La Asamblea Dictatorial Constituida se ha autoproclamado “plenipotenciaria”. Saben que es mentira, pues no la convocó el pueblo y viola la vigente Constitución. El Ejecutivo, el Electoral y el Judicial se apresuraron a hacerle genuflexión de súbditos; exigirá que también se arrodillen gobernadores, alcaldes, candidatos e instituciones. La ANC ilegítima se proclama y actúa como poder dictatorial “plenipotenciario”, con todas las armas para reprimir y nula legitimidad.
Por otra parte ha quedado en evidencia la impotencia de la ANC para resolver los gravísimos problemas vitales de la población venezolana: el desabastecimiento dramático, la miseria creciente, la mortal carencia de medicinas vitales, la improductividad, la inseguridad, la corrupción… Una muestra fue el lamentable debate “constituyente” sobre las soluciones económicas: un torneo verbal de buenos deseos bloqueados por sus trasnochados dogmatismos ideológicos. La asamblea dictatorial fue puesta para no cambiar el muy desacertado modelo reinante, impotente para resolver esos problemas pero con fuerza represiva para imponerse a una población empobrecida. El tiempo juega en contra de esta dictadura, pues la vida de los venezolanos se endurece y se desborda la riada del éxodo obligado. Frente a esto la Venezuela democrática, que somos casi todos, y los demócratas internacionales, debemos aferrarnos a la única Constitución legítima vigente e inventar con creatividad la salida de esta ratonera inhumana.
Para cualquier observador sereno Venezuela no tiene salida sin una negociación para establecer un gobierno democrático de unión nacional. Nuevo gobierno ya, es el clamor de la doliente población. Gobierno de una unidad superior de las fuerzas democráticas que incluya las aspiraciones razonables de la población en 1998, ahora con miseria agravada. Si actuara ética y racionalmente, el propio Maduro abriría esa puerta de salvación, pero ya ha demostrado que prefiere atrincherarse al modo cubano, ahondando a la vez la miseria socioeconómica y la represión dictatorial. No olvidemos que en 1957 cuando consideraron indeseable la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, las Fuerzas Armadas le quitaron el apoyo y Larrazábal, como su representante, abrió el país a la democracia, sin un solo tiro. Así ha ocurrido en una decena de países hispanos en las últimas décadas. No tenemos otra alternativa. Con las dictaduras no basta tener razón moral, es necesario sumar y unir fuerzas para obligarlas a rendirse.
Las votaciones de julio (16 y 30) de este año pusieron más en evidencia ante nosotros y el mundo el carácter dictatorial y tramposo del régimen en contraste con la voluntad y capacidades democráticas de la población. Ello ha traído el repudio de todos los países democráticos que rechazan la tiranía y la miseria que viven los venezolanos, reprimidos y cercados.
Nuevo gobierno ya
No estamos hablando de un gobierno paralelo, sin los recursos del Estado y sin capacidad de acción, sino de un gobierno de unidad nacido de una negociación nacional e internacional que sustituya al actual gobierno atrincherado contra toda solución; que arranque de inmediato con masiva ayuda humanitaria (ya no es una necesidad marginal), combinada con una nueva política económica para activar la iniciativa empresarial productiva; con apoyo especial para la producción de alimentos, el servicio de salud, la reconstrucción del tejido social y la solidaridad nacional. Esa dimensión humanitaria necesita varios millardos de dólares y una movilización social solidaria. Las negociaciones y programas para la reconstrucción no pueden esperar a diciembre de 2017, y menos al débil triunfo electoral de algún débil partido parcial en 2018.
El pasado mes de julio el régimen fue claramente derrotado dos veces con votos. Así lo hemos visto los venezolanos y el mundo. Los ciudadanos demócratas y la MUD tuvimos grandes aciertos en las movilizaciones sociales y en la conducción al triunfo. Creo que, lamentablemente, faltó explicar desde ese mismo 30 estos triunfos frente a la dictadura de la ANC. Esta es “plenipotenciaria” para imponer y reprimir e impotente para cambiar el sufrimiento socioeconómico del país, del que es causante.
¿Elecciones en 2017? Frente a la constituyente usurpadora, los demócratas nos aferramos a la vigente Constitución con voto libre, universal y secreto de gobernadores, alcaldes, legislativos y presidenciales (por el referendo presidencial robado)… El régimen con el poder dictatorial de la ANC está decidido a impedirlas: que la oposición se abstenga y le regale 23 gobernaciones, o se divida y vaya disminuida, maniatada y en condiciones tramposas, o con previo sometimiento a la ANC dictatorial. El arbitrario adelanto de las regionales de diciembre a octubre es una maniobra más. Nada nos debe sorprender, ni llevar a renunciar a las elecciones constitucionales. Sabemos que el régimen no es democrático y estamos actuando en rebeldía apoyados en el artículo 333. Exigimos un CNE que garantice “igualdad, confiabilidad, imparcialidad, transparencia” constitucionales (art. 293), pero no lo hará. Pero si nos movilizamos y organizamos unidos, superaremos las trampas (como en triunfos pasados). La dictadura hará lo posible contra elecciones democráticas y seguirá llenando las cárceles. El hambre y la enfermedad continuarán avanzando, los caminos del exilio desbordándose y el país aislado. Por eso lo más urgente para los venezolanos es un nuevo gobierno de salvación nacional ya, con decidido apoyo internacional que adelante con voluntad, números y organización la ayuda humanitaria internacional y nacional para que la población no muera y recupere la esperanza democrática.