Desde la mitad del siglo XIX y a lo largo de todo el siglo XX América Latina recibió a oleadas de inmigrantes europeos, así como de otras partes del mundo, entre los cuales se destacan los provenientes del Medio Oriente: sirios, libaneses y palestinos. En la mayoría de las veces entraron como inmigrantes en búsqueda de mejores condiciones económicas y políticas, y en algunas ocasiones como refugiados en búsqueda de resguardo. Hoy la historia se repite con los refugiados sirios.
Sirios en el mundo
De acuerdo con el informe anual 2018 de la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados, el cual se publicó en junio con el título de Tendencias globales de desplazamiento forzado en 2018 (https://www.acnur.org/stats/globaltrends/5d09c37c4/tendencias-globales-de-desplazamiento-forzado-en-2018.html), la población desplazada forzosamente en el mundo aumentó en ese año en más de 13,6 millones de personas, para alcanzar la impresionante cifra de 70,8 millones entre refugiados, desplazados internos y solicitantes de asilo.
De los 25,9 millones de refugiados en todo el mundo, los sirios comprenden 6,7 millones (25,8 %). De los 41,3 millones de desplazados internos en el mundo, los desplazados sirios ascienden a 6,4 millones (15,5 %). El pueblo sirio sigue inmerso en la guerra civil y, al finalizar 2017, Siria era todavía el principal país de origen de refugiados. Durante ese año el número total de refugiados sirios aumentó 14%. En la actualidad, estos han encontrado asilo en 125 países en todo el planeta, sobre todo en los vecinos Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto.
América Latina, hospitalidad tradicional
Con respecto a América Latina, se puede afirmar que se ha caracterizado por ser pionera en materia de asilo en el mundo. Ha demostrado a través de la historia una tradición humanitaria de recepción y aceptación de los inmigrantes, evidenciada, entre otras muestras, en la lejana Declaración de Cartagena de 1984, que impulsó a escala regional la ratificación de la Convención de Ginebra de 1951. Con la participación de 28 países y tres territorios de América Latina y el Caribe, los signatarios de la adelantada Declaración de Cartagena de 1984 se comprometieron a mejorar el sistema de protección internacional y establecieron como prioridad el auxilio a los miles de afectados que sufrían para entonces las dictaduras del Cono Sur y los conflictos de Centroamérica y Colombia.
En ese importante documento se destaca un aporte de gran valor, al ampliar sustancialmente a escala mundial la definición de refugiados. Con esto se permitió que fueran reconocidos como tales no solo las personas perseguidas por su raza, religión, nacionalidad o ideas políticas, sino también aquellas que huían de situaciones de violencia generalizada. Este acuerdo, asimismo, fue evaluado, ratificado y ampliado sustancialmente en Costa Rica en 1994, en México en 2004 y en Brasil en 2014. Así, se reafirmó cada vez la importancia y disposición de los países latinoamericanos en el asunto de los refugiados, desplazados y asilados provenientes tanto de América Latina como de cualquier país del mundo.
Refugiados sirios en América Latina
Salieron de Siria huyendo de la guerra; en su mayoría, a los sitios más cercanos, los países vecinos, con mínimas condiciones para el resguardo y la supervivencia. Algunos, a la aventura en una peligrosa e incierta travesía hacia Europa, cruzando el peligroso Mediterráneo; pocos prefirieron montarse en un avión con destino a América Latina. Desde que comenzó el conflicto armado en 2011, más de 6.000 sirios han optado por empezar una nueva vida en la región latinoamericana. La gran mayoría de ellos, alrededor del 85%, decidió solicitar refugio en Brasil, el gigante regional que ha mantenido una política de puertas abiertas hacia los refugiados sirios. Brasil ha sido pionero en lanzar en 2012, cuando Dilma Rousseff era presidenta, un programa de visa humanitaria para personas que huyen del conflicto sirio.
Karina Sarmiento, directora para América Latina de la ONG Asylum Acces, asegura: «Brasil ha tenido un rol muy importante en el tema de derechos de los refugiados en América Latina: no solo porque ha propiciado políticas o cuenta con un sistema de asilo bastante eficiente, sino porque también ha motivado a que otros países de la región promuevan políticas similares».
