Aquí no debe quedar ninguna duda. El madurismo es una cúpula política prostituida a los más oscuros intereses de China, Rusia y transnacionales capitalistas como el caso de la brasileña Odebrecht, que estafó a la nación con muchas obras de envergadura que jamás concluyó; o Gold Reserve, que explota a su antojo el mal llamado arco minero a cambio de unos lingotes de oro, que van a engrosar las cuentas de una casta política que multiplica sus cuentas en los paraísos fiscales a costa del hambre y las necesidades del pueblo de Bolívar.
El madurismo habla descaradamente de no someterse al “imperio” norteamericano, mientras despóticamente los chinos y rusos se han apoderado de nuestro petróleo y recursos minerales, sin contar el importante número de inmigrantes asiáticos que venden productos de primera necesidad a los venezolanos al precio que les da la gana, mientras los subyugados del pensamiento madurista le echan la culpa de la quiebra económica del país a cualquiera, menos al grupo de panegíricos o zascandiles que integran la prostituida red política.
Es tal el descaro con el cual el madurismo somete al pueblo que usted no ve en ninguna parte algún chino haciendo una cola para adquirir un producto de primera necesidad, o en su defecto, que uno de esos extranjeros ande buscando una medicina o simplemente intentando encontrar un cupo en un hospital, porque en honor a la verdad, los asiáticos son privilegiados del madurismo sobre los venezolanos.
O sea, la respuesta es simple: ellos, los chinos, pagan sus prebendas a los altos y medios funcionarios que controlan las instituciones tanto en Caracas como en el interior del país, sin obviar los militares corrompidos que hace mucho tiempo olvidaron su juramento en defender la Constitución y las leyes para convertirse en esbirros de un régimen, que no les importa ver a niños o ancianos muriendo de hambre, o desfallecer por falta de medicamentos. El madurismo no necesita de ello, y cual prostituta (con el respeto de quien ejerza tal oficio) vende su cuerpo, alma y espíritu, con tal de obtener sus privilegios con el máximo de ceros a la derecha de sus cuentas personales.
Sobre lo anterior, bastaría preguntarle a todos quienes integran semejante red de tentáculos de corrupción o sobre quienes no la integran: ¿Cuándo usted observa que los “líderes” del madurismo se encuentren en la calle para montarse en Metro, un autobús o hasta en un taxi? Si usted tiene que pasar horas y horas bajo el sol para cobrar una pensión o jubilación, ¿coincide con el padre o la madre de algunos de esos afortunados de la política? ¿Alguna vez ha observado a esos maduristas inscribiendo a sus hijos en las escuelas o liceos públicos? Más aun, ¿cuántos asiáticos usted ha visto en el día que utilicen el transporte público, o tengan que cobrar en “efectivo” cualquier monto en un banco del Estado, o vea a sus hijos estudiar en las instituciones que vive pregonando el madurismo son de la “más alta calidad académica”? Le apuesto que si su respuesta es positiva, los casos serán contados con los dedos de una mano y todavía van a sobrarle varios de ellos.
El madurismo es una piltrafa en toda su extensión de concepción de vida. Incluso calificarlos de prostitución política sería elevarle el nivel de condición humana, porque cuando menos las prostitutas lloran o sufren por determinadas situaciones o hechos que les afectan sus espacios de relaciones interpersonales, mientras que los maduristas disfrutan al ver llorando y sufriendo al pueblo, incluso cuando las personas mueren por hambre, enfermedad o víctima de la delincuencia.
El madurismo dice que nuestra “soberanía” está segura con ellos. Tiene razón. Hoy nuestra soberanía está a las expensas de un grupo de chinos, rusos y transnacionales que compraron el corazón de nuestra patria para hacernos esclavos de la pobreza y la miseria. Por ello es que nunca protestan ante los negocios turbios que han consolidado con el madurismo, es decir, se adueñaron de nuestras inmensas riquezas naturales sin tener que dar nada a cambio, salvo el apoyo económico y político a una casta corrupta que disfruta besar lingotes de oro, mientras se muestra insensible ante un niño que tiene que comer de la basura.
El madurismo está prostituido ante los intereses chinos, rusos y de las transnacionales capitalistas. Es su esencia de gobierno. En ellos no existe otro espacio divino, salvo el que vea multiplicado sus cuentas con dinero extranjero. Lo demás es entelequia. La prostitución madurista nos condena a la esclavitud de los miserables.