COLUMNISTA

Redacted: alarmante muestra del saber encorvado

por Luis Leonel León Luis Leonel León

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Piensa en esto. ¿Qué harías si al abrir los ojos te descubres ante un ejército de libreros torcidos, como raíces que intentan sostenerse, bailando a un ritmo cardíaco, desesperado, extrañamente conocido? ¿Pensarías, al menos por un instante, en cómo esas imágenes, de pronto insólitas, te acompañan cada día?

No es un secreto que la pasión por el saber, y en especial por la producción intelectual, no es trending topic. Y aunque nunca ha sido tendencia, su búsqueda, a nivel general, desde hace varias décadas está cada vez más cerca de lo poco funcional y desdeñado que de los valores más anhelados y sagrados de la civilización occidental.

¿A dónde ha ido a parar la seducción, el compromiso moral, el valor social de este conocimiento? ¿Qué es en realidad todo esto que percibimos? Puedes preguntarte frente a estos libreros desfigurados, ya sin libros.

El saber, más que vivir una crisis, entre zancadillas, vulgaridades, modas tóxicas y manuales de Ikea, hoy sobrevive a la cruzada del menosprecio, la invisibilidad, casi el desprecio, el olvido. Y es una pena inmensa. Peligrosísima. Apabullante. Letal. ¿Inevitable? ¿Necesaria? Llegas a dudar. 

Hace unos días, en la galería LnS, en Miami, me topé con esos impactantes y a la vez hermosos libreros encorvados. Allí estarán, junto a otras invenciones, hasta el 3 de noviembre, como parte de la muestra Redacted, del cubanoamericano César Trasobares (Holguín, 1949), un meticuloso y a la vez desenfrenado artista del concepto. Algo muy lejos –otra vez– de las tendencias. Vale la pena –por partida doble– no dejar de ver esta exposición.

Con Redacted, Trasobares, maestro del performance, de la instalación, el collage, la reinvención: se ha propuesto fabular cómo el conocimiento ha perdido reconocimiento social, público. Por ello sus esculturas-libreros-metáforas sufren de distorsión, casi han muerto por desuso. La humedad del metal, como lágrimas punzantes, ha hincado al artista y ha corrido diligente a pintarles, a socorrerles, pues la creación siempre será una batalla por la vida. Lo contrario, aunque sea celebrado, siempre será un equívoco, una pérdida, una derrota.

Y justo ahí comienza la historia de esta exposición. Los libreros de Trasobares son en realidad un ejército de hombres modernos, contemporáneos, que se han ido encorvando por el peso de la ignorancia, por el peso intangible del desconocimiento. Suele pensarse que el vacío que tiene un peso inferior al de las cosas más tangibles, pero es un error. No hay nada más pesado, y apesadumbrado, que la fuerza de la ignorancia. Lo que más pesa –si quieres puedes comprobarlo– es el vacío. Lo que más duele es el dolor del vacío. Eso ya lo sabes.

Y Trasobares lo siente y no puede dejar de decirlo. Analiza la vida y la muerte que le rodean y la exterioriza. Demiurgo avant-garde de lo conceptual, busca decir cosas antes que pintarlas. Construye, manipula, teje ideas, embarra, ilumina, descubre, sueña, pinta: porque no puede dejar de hacerlo. Ensaya una y otra vez. Los grandes artistas conceptuales son también ensayistas. Sólo que sus palabras tienen otras formas. Y por ello otras lecturas.

Lo trascendente de Redacted radica quizás en no reducirse a una mera crítica a la inconformidad del momento. Sus esculturas hablan no sólo de este contexto, hijo –quiero pensar que bastardo– de décadas anteriores, del pasado siglo, cuya implosión siempre fue una bomba de tiempo. Redacted es oda y a la vez elegía. Una obra extra territorial, atemporal, una especie de sagrario, de culto al saber perdido, atomizado, desdeñado, pero aún, suertudamente vivo. Imprescindible.

En esta muestra hay varios elementos distintivos, recurrentes en la carrera (de resistencia) de Trasobares. La palabra escrita (aquí reescrita, editada, trastocada), objetos cotidianos, juguetes, el collage escultórico, la inmanencia del trópico, el fragor del dinero. Esto último tal vez tenga que ver con que para hacer su arte Trasobares ha tenido que trabajar en otras cosas. Y lo ha hecho –he aquí otra pista– desde la educación, los espacios culturales y las políticas públicas.

Me manera sistemática el ambiente público ha incidido en sus creaciones. Muchas veces no le ha interesado tanto hablar de los aislamientos que, por naturaleza, cargan los individuos, sino de sus interacciones y las irregularidades de la construcción social. Cuando repasamos su currículo y le escuchamos hablar, siempre aflora su preocupación por el sentido y las obligaciones de las instituciones públicas, sus baches y aciertos, su desatendida y trastocada importancia, así como su pasión y respeto por los saberes, gracias a los cuales hemos edificado nuestras mejores huellas.