La ahora ex presidenta de Brasil prometió en marzo de 2016 aceptar a 100.000 refugiados sirios durante cinco años, pero el juicio político en su contra cambió drásticamente la situación. El gobierno de Michel Temer (por cierto, descendiente de libaneses) interrumpió transitoriamente tal compromiso para luego ratificarlo en septiembre de 2016 en la Reunión de Alto Nivel sobre Grandes Movimientos de Refugiados y Migrantes de la ONU.
En 2013, Argentina recibió a alrededor de 300 familias sirias. En octubre de 2014 el gobierno argentino aprobó el Programa Siria, que benefició a más de 100 personas. En septiembre de 2015 el gobierno argentino lanzó el Programa Especial de Visado Humanitario para Extranjeros Afectados por el Conflicto de la República Árabe Siria, sucesor del Programa Siria, el cual permitía a los beneficiarios vivir por un plazo de tres años en territorio argentino y solicitar la nacionalización. Las provincias Santiago del Estero, Chubut y Córdoba se ofrecieron para ceder terrenos y dar trabajos a familias de refugiados que quisieran instalarse ahí. En 2014 ingresaron un total de 53 sirios, y en 2015, alrededor de 389.
Mauricio Macri anunció su intención de recibir a 3.000 refugiados en Argentina. En febrero de 2017 la provincia de San Luis se declara “estado llamante”; es decir, esa provincia acogerá a refugiados sirios a través del Comité de Refugiados, recibiendo, para ello, a cinco familias cada dos meses.
Desde el inicio del conflicto, a Chile han llegado cerca de 300 ciudadanos, aunque lo hicieron por sus propios medios, y el gobierno no les ha dado la condición de refugiados. Lorenzo Agar Corbinos, profesor de la Universidad de Chile y ex jefe del Área de Refugio de la Vicaría Pastoral Social (patrocinio de Acnur), indicó en una conferencia en la Casa Árabe de Madrid que Chile recibió en octubre de 2017 a 14 familias sirias: 18 hombres, 16 mujeres y 32 niños (un total de 66 personas) que habían salido de Siria y que estaban refugiados en Líbano.
Ecuador, a pesar de ser el país de América Latina que acoge a más refugiados, más de 60.000, el 98% de estos son de origen colombiano, y recientemente venezolanos, ha servido para el ingreso de algunos sirios, gracias a su imagen pública de apertura de las fronteras, de flexibilidad en el aspecto migratorio y de cierta estabilidad económica que pudo atraer a unos pocos sirios. Ecuador es el único país en el mundo que aplica la ciudadanía universal; es decir: partiendo de este concepto, se entiende que no se considera a ningún ser humano como inmigrante ilegal. (Véase mi artículo http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/ciudadania-universal_280621)
En septiembre de 2015, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció que iba a aceptar a 20.000 refugiados sirios. Sin embargo, según Acnur, el país solo ha recibido 20 solicitudes de asilo de nacionalidad siria desde ese año. Por el contrario, en lugar de recibir a refugiados, la población venezolana, como resultado de la situación económica, social y política, ha hecho miles de solicitudes de asilo en todo el mundo, especialmente en los países vecinos.
El 8 de octubre de 2014 llegó desde el Líbano a Uruguay un grupo de sirios, integrado por 42 personas pertenecientes a cinco familias. Esto, dentro del Programa de Reasentamiento de Familias Sirias en Uruguay. Este fue impulsado por el presidente José Mujica, y Luis Almagro, como ministro del Exterior. El plan era acoger a un centenar de familias; sin embargo, no se logró, dado que los dos años que se indicaron en el programa como período de refugio no resultaron suficientes para la adaptación e integración a la sociedad uruguaya. De las cinco familias, una decidió regresar.
Hasta el presente, solo se conoce este caso puntual que ocurrió en Uruguay; del resto, la adaptación e inclusión de los refugiados sirios fue y es positiva. Las naciones latinoamericanas han sido las más solidarias con el pueblo sirio y con sus refugiados. Esta región fue el sitio escogido por algunos de muchos, a pesar de la distancia y de las dificultades del trayecto para llegar a América. Lo más importante: han sido recibidos con la hospitalidad y afecto adecuados y hasta generosos con la condición de refugiados, lo cual tiene gran valor para estos seres humanos que sabrán retribuir, porque su naturaleza oriental lo impone, con un fuerte grado de agradecimiento, esa manifestación de fraternidad humana propia del latinoamericano.
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