La aguda polarización política en Estados Unidos puede tener efectos negativos en el alineamiento de ese país con la lucha de los venezolanos por salir de la dictadura chavista, revertir la tragedia humanitaria en progreso y sentar las bases para construir una sociedad libre, próspera, inclusiva y segura.
Para los demócratas venezolanos es clave que el alineamiento del gobierno norteamericano con los objetivos arriba descritos sea una política de Estado: compartida y asumida por republicanos y demócratas. Tal desiderátum puede, si es que ya no lo está, verse perjudicado por la rispidez y radicalidad del enfrentamiento entre ambos partidos políticos; enfrentamiento que el gobierno Trump incita constantemente y que la cercanía de las elecciones presidenciales de 2020 contribuye también a estimular.
Sería trágico para nosotros que en el Partido Demócrata se impusiera en relación con el caso venezolano la lógica de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo o la visión matizada y blandengue sobre las dictaduras y autoritarismos de izquierda o falso progresistas que tiende a tener una parte del liberalismo político (así es como se les llama en Estados Unidos a los progresistas). Además, hay que añadir como agravante que el gobierno de Trump revirtió la política de apertura hacia Cuba de Obama.
Mención aparte en nuestra preocupación merece la actitud que al respecto pueda adoptar el nuevo y creciente sector de izquierda, dentro de los demócratas, que emergió con poder de las recientes elecciones legislativas. No sé si la muy meritoria representante Ocasio Cortez y sus demás conmilitones conocen y valoran en sus justos términos la situación venezolana o solo conocen el relato difundido por el chavismo y sus bien engrasados lobistas de ser unos justicieros sociales víctimas del imperialismo comandado por Trump.
Es conveniente recordar que el Partido Demócrata controla la Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos. Y que tiene posibilidades de ganar las próximas elecciones presidenciales en ese país.
Es tarea urgente de quienes elaboran y ponen en práctica la política internacional de la Presidencia (e) y de su personal diplomático en Estados Unidos (reconocidos por el respectivo gobierno como legítimos representantes de Venezuela) hacer todos los contactos y esfuerzos para que tanto la sociedad como la clase política conozcan la naturaleza del régimen chavista y sus nefastas consecuencias para la vida de los venezolanos y los intereses y seguridad nacional de Estados Unidos.
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