La crisis migratoria y la tragedia humanitaria que sufre Venezuela y que hoy preocupa a nuestros vecinos es una muestra de la gravedad de lo que vivimos. El país se nos va de las manos y algo tenemos que hacer. Entre los escenarios en que puede concluir esta situación de destrucción del aparato productivo y del tejido social de la nación, tiene que buscarse un punto de encuentro que parta de la premisa de que aquí no habrá vencedores ni derrotados. Que si bien el proyecto basado en un socialismo del siglo XXI fracasó y tiene gran parte de la responsabilidad de la crisis, el mea culpa deberíamos compartirlo la gran mayoría, la activa y la silente.
Grupos y personalidades se reúnen y evalúan escenarios buscando una salida a esta tragedia. En la MUD, dentro del gobierno, chavistas disidentes, los despolarizados, la Iglesia, opositores anti-MUD, OEA, entre otros factores, buscan un punto de encuentro como una opción para salir de la crisis y evitar lo que la mayoría de los análisis estratégicos señalan como un posible escenario de mayor conflicto y una eventual guerra civil. Pero no esa que anuncia Maduro si no le aprueban la fraudulenta constituyente, sino la que se puede originar por el deterioro cotidiano de la economía y la desesperanza de millones de venezolanos que no aguantan la crisis y que tampoco quieren ser parte de los contingentes migratorios.
Todos los factores dispuestos a reconocer sus responsabilidades del pasado y del presente, que acepten bajar la guardia ante la intransigencia, que usen como parámetro el respeto a la Constitución y la honestidad como fuente de ejercicio de la política, independientemente de su postura ideóloga, debemos apoyar los esfuerzos de una negociación política. El apoyo de la comunidad internacional es clave y la buena voluntad de todos los factores políticos es indispensable para que retomemos un rumbo en paz.