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Un régimen de delincuentes

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“A los ingenuos, tontos y resentidos que votaron por Chávez, que creyeron en sus mentiras, que cayeron por inocentes y que ayudaron a la destrucción de Venezuela”

Podríamos definir la corrupción como la apropiación indebida de recursos públicos cometida por funcionarios que, abusando de su poder, los utilizan para su uso personal.

En Venezuela Chávez institucionalizó la corrupción y eliminó los órganos de justicia y de control. La multiplicó en forma exponencial por vía del saqueo y el peculado, de la destrucción de las industrias y de la expropiación de la propiedad privada. Se apoderó de todas las instituciones y las utilizó a su conveniencia. Desde el primer día usó la corrupción como un mecanismo de control político y la aplicó en militares y funcionarios públicos: Plan Bolívar 2000, Banco Industrial, Pedval, Cadivi, Odebrecht, venta del oro y reservas. Pdvsa fue convertida en la mayor fuente de corrupción y lavadora de dinero en la presidencia de Rafael Ramírez quien, junto a su primo y testaferro Diego Salazar Carreño y Nervis Villalobos, saqueó más de 20.000 millones de dólares, depositados en cuentas de la Banca Privada de Andorra (BPA) y sus filiales europeas. La Securities & Exchange Commission (SEC), organismo que en Estados Unidos regula el mercado financiero, acusó a Francisco Illaramendi y Morris Beracha, por apropiación de activos y fraudes de más de 1.000 millones de dólares; y también a Alejandro Andrade, ex tesorero de la nación, por operaciones ilícitas con la casa de bolsa de Nueva York Direct Access Partners, por más de 1.000 millones de dólares. A estas investigaciones se sumaron la DEA y el Departamento del Tesoro por las operaciones de blanqueo (Bumeran Chávez – Emili J. Blasco). En 2017, Andrade se declaró culpable de conspiración y blanqueo de capitales; y su socio Raúl Gorrín, dueño de Globovisión y Seguros La Vitalicia, está procesado por esos mismos delitos.

Un trabajo de los periodistas William Neuman y Patricia Torres del diario The New York Times cita al economista ex ministro de Chávez, Víctor Álvarez: «Es escandaloso. Venezuela ha sido saqueada como en la época de la conquista española, cuando el oro y la plata eran robados por toneladas». Se ha calculado en 500.000 millones de dólares la cantidad saqueada al país: la fortuna más grande en ingresos de toda nuestra historia, comparando los 16 años del chavismo con los 189 años desde 1810. Alek Boyd, periodista venezolano residenciado en Londres e investigador sobre corrupción en Venezuela, ha estimado que el monto de la corrupción del chavismo-madurismo puede ascender a 600.000 millones de dólares. El patrimonio que Chávez hizo acumular para sus hijos se estima en cientos de millones de dólares.

La corrupción también permeó al Poder Judicial depravando la justicia con jueces y fiscales sumisos. En 2004 Chávez manipuló la composición del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) nombrando abogados obedientes al servicio del régimen para legitimar abusos y juicios amañados, procesos que seguía directa y personalmente. Eladio Aponte Aponte, presidente de la Sala Penal de TSJ y testigo protegido declaró: “En Venezuela no se da puntada si no lo aprueba el presidente. La justicia no vale. La justicia es una plastilina. Digo plastilina porque se puede moldear a favor o en contra” (Malandros con toga, J. M. Colmenares). Todos los viernes por la mañana se realizaba una reunión en la Vicepresidencia Ejecutiva (Fiscalía, TSJ, Procuraduría, Contaduría, Presidencia de AN y jefes policiales) para fijar las consignas que debían seguirse en los casos pendientes. Con testigos falsos o sin testigos, con pruebas falsas y amañadas, se condenaba a opositores o se liberaba a chavistas.

“El gobierno de Maduro combina dos desgracias, la cleptocracia y la cacocracia. Es un régimen de corruptos y de ineptos, de delincuentes y de los menos preparados” (Moisés Naim). Pero creemos que realmente es un régimen de delincuentes que se ha apoderado de nuestro país, que lo ha sometido por la fuerza de las armas, lo ha saqueado, arruinado y puesto al servicio del terrorismo y del narcotráfico. Más de 30 millones de venezolanos somos rehenes de esos criminales; y si protestamos y los enfrentamos, nos asesinan.

Por nuestros hijos y nuestras familias, tenemos el deber de salir de este régimen y rescatar nuestro país y la democracia. Y como los partidos políticos son el sostén de la democracia, es imprescindible fortalecerlos y lograr así reivindicar la política como una de las actividades más nobles, a través las cuales la sociedad construye un futuro mejor.

[email protected]

@JMColmenares

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