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Se requiere un liderazgo efectivo

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La relación entre  política  y moral constituye  más que una frase de singular y  primerísima importancia para avanzar en el debate  que está  planteado respecto a la forma de hacer  liderazgo  en el campo opositor venezolano. Obliga a  replantear  lo que hubimos  de aprender  de  los  líderes de  la famosa e inolvidable generación del año 1928, en su mayoría estudiantes  universitarios, sumados  otros  que  con posteridad hicieron causa común en defensa de los principios constitucionales; los que separados por razones dialécticas de la continuación generacional, pasando a ser cabezas de partidos, supieron unirse en forma solidaria para derrotar los gobiernos militares que en Venezuela y en otros países detentaban el poder político y que tuvieron la convicción de que solo mediante la unidad del pueblo puede llevarse a feliz término la permanencia institucional de República.

El derrocamiento de la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958 fue llevado a cabo por la acción revolucionaria emprendida por la Junta Patriótica y el Frente Universitario, integrados ambos por la unidad sin privilegio que fuere aportada por las organizaciones políticas URD, AD, Copei, PCV, sectores sindicales, agrupaciones católicas, movimientos  femeninos y culturales, así como también empresarios progresistas tanto del campo como de la  ciudad. A través  del  ejercicio  cívico del voto se logró colocar a Venezuela como uno de los países de América latina de admiración institucional, regida por una Constitución que al definir las atribuciones  de los órganos que ejercen el poder público establece: “Toda autoridad usurpada  es ineficaz y sus actos son nulos”.

Gobernar o aspirar a gobernar con moral nos impone la idea de que la corrección de conductas indebidas viene implícita en el pensamiento humano; ello por cuanto si la política en su definición conlleva en forma irreversible la búsqueda del “bien común” que nos obliga a no destruir la posibilidad de adhesión de personas decentes, exige también irreductible conducta vertical  para impedir el abuso y la corrupción, que urge imperativo la creación de una  conciencia con basamento ético, que en estos momentos cuando la sociedad reclama un cambio para avanzar debe entenderse que se imposibilita cuando posturas indeseadas permiten retroceder el avance que en forma unitaria se vino realizando para el logro de tal fin. Por eso la creencia del pueblo elector que hace conjunción  para equilibrar fuerzas  que compensen  el reclamo de la sustitución  del nefasto régimen autoritario, sin apego a la Constitución, que  hoy nos desgobierna, se encuentra frustrada cuando la dirigencia en la cual deposito sincera y fraternal confianza ha permitido que Nicolás  Maduro  se haga el comediante actor de un “diálogo” cuya celebración con la representación de la presidente de la ANC mundialmente tenida como “espuria” sin temor a equivocarnos, junto a su hermano, es una muestra de debilidad tácita, cuyo rechazo aumenta por expresa conducta de aprobación, por parte de oferentes opositores de cuestionables acuerdos sin consulta de consideración con los sectores activos del país, lo que nos obliga a la imposición de retomar el comportamiento unitario, como enseñanza perdurable de los padres de la democracia  en Venezuela.

Hacerle observaciones al comportamiento de los que agrupados como fusionados unas veces, otras como coalición de partidos minoritarios en la denominada MUD, no debería tener como consecuencia que se les cierren los muros de redes a esas personas que, con el mayor sentido de preocupación ciudadana, disienten de quienes, creyéndose dueños y señores de los movimientos opositores, en forma irresponsable se permiten opinar por los que no han sido consultados en consideraciones sobre aprobaciones en la agenda del conversatorio que se lleva a cabo en República Dominicana; y lo que es más, presentar candidaturas extemporáneas, sin tomar en cuenta que Venezuela padece de ingentes problemas que superan cualquier capricho presidencial, genera reacciones de rechazo.

Con respecto a la MUD, las consideraciones que sobre este particular ha hecho quien  subscribe el presente artículo no han sido objeto de variación conceptual. Hace  3 años, el 18 de enero de 2015, actuando como presidente del partido URD, dije que por razones de principio me negaba a entender que un grupo de partidos minoritarios hiciera caso omiso sobre  la urgencia de  la creación de un “Gran frente de unidad nacional” que supere actuaciones discursivas, contradictorias e incongruentes, mediante una reflexión oportuna sobre la situación del país con abstracción de individualidades no estratégicas  para una lucha seria y efectiva; y a los fines de soporte de estimación de lo dicho, inserté las declaraciones dadas por el hoy ausente Luis Miquilena: “El país nunca  estuvo en una situación  de crisis y gravedad institucional como la que vive hoy el gobierno de Nicolás Maduro. Nunca ha habido una crisis de esta magnitud. Aquí  no tenemos reglas. La oposición debe hacer un esfuerzo especial para reunirse en este momento. No para un diálogo o elecciones futuras, sino para persistir en el drama inmediato que está planteado. Hay que luchar fraternalmente contra este gobierno. Mover las masas para que el país  se ponga de pie y explique a los venezolanos el drama que padecemos”.

El requerimiento de un liderazgo efectivo  es imprescindible.

Posdata. El  15 de enero de 2018 culminó su vida terrenal Antonio García Leiva, Totón, un venezolano integral. Luchador democrático  de consideración nacional, quien militando  en las filas políticas de URD  e identificado con el pensamiento ideológico de Jóvito Villaba hizo de la unidad nacional un sentimiento sin solución de continuidad. En diferentes oportunidades este insigne venezolano con arraigo en su estado natal hubo de ser seleccionado  como parlamentario, dado que contó  con la fuerza numérica del pueblo del  falconiano para desempeñarse como tal. Para Totón mi más fraterno cariño,  además de mi obediencia a sus órdenes.

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