa-Glas se reencuentre en alguna celda. 

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