COLUMNISTA

Mi respuesta al general Padrino

por Fernando Ochoa Antich Fernando Ochoa Antich

Venezuela vivió ayer una confusa situación que solo  puede explicarse si se entiende que nuestro pueblo, desesperado como se encuentra, percibe cualquier acción que ocurra, por pequeña que sea, como el final definitivo del régimen madurista. La presencia, a las puertas de la Base Aérea Francisco de Miranda, de Juan Guaidó, acompañado de Leopoldo López, y de un pequeño grupo de oficiales que decidieron acatar su autoridad como presidente encargado de la República, se entendió como el inicio de una generalizada desobediencia a sus mandos de importantes unidades militares, entre ellas las acantonadas  en La Carlota. En verdad, el hecho lo que buscaba era darle inicio a la convocatoria de la oposición conocida como la Operación Libertad. De todas maneras, estoy seguro de que mañana, aclarado lo ocurrido, concentrará millones de venezolanos en unas inmensas y multitudinarias marchas

A mí me llamó la atención que el general Vladimir Padrino, en medio de la confusión existente, en lugar de dar una inmediata rueda de prensa para aclarar los hechos, se contentó con enviar un breve tweet durante  las primeras seis horas de iniciado el incidente. Al ver pasar el tiempo, sin que el Alto Mando dijera una sola palabra, se fue creando en mí la ilusión de que era posible, ante la grave situación que enfrenta Venezuela, que la Fuerza Armada Nacional hubiese decidido tomar alguna posición para ponerle punto final a la compleja situación política existente. Lamentablemente, no fue así. Al contrario, el ministro Padrino anunció que daría una rueda de prensa en horas del mediodía. Así ocurrió.  El ministro de la Defensa, acompañado por el Alto Mando Militar ampliado y un número de oficiales invitados, se presentaron ante los venezolanos para explicar lo ocurrido.

Al escuchar el mensaje me surgió una nueva inquietud: no logré entender lo  largo y repetitivo del mensaje. El único objetivo de esa rueda de prensa era explicarles a los venezolanos la realidad de los hechos. Sorprendentemente, no fue así. El general Padrino dividió su exposición en dos partes: la primera, en la cual trató de justificar la actuación del personal militar de la Guardia Nacional y del Servicio de Inteligencia Nacional al manifestar ante la opinión pública que habían actuado, de la manera en que lo habían hecho, porque habían sido engañados. Ese planteamiento es difícil de creer. Ese personal militar no está constituido por “alistados”, es decir jóvenes, sin mayor formación militar, que obedecen a su comandante por su liderazgo natural, sino profesionales con suficiente experiencia para poder valorar las razones de su actuación y la responsabilidad que tendrán que enfrentar.  

La segunda parte fue una larga filípica que buscaba convencer a los cuadros militares de la acertada actuación del gobierno de Nicolás Maduro y de lo patriótico de la posición de la Fuerza Armada en defensa de la soberanía nacional y su lucha contra el imperialismo. Aquí quiero detenerme. Vladimir Padrino está equivocado. Nicolás Maduro no solo ha tenido una desacertada gestión sino que su ambición de poder  ha conducido a Venezuela a su actual tragedia. Parece ser que el general Padrino no se ha dado cuenta del hambre y la pobreza que existen en nuestra sociedad. Tampoco creo que llegue a pensar que esa situación es producto de las medidas económicas tomadas por Estados Unidos. La verdad es que la tragedia venezolana surge como consecuencia del despilfarro y del saqueo cometido por Nicolás Maduro y su camarilla de los mayores ingresos petroleros de nuestra historia.  

En su exposición dijo algunas frases que deben ser analizadas, con detalle, para que los cuadros militares conozcan la verdad: la oposición democrática aspira a llegar al poder democráticamente a través de unas elecciones justas y trasparentes. La crisis nacional se origina porque Nicolás Maduro no obtuvo suficiente legitimidad de origen en  las elecciones del 20 de mayo, las cuales  no fueron reconocidas nacional e internacionalmente por no haber cumplido con el mínimo de condiciones que se exigen para que puedan considerarse como válidas. Esa es la razón por la cual la Asamblea Nacional, único poder legítimo que representa la voluntad popular, considera que Nicolás Maduro usurpa la Presidencia  de la República y, en contrapartida, esa es la legitimidad que obtiene Juan Guaidó, según el artículo 333 constitucional, como encargado de la Presidencia de la República.

El general Padrino también dijo que “si hay que utilizar las armas, las usaremos”. Esa frase dicha por un profesional de las armas refiriéndose a que piensa dispararle a su  propio pueblo me produjo angustia y tristeza y mucho más que el pueblo está en la calle por consecuencia al desconocimiento que se ha hecho  de sus derechos políticos, económicos y sociales. Una de las permanentes banderas del régimen madurista siempre ha sido la lucha por la soberanía nacional y la autodeterminación de los pueblos, buscando resaltar sus luchas contra  el imperialismo norteamericano. Si esa bandera fuera cierta también se aplicaría en la lucha contra el  imperialismo ruso, chino, turco y cubano.  El general Padrino tiene que conocer que funcionarios cubanos mantienen control sobre actividades estratégicas que en ningún país se le permite que las realicen personas no nacionales.

Los Altos Mandos, y en general los cuadros militares, deberían reflexionar sobre estos asuntos. De no hacerlo conducirán a nuestra patria a una tragedia en la cual no hay que descartar que pueda ocurrir una intervención militar multilateral. La Fuerza Armada Nacional, en nuestra historia del siglo XX, siempre fue factor de solución en las grandes crisis políticas. Su excelente olfato político le permitió, con acierto y errores, preservar la paz de la República. Hoy, como nunca, existe ese grave riesgo. El general Padrino mantuvo en su filípica el necesario respeto a la Constitución Nacional. Eso es lo que quiere el pueblo venezolano. Presionen, para que se constituya un gobierno provisional de unidad nacional que garantice, en un tiempo prudente, la convocatoria a unas elecciones generales que permita crear un nuevo estatus político en el cual todos los venezolanos podamos vivir en paz, sin que nuestra forma de pensar sea causa de cárcel y persecución. De no hacerlo, Venezuela se los exigirá  y sus hijos y nietos se los reclamarán.