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Mi posición ante la candidatura de Falcón y advertencias al Frente Amplio

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Respeto la decisión de Henri Falcón de presentarse como candidato presidencial. Logró demostrar ser un muy buen negociador con el gobierno, pero tiene un problema estructural: no es un candidato de consenso después de haber hablado de la necesidad de encontrar uno, esto lo hace un candidato sobrevenido.

No caeré en lugares comunes ante la candidatura de Henri, a quien no conozco personalmente, y menos reproduciré epítetos del absurdo extremismo abstencionista. Estoy seguro de que tiene gente muy valiosa en su entorno, pero también, como en todo círculo de un candidato presidencial, tiene gente a su alrededor que resguarda intereses que son muy comunes con aquellos que no comparto por comprometer la soberanía de nuestro país, y que desde Chávez han profundizado la hipoteca del futuro de nuestros hijos y nietos, favoreciendo la fuga de capitales y comprometiendo nuestra soberanía, siendo cómplices de la postergación del madurismo en el poder, que nos ha llevado a lo que hoy vivimos, y ahora pretenden lavarse la cara.

Sé de negociaciones que se hicieron a finales de 2016 en una transición negociada, él no fue el único, otros que hoy se desgarran las vestiduras del purismo abstencionista también estuvieron ahí aspirando a ser vicepresidentes de la transición, en el marco de la posibilidad de una vicepresidencia negociada que el gobierno al final logró sortear, pero amarró enlaces que han sido manejados con el fin de llegar a la situación electoral de hoy.

Henri acertó en la capacidad de negociar, pero basado en un supuesto negado ya que el gobierno no tiene en mente, no es su prioridad, una transición, sino permanecer en el poder de manera directa y “protagónica”, y suponer que con base en los mismos intereses económicos de origen de la corruptela del gobierno y convirtiéndose en garantía de la impunidad en una supuesta transición, esto servirá para que entreguen un gobierno por vía de los votos, sin verdaderas condiciones electorales más allá de promesas que ha demostrado no tener la voluntad de cumplir, habla de un toque de ingenuidad inesperada. No quiero presuponer complicidad por parte de Falcón o un plan mucho más complejo que igual se sostiene en los mismos antivalores, y el “todo vale” en política tiene sus límites.

En otra dimensión no muy lejana el llamado a un Frente Amplio, que coincide con llamados que hemos formulado para la constitución de un espacio de concertación de esa gran oposición más allá de la MUD y que incluya la mayor cantidad de sectores de las fuerzas vivas del país, hoy, por parte de sectores de la sociedad civil y de otras organizaciones políticas emergentes, entra en sospecha producto del método que han decidido implementar aquellos que convocan desde sectores de la MUD muy viciados por viejas prácticas políticas. Convocar para “la foto” y no para la formulación de estrategias para demostrar que es posible hacer una nueva política opositora entre iguales, pone en riesgo esta iniciativa sin haber nacido.

No pretendo descalificar todas las buenas voluntades que se están aglutinando en esta iniciativa, pero hemos insistido en mecanismos que democraticen a una oposición que legítimamente había sido conducida por un liderazgo que ya hoy no representa al aún más amplio espectro de la nueva oposición que rechaza al gobierno de Maduro, que va más allá de los intereses para lo cual fue creada la MUD originalmente.

Por ello, mi planteamiento sin medias tintas es la necesidad de la unión de la oposición no extremista y radicalizada, de aquella que confía que aún somos capaces de resolver la salida democrática del madurismo por nuestras propias manos, y que no busca atajos.

Eso implica no rechazar a los que se inscriben en las elecciones, pero decirles que no lo van a poder lograr bien sin aquellos que estamos exigiendo condiciones reales y no mínimas para participar, y tampoco rechazar a los que están convencidos de que una mayor organización podría lograr un impacto suficiente como para que el restablecimiento del Estado de Derecho nos pueda convocar a unas elecciones dignas, sin esperar las migajas históricas de ejemplos mundiales inaplicables en la contemporaneidad venezolana.

La lucha es por una candidatura de un equipo que muestre la posibilidad real de reconciliación que el país necesita y unas condiciones que permitan que la mayoría realmente pueda expresarse, y nuestra lucha se sumará e impulsará a toda iniciativa que conduzca a ello. No podemos abandonar, por el criterio sobrevenido de que “esto es lo que hay” o “como vaya viniendo vamos viendo”, la verdadera naturaleza del proyecto de país que queremos, expresado en principio en la Constitución, por lo que montarnos en una “ola” como surfistas cazando una oportunidad sin intentar hacer lo que realmente debe hacerse, es aceptar que somos incapaces y la historia está llena de ejemplos contrarios a esa visión negativa.

No es purismo, ni romanticismo, es tener claro el deber ser, y hoy esta nueva división artificial, provocada por el gobierno y por intereses transnacionales, no puede impedirnos seguir luchando por lo que creemos. En la plataforma Juntos existe un muy serio, respetuoso y argumentado debate sobre estos dos temas; en estos días informaremos públicamente nuestra postura definitiva ante estas dos dimensiones de la realidad, sin embargo puedo adelantar que las dos opciones que se analizan no son per se antagónicas, por lo que creo que podríamos seguir conviviendo en medio de esta coyuntura. Aquellos que se sumarán a la campaña de Henri y quienes no lo haremos, ya que asumiremos aportar para lograr que el hasta ahora llamando Frente Amplio no sea solo una fotografía para el currículo internacionales de algunos.

Juntos tiene un compromiso histórico, demostrar que sí se puede convivir a pesar de las diferencias, y lo alcanzaremos porque al final “Juntos tendremos que lograrlo”.

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