La crisis humanitaria se profundiza cada día más, y sobre todo en este tiempo de crispación durante el cual más de 80% de los venezolanos no desea vivir bajo un sistema de gobierno totalitario, único causante de la debacle económica y social que conlleva al aumento de la pobreza, el resurgimiento de enfermedades que han escapado del control sanitario, el ascenso dramático de las tasas de mortalidad infantil y materna además del incremento de los casos de desnutrición aguda en la forma severa con una repercusión importante en los niños menores de 5 años. El gremio de la salud salió a la calle, sumándose a las numerosas protestas pacíficas que han protagonizado hasta ahora, durante 58 días de resistencia y lucha, la mayoría de los sectores de la sociedad civil. Sin embargo, a pesar de ejercer el derecho reflejado en la Constitución vigente (Art. 68) el cual contempla el derecho de “manifestar pacíficamente y sin armas” la represión de parte de los cuerpos de seguridad del Estado ha sido implacable y totalmente violatoria de los derechos humanos.
El pasado 22 de mayo se llevó a cabo la manifestación por el derecho a la salud y la vida convocada por el sector salud. Bajo la consigna “No queremos bombas, queremos medicinas” se trató de llegar al Ministerio del Poder Popular para la Salud a fin de exigir, entre otras cosas, la apertura de un canal humanitario con el objetivo de solventar la grave escasez de medicamentos que cada día pone en riesgo la vida de los venezolanos. La única respuesta obtenida ante este clamor fue la represión desmedida y brutal con el uso abusivo e incorrecto de bombas lacrimógenas y otras medidas de represión no contempladas en los patrones regulares para el control del orden público y que ya son del uso común en Venezuela para contener a toda una sociedad, la cual ejerce su derecho de luchar de manera pacífica por un país libre, actualmente secuestrado y despojado de todos los principios democráticos.
Fue una manifestación multitudinaria, con amplia representación de todos los gremios de la salud, académicos, sindicales, ONG asociadas a la salud, pacientes, sociedad civil. Todos unidos en función de una sola causa. Sin embargo, no hubo compasión del régimen, el cual a pesar de estar en conocimiento de la presencia de pacientes, no tuvo el más mínimo respeto por los derechos humanos. Precisamente, el mismo día que se llevó a cabo dicha manifestación, murió el tercer niño de la Unidad de Hemodiálisis del hospital J. M. de los Ríos a causa de la infección del catéter que representaba la vía de acceso para poder realizarle la hemodiálisis. La misma causa ocasionó el fallecimiento de los otros dos pacientes.
Es imposible, ante estas dramáticas circunstancias y muchas otras más, no expresar la indignación y la impotencia que se siente el no poder ofrecer a los pacientes la atención médica oportuna y adecuada. La salud ha estado sujeta a un abandono de manera constante y permanente, el cual se ha exacerbado en los últimos tres años; ha sido público y notorio el fallecimiento de ciudadanos venezolanos, tanto niños como adultos, por la escasez de medicamentos e insumos, lo cual se ha podido evitar.
El presupuesto que se estima cada año para la nación tiene que pasar por la Asamblea Nacional para ser aprobado bajo la figura de una ley presupuestaria, aspecto que no cumplió el régimen, un presupuesto el cual fue designado para este año 2017 y a su vez desconocido por el Poder Legislativo. Por lo tanto, este sería uno de los muchos actos ejecutados por este gobierno totalitario que lo colocan al margen de la Constitución, y por si fuera poco el presupuesto designado para el Ministerio de Defensa supera con creces al que fue destinado a los ministerios de Salud y Alimentación. Según un trabajo periodístico de investigación publicado en este prestigioso medio, “el presupuesto designado al Min Defensa para este año supera 9 veces al de alimentación”, además “el Min Salud está en el sexto lugar en las prioridades”, en relación con el orden presupuestario.
Es indiscutible que Venezuela está siendo gobernada por grupos de poder inescrupulosos e inhumanos para los cuales lo más importante es la asignación de recursos al sector militar. Un país en el cual la desnutrición aguda en la población infantil aumenta de manera acelerada en sus forma más grave y que ya sobrepasa los umbrales de severidad según la OMS en tiempos de crisis, que la escasez de medicinas ha cobrado la vida de muchos venezolanos, es inevitable el clamor el cual debe ser gritado a viva voz por todos los venezolanos de forma permanente: ¡No queremos balas ni bombas, queremos medicinas, insumos médicos y alimentos! Anhelamos el derecho de tener una vida digna en una patria democrática y libre.