Como persona y como ciudadano me llenó de ira, decepción y asco cívico el grotesco espectáculo dado por el régimen al irrumpir en la reunión de junta directiva de Banesco y apresar y someter a vejámenes físicos y morales a sus integrantes. La acción ejecutada, al mejor estilo totalitario, utilizando uniformes, rostros cubiertos, armas de guerra y una cuestionable y risible eficiencia operativa, evidenció el talante antidemocrático que lo anima. Las razones aludidas por el gobierno para explicar su perverso proceder y justificar la intervención por 90 días a la que someterá a la institución financiera no son suficientes ni valederas para explicar tal intervención, parece más bien que ella es la consecuencia de una “vendetta” personal contra Juan Carlos Escotet por parte de varios de los corruptos jerarcas de esta gestión.
La urgencia de los tiempos actuales, la incapacidad y negligencia para enfrentar los problemas y los incesantes y crecientes reclamos de la ciudadanía por la solución real de los mismos, han llevado al régimen a despojarse de la cínica careta con que ha actuado durante el tiempo que lleva en el poder y a mostrar su verdadero rostro: un gobierno de fuerza violador de la Constitución, las leyes y las instituciones. La persecución y destrucción sistemática de instituciones, liderazgos individuales, espacios políticos de los opositores, propiedad privada y principios constitucionales, así lo demuestran. En realidad es una declaratoria unilateral de guerra contra la Venezuela honesta, principista y democrática.
Para ello, el régimen ha convertido a la otrora digna y no beligerante FAN en un partido político armado que actúa, con el beneplácito y complicidad de muchos de sus integrantes, no como el garante de la soberanía y la institucionalidad del país, sino como una fuerza de ocupación para perseguir, acorralar, amedrentar y reprimir a una población que se resiste valientemente a aceptar dócilmente las aberrantes imposiciones. Vemos cómo la capacidad disuasiva de la FAN es utilizada perversamente por Maduro y la camarilla de la cúpula castrense, para inhibir al pensamiento opositor y amenazar peligrosamente a una población pacífica y desarmada que quiere vivir en paz. La FAN fue una institución al servicio de todos los venezolanos y es triste e irritante verla sometida a los desvaríos mesiánicos de un dictador enfermo y enloquecido.
Alevosamente, el ególatra Maduro cierra los espacios para la convivencia y el diálogo entre todos los connacionales que tienen intereses y visiones divergentes y orientaciones político-ideológicas diferentes, pero envueltos en un conflicto de cuya positiva resolución dependen el destino y el futuro de la nación. La insistencia en conducir al país mediante la aplicación de una institucionalidad paralela antidemocrática, excluyente, violatoria de las leyes existentes y contraria a nuestra idiosincrasia, indefectiblemente nos conducirá por los peligrosos y abruptos caminos de la confrontación y el odio fratricidas. Creemos en el diálogo. Sin él no hay convivencia ni interlocución posibles. Confrontamos serias dificultades de diverso orden que crecen en el tiempo por la imprevisión e ineficiencia gubernamentales y cuyos perniciosos efectos hacen inviables las perspectivas futuras del país. Es por eso que luchamos tozudamente por la preservación de la Venezuela que se nos va aceleradamente. Demandamos más unidad y visión y menos ambición de poder, para intentar rescatar lo que ha sido aviesamente destrozado.