“Lo importante aquí es el efectivo. Un líder necesita dinero, oro y diamantes para mantener sus cien castillos, alimentar a sus mil mujeres, comprar automóviles para los millones de jalamecates que lo rodean, reforzar las fuerzas militares leales y todavía tener suficiente efectivo para depositar en sus cuentas suizas”, atribuido a Mobutu Sese Seko, de Zaire, paradigma de dictador africano, pero probablemente apócrifo.
“Los hombres en algún momento son dueños de sus destinos. La culpa, querido Brutus, no está en nuestras estrellas, sino en nosotros mismos, que consentimos ser convertidos en lacayos”, de William Shakespeare, de su obra Julio César.
Las dos frases anteriores son las que anteceden la introducción del libro de Bruce Bueno de Mesquita y Alastair Smith, titulado El manual del dictador: ¿porque la mala conducta es una buena política?, publicado por vez primera entre 2012 y 2013, según la casa editorial.
El libro, estructurado en 10 capítulos, pretende darle respuesta a una serie de preguntas. Por ejemplo: ¿Por qué muchos autócratas que han arruinado a sus países se mantienen tanto tiempo en el poder?, ¿cómo puede ser que países ricos en recursos tengan a gran parte de la población en la pobreza?, ¿por qué las autocracias tienen unas políticas económicas tan funestas? En su primer capítulo, en el aparte titulado «Barajando lo esencial», sus autores suministran lo que podemos llamar el recetario de cinco reglas para mantenerse en el poder en cualquier sistema político. Seguidamente las menciono.
Regla 1: El grupete: mantener la coalición ganadora lo más pequeña posible. Una coalición así permite a un autócrata depender de muy pocas personas para mantenerse en el poder.
Regla 2: Mantener un selectorado nominal lo más grande posible. Aquí el selectorado nominal incluye a toda persona con derecho a voto. De hecho, mientras más grande este selectorado, mayor la posibilidad de que el autócrata reemplace a aquellos que se le ponen cómicos por otros.
Regla 3: Tener control sobre los ingresos. Esta regla, amigos lectores, no necesita mayores explicaciones: sin efectivo –y con hambre– no hay ni gozo ni grupos «leales».
Regla 4: Recompensar a los principales partidarios lo suficiente para mantener su lealtad. Lo “suficiente” significa que si bien los partidarios apoyan al autócrata, no es nunca descartable que prefieran ponerse en su lugar. Lo suficiente, por tanto, significa las cantidades –o las posiciones– adecuadas para evitar la traición.
Regla 5: No tomar el dinero que corresponde a sus partidarios para hacer que la vida del pueblo sea mejor. En otras palabras, el autócrata no debe pisarles la manguera a sus partidarios (por ejemplo, a los militares) no sea que comiencen a desertar y le hagan la vida difícil.
Conocido el recetario resulta muy sencillo entender la sectaria –y fraudulenta– propuesta de “asamblea nacional constituyente”. La Regla 2 mencionada se evidencia en el texto del artículo 20 del Decreto N° 2830 del 1/mayo/2017: “Los y las integrantes de la asamblea nacional constituyente originaria serán elegidos o elegidas en los ámbitos sectoriales y territoriales, bajo la rectoría del Consejo Nacional Electoral…”. Por otra parte, notarán ustedes que siempre, todo tiempo y toda circunstancia, han sido y son el mismo grupete. ¿Quién puede creer que nuevos actores que no forman parte del mismo, escogidos mediante constituyente, estarán en el TSJ, la Fiscalía, la Contraloría, la Defensoría, el Ministerio de la Defensa, el Ministerio del Interior y Justicia, la Asamblea Nacional, etc.?
Moisés Naím, en su artículo “Maduro no importa”, El País, 14/mayo/2017, lo dice clarito y utilizaré sus propios verbos para expresarlo: sacar a Maduro es necesario pero no es suficiente. Es indispensable neutralizar al grupete.
Inicié con dos frases y termino con esta, pronunciada por Elías Jaua, ministro y autor de su propia biografía en Wikipedia, el pasado 14/mayo: «El gobierno no está aferrado al poder».
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