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Se requiere un cambio

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La situación por la que actualmente atraviesa el pueblo venezolano no ha sido como en otras circunstancias del interés privativo de sus conciudadanos, cuando se resolvían mediante una votación libre sin limitaciones, universales y secretas, con obligación del respeto de participación ciudadana en los asuntos políticos.

Por el contrario, los medios de participación y protagonismo del pueblo en el ejercicio de su soberanía, en lo político, la elección de cargos públicos, el referéndum, la consulta popular, la revocatoria del mandato, el cabildo abierto, aunque constituyen cardinales constitucionales; han dejado de serlo. No siendo más que quimeras dado que se impone la voluntad de un gobierno autoritario con pleno dominio del TSJ, del CNE, de la Fiscalía General de la República y de la Contraloría General; y como si le fuera poco secuestra la colaboración servil del llamado Consejo Moral Republicano incapaz de sancionar, como está a la vista de todos, los hechos que atentan contra la ética pública, no velar por la legalidad en el uso del patrimonio público; ni por el cumplimiento del debido proceso ni la calificación de las faltas graves cometidas por los magistrados del TSJ entre otras.

Lo que es más, la sociedad civil dejó de existir. La sociedad civil dejó de ser entendida como la parte de la sociedad que no pertenece a la Iglesia, ni a las fuerzas armadas ni a la clase política activa y funcionarial, que representa al Estado. La sociedad civil ha sido sustituida por un grupo escogido dentro de la oficialidad castrense de alto rango, que no solo tienen el derecho al sufragio; sino que ocupan, estando en servicio activo, los principales cargos de la administración donde han permanecido más de 20 años, sin interrupción de continuidad; favorecidos por traspasos de ministerios, con intervención directa en la controversia política. El caso del general Padrino López quien dirige la regulación de precios justos es una indicación más de colocar la guarda y protección alimentaria del pueblo miserable en quien no tiene la menor noción sobre el particular. La dirección política del partido de gobierno la ejerce Diosdado, un militar advenido a la política, sin otro mérito que el de haber participado en el golpe de Estado contra Carlos Andrés Pérez. Este intocable capitán incoa juicios contra los editores de los medios independientes, anuncia con anticipación las decisiones de los jueces sentenciadores; las cuales le son por supuesto favorables. La industria petrolera la dirige un militar, de apellido Quevedo, con ignorancia supina sobre la materia de hidrocarburos. La dirección de la oficina del tesoro público que reparte divisas pertenece a la reserva castrense. Es tanto el poder ejercido por el generalato de la FA que la justicia militar de conformidad con las denuncias inveteradas califica delitos atribuyéndose su cocimiento, sobre lo cual se hace notoria la indiferencia de la Sala Constitucional.

El rechazo al comportamiento no democrático del gobierno que preside Nicolás  Maduro, quien a criterio de politólogos no es más que un “heredero comodín” para facilitarles a los juramentados por Chávez en el “Samán de Güere” el poder militar a perpetuidad, ha traspasado las fronteras patria. La política dirigida por Nicolás Maduro de contenido monárquico y castrense ha traído como consecuencia de sus desatinos la ruina de la nación. Pdvsa se encuentra en situación de quiebra con medidas cautelares dictadas en su contra, sin reposición de inventario con baja de producción. “No existen recursos para la prevención de la tuberculosis”. A decir del secretario asistente del Tesoro de Estados Unidos: “Maduro recurre al oro para financiar las redes de corrupción”. El gobierno arrecia acoso contra dirigentes laborales. Se niega al nombramiento de una comisión imparcial para averiguar la muerte del concejal, para muchos un crimen. El gobierno destierra a un joven prisionero sin fórmula de juicio, figura no tipificada en nuestra legislación, con base en el supuesto suicidio; y como manera de resucitar un mecanismo de diálogo a través del presidente de España.

En Venezuela la “diáspora” es ostensible. No para de realizarse. Sin duda alguna es evidente que las remesas envidas subsanan necesidades elementales de no solución por parte del nefasto gobierno. La OEA, parlamentos de Europa; los gobiernos del mundo claman por una intervención humanitaria y piden investigar a Maduro mediante acción a incoarse por ante la Corte Penal Internacional sobre los crímenes generalizados y los actos represivos perpetrados por el régimen venezolano.

Qué hacer frente a un gobierno autoritario, opresor y la presencia de un reducido grupo de la oposición, que se niega a entender que la MUD ha dejado de ser un conjunto unitario, para constituirse en un grupo fragmentado, carente de un programa de acción, incapaz para fomentar una protesta colectiva; y contribuir con las nuevas fuerzas creadas con vocación de pueblo, como se está llevando a cabo por los sectores estudiantiles, profesionales, empresarios medios, intelectuales profesores y maestros, los trabajadores industriales y el pueblo que pide trabajo, pan y libertad. Qué hacer, frente a la crisis que atraviesa Venezuela, la más aguda de todas las padecidas en su vida republicana, que evidencia el desmoronamiento de la economía y en las estructuras estadales.

Lo primero que debemos hacer para echarle un parado a la crisis actual, que no es más que un paso hacia la instauración de una dictadura comunista, es entender lo dicho por el padre Ugalde, sacerdote de vanguardia en los momentos críticos, que nos fuerza a su obediencia. Ugalde ha registrado con angustias la resistencia que opone la mayoría de los venezolanos, llama a “unirse alrededor de un programa de acción que frustre lo que de otra forma pudiera convertirse en la confiscación total de la democracia en Venezuela. Los venezolanos reclaman concentrarse en la lucha por liberar a Venezuela sin perder de vista que no es posible la negociación con un gobierno delincuente, salvo si el tema a discutir es su salida del poder”. Ugalde: “Los insta a dejar de lado todo cálculo acerca de las ventajas que unos podría sacar sobre otros cuando se recupere la democracia. Que no cometan los errores de confiar demasiado en sí mismos y muy poco en los demás. Lo que se exige de su parte es una unión férrea, concentrada en desarmar la estrategia dictatorial. Se lo pedimos con angustia, movidos por la urgencia del drama de las mayorías. Sin esa unión no será posible vencer, porque el poder ha sido penetrado en todos los niveles”, fin de la cita. No entender lo que dice este ilustre sacerdote, colocado al lado del pueblo, para plegarse a las maniobras de Maduro conducidas por su pro cónsul Zapatero; no es otra cosa que un acto de traición a los principios democráticos.

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