De ahí su constante mirada a las raíces, la historia, la aventura intelectual. La obligación de conservar –que no es lo mismo que coleccionar– el pensamiento, para utilizarlo, transmitirlo, salvarlo, salvarse, salvarnos. Sus esculturas-libros de libros, es decir, sus hombres torcidos en forma de libreros: testimonian el deterioro del crédito que hoy se le otorga al ejercicio intelectual en casi todo el mundo.

Trasobares está convencido de que aunque el arte hable de lo feo y lo desagradable, ha de hacerse desde la belleza, o al menos desde su pesquisa. En Redacted ha convertido estos libreros comunes y corrientes en arte, otorgándoles una vida, salvándoles del abandono, de la basura donde él les encontró. Sus piezas, aunque muestran realidades terribles, son bellas. Bellas artes.

Nos hace pensar en muchas cosas. Y da en el blanco. Uno de los principales objetivos del arte conceptual es poner a pensar a la gente. En un paisaje o un retrato, más o menos clásico, generalmente su creador buscará que se disfrute su destreza, su técnica. En una obra imaginativa, que brille su ingeniosidad. Pero en el arte conceptual, lo cardinal es poner a pensar la gente, obligarnos a pensar, ya sea en algo específico o en cierta pradera de probabilidades.

En esta exposición, como en otras anteriores, Trasobares siente que sus piezas son ofrendas a la humanidad. Está convencido de que esa es su misión. Su aplaudida utopía. No está intenta en principio vender su obra: trata de llamar la atención sobre sus intereses, su visión del mundo, sus carencias y valías, a veces con agónica preocupación, a veces con ironía, pero siempre con una lluvia de metáforas y conceptos. Tropos posmodernos que generalmente claman por la tradición humanista.

Redacted no sólo siente el declive del estatus del saber, tristemente apartado por una coja educación y la droga del desdén. Trasobares subraya en las redes de la información, con sus zonas oscuras, ocultas, tapiadas a propósito.

La zona VIP de la exposición (en LnS Gallery ya es tradición retar a los artistas a crear instalaciones) indaga en la compartimentación de la información. De cierto conocimiento exclusivo, VIP. No de la labor, no exenta de misterio, del celador del saber en épocas anteriores, para perpetuarlo y transmitirlo de generación en generación. Habla de prohibición, embuste, verdades a medias, desinformación. Censura burda. Censura VIP. Desconocimiento, una y otra vez.

La música –puedes sentirla– se escapa del VIP y obliga a acercarse al espectador a un sitio donde no puede entrar. Todos tratan de ver de qué se trata ahí dentro, pero sólo logran ver lo que el artista quiere que vean. Una exclusividad donde el misterio, el secreto, confluye con lumínicas oscuridades. Recuerda aquella biblioteca incendiada en El nombre de la Rosa, de Umberto Eco, amenazada ya no por el fuego sino por la manipulación y el abandono, las paredes con que tropezamos porque las no las vemos.

¿Sería una idea hermosa que un día estos libreros, o sus gemelos, rescaten su estructura original y vuelvan a contener el saber perdido, en las formas que existan, pero que retumben a ser lo que realmente son, contenedores del conocimiento? ¿O se trata simplemente, aunque nos duela o explote en los ojos, de la eterna aventura de Odiseos y homéricas Ítacas? ¿Será posible hacerlo desde el valor rescatado de sus ruinas?

Pero Redacted –esta es otra de sus características– es mucho más. Podemos disfrutar, desde otros ojos, de los Everglades, que son parte de la vida cotidiana de Trasobares. Ese verde particular, perenne en su trayectoria, como un signo inequívoco de vida, late en la piel metálica de estos libreros, diciéndonos que, aunque sin libros, aunque llorosos de intelecto, malheridos: no están vacíos del todo. No están muertos. Hay salvación. Esperanza en la ruina.

Frente a las esculturas de Trasobares quizás también tú te preguntes: ¿Dónde estamos? ¿A dónde puede ir el mundo así? Y la respuesta, como un inmenso bloque de acero transparente, no es algo que quieran escuchar quienes se atreven a hacerlo.

Redacted demuestra la vitalidad de César Trasobares. Un artista con un universo interior muy especial, lleno de inquietudes y conmociones, que se ha encargado de trasmitir desde el riesgoso lenguaje de la vanguardia, muchas veces incomprendido, pero imprescindible para el movimiento del arte, de cuyas arenas que también nos cuentan sus libreros zombis, sus individuos encorvados, bailando en medio de la noche, tiritando, dialogantes, sobre los Everglades.