Creemos firmemente que la política, la verdadera política, es de interés general para todos. Es necesaria en la diplomacia, en las relaciones internacionales, es necesaria dentro de cada país: en sus gobernaciones, alcaldías, pueblos y aldeas. Necesaria también en el encuentro y reencuentro de los ciudadanos en sus quehaceres. Para alcanzar el desarrollo económico, social y cultural al que aspiran todas las sociedades, es deber y obligación de quienes ejercen el gobierno trazar metas que encaminen adecuadas políticas especialmente en estos dos aspectos: educación y salud. Son esenciales y concomitantes. Indudablemente constituyen la clave para lograr el crecimiento de cualquier país.
En los recientes artículos “Presidentes trabajadores I y II” y “Responsabilidad administrativa”, publicados enEl Nacional y el diario La Nación, señalamos la labor político-administrativa cumplida por los presidentes que rigieron los destinos políticos de Venezuela durante el siglo XX. Con grandes e indudables aciertos – sin alcanzar la perfección, como seres humanos– y hasta con un sentido paternal, diríamos, le sirvieron a Venezuela y dejaron un país con prestigio internacional, moderno, con alto grado de desarrollo, en paz y con ejemplar convivencia democrática. Lamentablemente, al iniciarse el presente siglo las cosas dieron un inesperado cambio, retrocesos en vez de avances. La suerte no nos acompañó, Venezuela entró en un oscuro túnel.
Estamos dentro de un laberinto, tanto los de arriba como los de abajo. El régimen no ha querido o no ha podido cumplir las exigencias que le corresponde constitucionalmente. Un cambio de timón lo hubiera ayudado. Ha predominado la antipolítica. Una ideología agotada que conlleva al sufrimiento y a la desesperación humana. No aciertan, no encuentran la puerta de salida del laberinto.
Pero, igualmente ocurre abajo. La oposición, si nos referimos a los partidos políticos, está en el mismo o peor enredo. Intereses personales o de grupo les impide hallar salidas. Parece que Venezuela, su país, poco importa. Bien sabemos que no solo las agrupaciones políticas integran la oposición. Fuera de esos grupos está lo más granado de Venezuela: verdaderos políticos, profesionales y especialistas en diversas ramas altamente calificados y con brillante trayectoria, académicos administradores. Abunda, pues muy rico material humano para hacer una ideal elección.